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"Por una noche olvido mi depresión"

La familia de Carlos Bordomás sobrevive gracias a tres pensiones

VANESSA PI / DANIEL AYLLÓN / TONI POLO

Carlos Bordomás vuelve a lamentar este año que su hijo no sea normal. 'Le doy los juguetes de Reyes y ni se entera', explica. Álvaro nació con una enfermedad rara que lo aleja de los que le rodean. Los médicos auguraron que el niño no viviría más de dos años, pero ya ha cumplido 12. 'Cada Navidad piensas que es la última. Siempre estoy con el niño', explica Carlos.

Álvaro no hace nada por sí mismo y se autolesiona. La semana pasada se partió un diente con un puñetazo. La Comunidad de Madrid reconoció en enero de 2008 que Álvaro tiene el máximo grado de dependencia y en noviembre concedió una ayuda económica de 519 euros mensuales para que la madre se ocupara de él. Pero hasta agosto de este año, el dinero no se ingresó.

Carlos, de 49 años, denunció su situación en Público en junio. Él tiene una enfermedad degenerativa que le hizo dejar su trabajo. Ya casi no puede andar. Cobra una pensión de 583 euros al mes, a la que suma los 336 que ingresa su esposa, sordomuda. La pareja tiene otra hija, de 16 años. Los cuatro pasarán la Nochebuena en casa de la hermana de Carlos, en Madrid. 'Nos juntamos los cuatro hermanos y por una noche olvido mi depresión', cuenta.

N’faly, senegalés de 19 años, no puede trabajar desde que cumplió los 18, cuando se convirtió en un sin papeles porque la Comunidad de Madrid no le facilitó la documentación obligatoria. Por esta razón, perdió el derecho a la educación, a denunciar en una comisaría, trabajar, cotizar o votar, entre otras cosas. En septiembre, ya denunció en este periódico su imposibilidad para encontrar trabajo.

N’faly, senegalés de 19 años, no puede trabajar desde que cumplió los 18

Desde que alcanzó la mayoría de edad, la empresa en la que realizó sus prácticas de jardinería no puede contratarlo, a pesar de la buena impresión que dejó en el dueño de la compañía.El día que la Policía lo detuvo por no tener papeles, su empleador trató de evitarlo y se enfrentó a los agentes, que estuvieron a punto de detenerlo a él también. “Desde entonces, vivo con miedo a la Policía. Cada día más”, explica N’faly, que vive de las ayudas del Colectivo La Calle.

Esta organización es la misma que se encargó de su educación hace tres años, cuando llegó a España, y con ella pasará las fiestas. Es su nueva familia.Como la mayoría de los subsaharianos que llegan a España, N’faly destacó por sus ganas de estudiar. “En Senegal o Malí, la educación es muy cara y, al llegar, la reciben como un premio, un privilegio”, explica una educadora.

Despedido por Nissan, Raúl Castillejos lleva medio año en paro y tiene el juicio en enero.  “Hemos renunciado al párking, ya no salimos a cenar por ahí...”. Lleva medio año recortando gastos. Él, que llevaba diez años en la empresa, y su mujer, que acababa de terminar la baja por maternidad, fueron despedidos de Nissan en verano. “Matsumoto [director general de Nissan Ibérica] dijo que no habría despidos traumáticos en España... ¿Y el mío qué es? ¡Nos hemos quedado en el paro mi mujer y yo, con un niño de meses!”.

Despedido por Nissan, Raúl Castillejos lleva medio año en paro

Raúl, de 33 años, vive en Cervelló (Barcelona), cobra 1.100 euros de paro y su pareja (26 años), 1.120. La hipoteca se les lleva 900... Pero este operario de carrocería no ha estado de brazos cruzados. Se ha dado un tiempo, hasta el 14 de enero, cuando tiene su juicio, para organizar la plataforma de despedidos de la empresa. “Hubo un caso claro de discriminación sindical en los despidos, porque de los 170 afiliados a la CGT, nos echaron a 111”, denuncia.

Las demandas que han presentado fructifican y ya han readmitido a 15 trabajadores. En enero, Raúl y su mujer sabrán si también ellos vuelven a la fábrica. Las Navidades las pasará como siempre, “más jodido, pero sin perder el optimismo”, añade. “Tengo a más familiares en mi situación...”, apostilla. 

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