Este artículo se publicó hace 17 años.
Rabat tiende la mano a España para enterrar la crisis
Moratinos espera el pronto regreso del embajador
"Nosotros esperamos que nuestros amigos españoles estén por encima de las contingencias coyunturales para preservar la amistad entre los dos países". Con esta frase articuló ayer el ministro de Comunicaciones marroquí, Jalid Naciri, el paso atrás de su Gobierno. Después de casi dos semanas de exigencias tras la visita de los reyes a Ceuta y Melilla, ayer Rabat devolvió, de forma inesperada, las aguas a su cauce.
En una conferencia de prensa, el ministro habló incluso del regreso del embajador a España. "Dependerá de la mejoría de las relaciones entre los dos países, una mejoría que deseamos rápida", explicó.
El futuro de la ciudades
A pesar de todo, Naciri sostuvo que Marruecos no olvida la reivindicación de Ceuta y Melilla e invitó al Gobierno español a "discutir seriamente sobre el futuro" de las dos ciudades. El ministro mantuvo que su país no dejará de luchar por ese derecho.
Pero las declaraciones no sonaban como hace unos días. Incluso en ese punto, Naciri rebajó el tono de exigencia que había utilizado Rabat. El ministro aclaró que dicha reivindicación "no tiene como objetivo crear dificultades". "Esperamos", concluyó, "que nuestros amigos españoles pongan su mano en la nuestra para superar esta crisis en la mejores condiciones".
Crisis de consumo interno
Las declaraciones están en sintonía con la opinión expresada días atrás por el entorno del Gobierno español que calificaba la crisis de "consumo interno" marroquí. En diversas ocasiones fuente gubernamentales se había mostrado seguras de que la crisis estaba destinada a la opinión pública marroquí y tendría poco recorrido.
Ayer mismo, en un desayuno informativo, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, había deseado que el embajador volviese cuanto antes. Marruecos, advirtió, "es nuestro vecino del sur más cercano. No hay alternativa, tenemos que construir junto el futuro".
Moratinos parecía prever el final de la crisis y aseguró que España conseguirá "aumentar una amistad profunda con intereses económicos, humanos y culturales", que antes no había y ya "son irreversibles".
El ministro se confesó responsable de la visita de los reyes y aseguró que para escoger una fecha sólo se tuvo en cuenta que el Ramadán hubiera terminado y estuviera formado el nuevo gobierno marroquí.
No faltó tampoco en el discurso del ministro una pequeña puya para la gestión del incidente por parte del PP. "Me hubiera parecido anormal si el Gobierno hubiera impedido la visita, pero la facilitamos y nos dicen que somos un desastre. El mundo al revés", criticó.
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