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Rajoy trata de blindarse contra abucheos en su primer "coñazo" de desfile

Defensa repite el esquema de desfile de 2011, que amortiguó la pitada contra el presidente que es un 'clásico' desde 2005

ANDRÉS MUÑIZ

Mariano Rajoy asistirá el próximo viernes como presidente del Gobierno a su primer 'coñazo de desfile', según su propia definición. En esta parada militar de la Fiesta Nacional, el Ministerio de Defensa ha diseñado el mismo esquema que en 2011 preparó la ministra Carmen Chacón para José Luis Rodríguez Zapatero, que consiguió amortiguar el sonido de los abucheos en las tribunas presidenciales y de prensa.

Los abucheos y pitadas contra el presidente del Gobierno en este acto son una constante desde 2005, cuando empezó a recibirlos Rodríguez Zapatero en una época marcada por la tramitación del Estatut de Catalunya. Al último presidente socialista no le abandonaron esas muestras de protesta durante el desfile del 12 de octubre en el resto de años de Gobierno, pese a los intentos de sus departamentos de Defensa por impedirlas con diferentes fórmulas.

La más exitosa fue la que diseñó la ministra Carme Chacón en 2011. La tribuna de presidencia y la de principales autoridades pasaron a colocarse en la plaza de Neptuno, a una distancia de 100 metros de los estrados más cercanos de invitados. El sistema hizo que los abucheos, que los siguió habiendo, llegasen más amortiguados a la zona donde se ubicaban las máximas autoridades y prensa.

Además, se reclamó a los asistentes por megafonía el máximo respeto y compostura durante el acto en homenaje a los que dieron su vida por España, que en 2010 había sido el momento en que más arreciaron los abucheos y peticiones de dimisión de Zapatero, lo que enfadó al rey. 

Fuentes de Defensa apuntaron que este año se repetirá el esquema de 2011, y la tribuna de presidencia se volverá a ubicar en la plaza de Neptuno.

En el año de los mayores recortes sociales de la democracia, los organizadores intentarán poner las mayores trabas posibles a que los invitados y público asistente al desfile exterioricen su malestar con Rajoy, como le ha ocurrido recientemente al presidente en Malta --por parte de una persona obligada a irse de España por no encontrar aquí trabajo-- o en Santiago de Compostela --por un grupo de afectados por las participaciones preferentes --. La Asociación Unificada de Militares de Españoles (AUME), por su parte, manifestó tras el recorte de julio que su aguante tenía un límite.

Fuentes del Ministerio señalan que un acto presidido por el rey, y una parada miltar para festejar el día de la hispanidad, no es el momento más adecuado para manifestar las protestas contra el jefe del Ejecutivo. Argumentos idénticos a los que se esgrimían en el departamento cuando Zapatero era el presidente, y que apoyaron públicamente altos dirigentes del PP como el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.

Algunas pitadas a Zapatero se atribuyeron a sectores de ultraderecha

En algunas de las pitadas a Zapatero, se atribuyó la mayor intensidad en los abucheos a elementos de ultraderecha situados entre el público o a personas que ocupaban tribunas de invitados correspondientes a familias de trabajadores del propio Ministerio de Defensa.

Por su parte, los reyes no han sido hasta la fecha objeto de ese tipo de abucheos, aunque estamos en un año aciago para la monarquía, con la imputación de Iñaki Urdangarin, el accidentado viaje del rey a cazar elefantes a Botswana o el percande de Froilán, nieto de don Juan Carlos, al dispararse un tiro en un pie en una cacería.

En la tribuna presidencial estarán los reyes, los príncipes de Asturias y la infanta Elena. Urdangarín y la infanta Cristina no acudirán al acto, apartados como están de la actividad oficial de la Familia Real desde noviembre de 2011. El duque de Palma está imputado en delitos de malversación de fondos públicos, fraude a la Administración, falsedad documental y prevaricación por el 'caso Noós'.

Rajoy, en su fuero interno, no es un apasionado de las paradas militares. Así lo captó el 11 de octubre de 2011 un micrófono que el hoy presidente del Gobierno no sabía que estaba abierto. 'Mañana tengo el coñazo del desfile. En fin, un plan apasionante', se confió a Javier Arenas en un acto del PP en A Coruña, pensado que la prensa no le estaba escuchando.

El hecho fue aún más llamativo porque Rajoy admitió el aburrimiento que le provocaban estas citas después de que, en 2007, grabase un vídeo difundido por el PP, con motivo también del 12 de octubre, en el que hacía una loa del acto y de la bandera española como símbolo representativo de España.

'La bandera que aprobamos en 1978, la que exhiben nuestros deportistas con orgullo, la que cubre el féretro de nuestros soldados, a la que saludan con respeto todos los jefes de Estado que nos visitan, el símbolo de España, el símbolo de la nación libre y democrática que formamos más de cuarenta millones de españoles, la bandera de todos, porque en ella estamos todos representados', destacó el entonces jefe de la oposición.

Pedía además a todos los españoles que mostraran su orgullo de serlo y que hiciesen 'algún gesto que muestre lo que guardan en su corazón'.

En esta ocasión, sólo participará en el desfile la bandera española

En el acto del próximo viernes, 12 de octubre, sólo desfilará la bandera española. No habrá otras enseñas invitadas como en otras ocasiones, como las iberoamericanas o la de Estados Unidos, ésta última generadora de una polémica en 2003 cuando Rodríguez Zapatero, que era el jefe de la oposición, se negó a levantarse a su paso coincidiendo con la guerra de Irak.

La parada militar, que transcurrirá entre la glorieta de Atocha y la plaza de Colón, estará marcada por la austeridad. Costará cerca de un 70 por ciento menos que la de 2011 --cuando se invirtieron 2,8 millones de euros--, con lo que el gasto se quedará en menos de 1 millón de euros, según fuentes de Defensa.

No participarán aviones --salvo, si el tiempo acompaña, la patrulla Aguila, que cierra el acto dibujando una bandera española con humo de colores en el aire--. Ni tampoco tanques ni otros vehículos pesados, cuyo consumo de combustible encarecía notablemente la parada.

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