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El recurso de la política

Muchos dirigentes socialistas —unos pocos en voz alta, los demás en charlas de corrillo— venían reclamando al presidente Zapatero una señal política que insuflara optimismo al partido en un momento de extrema debilidad en el que todas las encuestas vaticinan batacazos en las próximas convocatorias electorales. Esa señal llegó esta mañana  bajo la forma de una remodelación del Gobierno de enorme calado político, cuya envergadura ha sorprendido incluso a muchos que esperaban ese paso.

En la rueda de prensa en la que explicó su decisión, el propio presidente dejó claro que el principal objetivo de los cambios es reforzar la proyección política del Ejecutivo, después de haber capeado lo más duro de la crisis financiera y haber asegurado la legislatura mediante pactos con el PNV y Coalición Canaria. No en vano, al referirse en concreto a Alfredo Pérez Rubalcaba, que además de conservar la cartera de Interior asciende a vicepresidente primero del Gobierno, resaltó sus dotes para la 'acción' y la 'explicación' política.

Rubalcaba es, sin duda, el gran triunfador de la operación Rubalcaba es, sin duda, el gran triunfador de la operación. Veterano político de gran habilidad dialéctica, que goza de respeto incluso en las filas del PP, será ahora, entre otras cosas, el encargado de transmitir los mensajes del Ejecutivo tras los Consejos de ministros en sustitución de la vicepresidenta saliente, María Teresa Fernández de la Vega, cuyo enorme poder se había visto mermado en los últimos tiempos.

Hay quienes seguramente verán este movimiento en clave sucesoria, pero, con independencia de lo que suceda en el futuro, lo que está claro es que el principal beneficiario del terremoto es el propio Zapatero, que consigue un equipo políticamente más sólido para afrontar lo que resta de la legislatura. Otras dos figuras que también vienen sonando en la quinielas de una hipotética sucesión, los ministros de Fomento, José Blanco, y Defensa, Carme Chacón se mantienen en sus cargos, si bien el primero sumará a su cartera la tareas del actual Ministerio de Vivienda, que desaparece.

En la tarea de coordinar la acción política del Ejecutivo, Rubalcaba contará con la colaboración de otro veterano de su absoluta confianza, el hasta ahora eurodiputado Ramón Jáuregui, que asumirá el cargo de Ministro de la Presidencia. Este nombramiento puede interpretarse además como un guiño a los socialistas vascos, que aún están digiriendo el difícil trago del pacto que Zapatero selló con el PNV en Madrid.

Otro nombramiento llamativo es el de Trinidad Jiménez, que deja el Ministerio de Sanidad y asume Exteriores, una de las carteras consideradas 'de Estado'. Sustituye a Miguel Ángel Moratinos, que acompañaba a Zapatero desde el comienzo de su mandato en 2004. Jiménez tiene una larga experiencia en el campo de relaciones exteriores: fue responsable de esa área en el PSOE y con posterioridad ejerció como secretaria de Estado para Iberoamérica. Sin embargo, resulta inevitable interpretar además su nombramiento como un reconocimiento de Zapatero por la lealtad que le demostró al presentarse en las primarias de Madrid contra Tomás Gómez, de las que salió derrotada.

La designación de Valeriano Gómez como ministro de Trabajo, en sustitución de Celestino Corbacho, constituye un clarísimo intento de reconciliación con los sindicatos, Gómez fue secretario de Estado de Empleo, mantiene unos estrechos lazos con el sindicalismo, se opuso en su momento a la reforma del mercado laboral e incluso encontró comprensible la reciente huelga general. Es evidente que lo más duro de la tarea la asumió Corbacho, pero a Gómez le esperan difíciles retos, como la reforma de las pensiones, el desarrollo reglamentario de la reforma laboral y un paro que se mantendrá el próximo año en torno al 19%.

También puede considerarse un guiño a la izquierda, y además a Andalucía, el nombramiento de Rosa Aguilar al frente del Ministerio de Medio Ambiente. La antigua dirigente de IU es en la actualidad consejera del Gobierno andaluz.

El nombramiento de Leire Pajín, actual secretaria de Organización del PSOE, como nueva titular de Sanidad constituye una maniobra con repercusiones directas en el partido. Su puesto actual lo pasará a ocupar el aún presidente de la Junta de Aragón, Marcelino Iglesias, un político de gran prestigio que se ha sabido mantener al margen de las refriegas internas de la organización en Madrid. Por lo demás, el aterrizaje de Iglesias en tan influyente puesto (será el rostro del PSOE ante los medios de comunicación) puede ayudar a consolidarse como candidata electoral en Aragón a su sucesora, Eva Almunia.

En síntesis, una remodelación de alta potencia política que lleva el sello muy personal de Zapatero. La supremacía de mujeres en los ministerios disminuye ligeramente, sobre todo por la desaparición de Vivienda e Igualdad: si antes eran nueve mujeres y ocho hombres, ahora son ocho hombres y siete mujeres. En todo caso, se mantiene el principio de igualdad de que la máxima diferencia de presencia por sexo sea del 60% y el 40%. Del primer Gobierno de Zapatero, sólo queda hoy, tras seis años de mandato, Elena Salgado, en la actualidad vicepresidenta económica, cuyo papel se ha visto reforzado con los meses pese a las dificilísimas circunstancias en que asumió la cartera. Los cambios han sido recibidos, en general, con entusiasmo entre los dirigentes socialistas. Ahora el nuevo equipo, y muy en especial Rubalcaba, se enfrentan al duro reto de transmitir al PSOE, y a los votantes, que las cosas no están perdidas para el partido.

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