Este artículo se publicó hace 12 años.
"Planteamos el pacto fiscal porque queremos quedarnos en España"
Ernest Maragall rompió la disciplina de voto de su partido, el PSC, cuando el pasado miércoles votó a favor de la creación de una hacienda catalana propia en el Parlament. Considera agotado el sistema actual de solidaridad entr
Marià de Delàs
Ernest Maragall (Barcelona, 1943) ha dado estos días pasos llamativos que ponen en evidencia contradicciones e incomodidades dentro del socialismo catalán. El último fue el que dio el miércoles pasado, cuando rompió la disciplina de su grupo parlamentario y votó, junto a CiU, ERC e ICV, a favor de que Catalunya tenga su propia hacienda . Es decir, de que la agencia tributaria de la Generalitat se haga cargo de la recaudación y gestión de los impuestos que pagan los catalanes. Durante estos días ha participado, además, en la presentación pública de una nueva asociación, Plaça 21, que agrupa a un centenar de personas de reconocida experiencia política y que, según dice, podría "contribuir a la eclosión de un nuevo y gran instrumento político del espacio progresista y catalán".
¿Porqué votó de esta manera a favor del Pacto Fiscal? "Porque creo en una nación catalana libre, autogobernada y orgullosa de serlo y porque veo a esta nación integrada en un Estado inteligente, amigo y consciente de la riqueza que representa tener a esta nación formando parte de este concepto más amplio que es España", explicó a Público. "A partir de aquí se puede entrar en la discusión más específica de todo lo que el proyecto de Estatuto del 2006 intentaba plantear y que ha acabado en una mezcla de frustración y rechazo".
"Creo en una nación catalana libre, autogobernada y orgullosa de serlo"Se acabó, según él, el tiempo de intentar convencer al resto de España. "Ahora simplemente hay que decir las cosas claras, bien dichas, de una forma solvente, firme y con una base indiscutible de unidad catalana". Se trata, dice, de formular un proyecto, que va más allá del pacto fiscal, "no para ser negociado, palmo a palmo, y en el pequeño articulado, que ya llegará, sino para ser aceptado o rechazado, simplemente, sin más... Si es aceptado, entonces sí, sentarse a trabajar, con solvencia, con serenidad, desde aquí también con una autoexigencia catalana de concretar qué quiere decir ‘formar parte de', de que quiere decir solidaridad, compartir..."
Una Constitución confederal¿Para qué quieren los catalanes una hacienda propia? "Para ser sujeto político completo", dice Maragall. "Para ser responsables de nuestro destino y para serlo con unas reglas del juego no sólo aceptadas resignadamente, sino compartidas conscientemente. Probablemente eso hoy requiere añadir algún elemento de redefinición del marco global, es decir, de la Constitución". "Ahora ya se debería plantear más en términos confederales que federales", añade.
El objetivo es "encontrar una solución capaz de satisfacer esa voluntad catalana de hacerse responsables no sólo de sus gastos sino también de sus ingresos". Y si no cuaja un acuerdo sincero y pleno entre las dos realidades, entonces, "por degradación, por cansancio, sólo quedaría abierta la línea de la expulsión o la salida ... o la línea de la resignación y la sumisión. Ninguna de las dos es interesante para Catalunya ni para España". Para no inducir a confusión, Maragall insiste en desmarcarse de cualquier veleidad independentista. "Si se plantea el pacto fiscal es porque queremos quedarnos. Si no, no tiene sentido ni siquiera el concepto".
"Si España acepta el concepto de solidaridad de los últimos 30 años es que algo estamos haciendo mal"Existe, en otras regiones, esa percepción general de que los catalanes quieren exprimir a España. De que siempre piden dinero y nunca tienen bastante. ¿Qué se puede hacer frente a eso? "Hay que ir más por la objetivación que por la explicación infinita. Si hemos de seguir atados a una eterna interpretación, a la mezquindad en el cumplimiento.... Esa sería la peor solución". Maragall advierte de que hay una cuestión mal resuelta, en torno a los efectos continuos, a lo largo del tiempo, de una determinada manera de definir el concepto de solidaridad.
Un diálogo bilateral entre comunidades"Si España acepta que ese concepto de solidaridad en el que llevamos ya treinta años instalados siga siendo ahora igual de necesario, en la misma medida y proporción que al principio, es que algo estamos haciendo mal todos". Todo el mundo tiene y ha de tener los mismos derechos de acceso a servicios públicos esenciales, explica Maragall, pero para medir la solidaridad hay que "ver las balanzas fiscales" y avanzar mediante un "diálogo bilateral" hacia la consecución de un mecanismo que dé a Catalunya garantías suficientes de limitación del déficit fiscal.
"Yo he sido consejero de Educación y he podido comparar los presupuestos educativos, per cápita. Naturalmente, sin entrar en el famoso tema vasco-navarro, las comparaciones siguen siendo odiosas". ¿Por qué odiosas? "Se pone de manifiesto que la mayoría de las regiones receptoras están en condiciones de dedicar recursos públicos de sus presupuestos superiores a los que pueden dedicar las regiones contribuyentes, para Educación, Salud, Servicios Sociales... per cápita, naturalmente. Y que no se diga que eso depende de la voluntad política de cada uno. Seguro que hay un margen para eso, pero no es la explicación, ni mucho menos".
"No deberíamos haber cerrado nunca el debate sobre la manera de concebir la representación política"Ernest Maragall tiene, obviamente, un peso importante en el PSC. Ha sido un hombre clave en la dirección, aunque ahora ya no forme parte de ella. Es diputado y asegura que su voto discrepante no plantea un problema de disciplina. "Contribuye a reabrir un debate que no deberíamos haber cerrado nunca, en torno a la manera de concebir la relación entre representación política y ciudadanía", dice. Tampoco cree que se haya producido una ruptura. "Eso forma parte del debate que ya ha empezado sobre las leyes electorales .... Y quiere decir que, de forma individualizada, hay una situación de contradicción, que habrá que tratar, sí. El partido decidirá como lo trata".
Reformular los conceptos del progresismoEn cuanto a la asociación que impulsa, Plaça21, asegura que se trata de "un modesto grupo de ciudadanos", de "una entidad que quiere hablar de política, influir, si puede, aportar propuestas, lanzar ideas... tomar posición en relación a cuestiones de fondo de nuestra vida política y social. No quiere competir. Quiere añadir y quiere hacerlo, quizás, haciendo uso precisamente de la libertad mayor que se puede tener cuando no eres partido, cuando no estás preocupado cada día por la encuesta de pasado mañana".
Pretenden, entre otras cosas, revisar de manera "urgente" desde el progresismo "los conceptos que nos han servido durante 50 años y que ahora están todos en duda". Conceptos como estado del bienestar, responsabilidad social, servicio público... Maragall se pregunta también por la calidad de la democracia y deja en el aire la cuestión sobre si "los parlamentos de ahora son instituciones adecuadas para tomar decisiones, en un tiempo en el que las iniciativas económicas se toman en cuestión de segundos de una parte a otra del mundo".
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