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Los proxenetas han salido ganando

Las ordenanzas municipales trasladan el problema a otros lugares

O. C. / R. B.

“No sirven, para lo único que sirven es para trasladar el problema a otro lugar de la ciudad”. El problema es la prostitución callejera; lo que no sirven son las ordenanzas y planes municipales destinados a erradicar la actividad. Lo dice Carolina Hernández, trabajadora del sexo y miembro del colectivo en defensa de los derechos de las prostitutas Hetaira.

Carolina ejerce en Madrid, en la calle Montera. La ciudad inició su lucha contra la prostitución en 2004, con el Plan Municipal contra la Explotación Sexual. Y, desde este año, una treintena de cámaras vigilan la calle Montera y su entorno. Muchas compañeras de Carolina se han ido a trabajar a otras zonas. Las campañas, como la iniciada en abril por el Ayuntamiento madrileño –Tu dinero hace mucho daño. Porque tú pagas, existe la prostitución–, tampoco han supuesto una solución.

En Barcelona, el resultado de la ordenanza municipal de 2006, que sanciona tanto a las mujeres como a los clientes, ha sido el mismo: las meretrices se han alejado del centro hacia zonas más apartadas. “Estas medidas han hecho resurgir la figura del proxeneta y han empeorado las condiciones de trabajo de las mujeres; los pactos con los clientes se hacen con menos garantías por miedo a que la policía llegue y les multe”, explicaba a Público recientemente Cristina Garaizabal, de Hetaira.

Los vecinos de Nervión, una de las zonas más afectadas en Sevilla, se han manifestado multitud de veces contra la práctica de esta actividad y han denunciado la pasividad del Ayuntamiento, que finalmente ha sacado la regulación de la prostitución callejera de una ordenanza aprobada el pasado junio. Ahora, prepara un plan para “atacar la prostitución de forma profunda”. Está por ver si las sanciones incluidas en esa misma ordenanza contra los aparcacoches ilegales o gorrillas servirán de algo.

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