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El PP apela al miedo mientras Botín destaca la fortaleza de España

Rajoy convierte el trípode paro, inmigración y delincuencia en una de sus principales bazas electorales.

ALICIA GUTIÉRREZ

A menos de un mes para el 9-M, el PP ya ha enseñado una de sus principales bazas electorales: el miedo, sustentado en el trípode paro-inmigración-delincuencia. Dos días después de que Génova acuñara la definición de Zapatero como el presidente de 'los 4.000 parados diarios' y en plena tormenta por el denominado 'contrato de integración' con que Rajoy pretende obligar por ley a los inmigrantes a respetar 'las costumbres' españolas, el PP endureció ayer su ataque: en el flanco de la inmigración, capítulo que ya le ha costado un alud de reproches, y en el de la seguridad ciudadana.

Sobre el contrato 'de integración', el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, habló de 'humo con tufo de xenofobia' y recordó que las leyes se cumplen sin necesidad de contrato. Tanto IU como el sindicato UGT y diversas asociaciones de inmigrantes cargaron también contra la propuesta.

En el marco de esta ofensiva electoral, el secretario de Libertades Públicas del PP, Ignacio Astarloa, anunció sin más precisiones que si su partido gobierna 'regulará el uso' del velo islámico, mientras que el responsable de Economía, Miguel Arias Cañete, cuestionaba abiertamente la competencia profesional de los inmigrantes. De manera simultánea, Astarloa prometía una 'profunda revisión' del Código Penal para combatir el 'aumento' de la delincuencia. En 2007, la tasa de criminalidad (50,3 infracciones por cada 1.000 habitantes) fue 20 puntos inferior a la media europea.

Sin razones para el dramatismo

De manera inesperada, el negro panorama dibujado por el PP en una estrategia que evoca la de Aznar en la primera mitad de los noventa, encontró ayer su reverso en la voz de uno de los personajes más influyentes del mundo económico español: Emilio Botín, presidente del Santander, uno de los mayores bancos del mundo, quien restó dramatismo a la situación económica al tiempo que destacaba la fortaleza de España.

Botín trasladó al mercado un mensaje de moderado optimismo. Aprovechó la presentación de sus resultados para quitar importancia a los malos augurios de algunos y también para pedir nuevas reformas económicas en el país, con las que el mercado avance en flexibilidad. Le da igual si las aplica el PSOE o el PP tras las elecciones de marzo. Al menos, eso dice.

Para este año predijo un crecimiento de entre el 2,5% y el 3%, muy inferior al 3,8% de 2007, aunque -a su juicio- se trata sólo de un mero 'ajuste lógico' tras 12 años de auge ininterrumpido. La desaceleración estaba prevista, pero se ha visto catalizada por las turbulencias financieras surgidas en verano por las hipotecas de alto riesgo estadounidenses. Pero Botín no cree alarmante la situación. 'No hace falta más que ver los números', dijo el banquero, quien se mostró convencido de que la economía española seguirá creciendo en mayor medida que los países de su entorno. 'Y eso siempre está bien', apostilló.

Botín citó cuatro razones para justificar su visión 'realista': la fortaleza, solvencia, rentabilidad y eficiencia del sistema bancario, el superávit de las cuentas públicas, la calidad del empresariado y el hecho de que las familias tengan que hacer menos esfuerzo para la compra de su vivienda que en los años noventa.

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