Este artículo se publicó hace 13 años.
Los Reyes Magos son los ancianos más jóvenes y omnipresentes
Sus Majestades de Oriente recorren el país en un santiamén.
Los Reyes Magos son los viejecitos con el espíritu más joven. Después de algo más de dos mil años, mantienen su buen carácter con los niños y niñas que lloran en su regazo, les tiran de las barbas y les piden y piden regalos con un tímido "gracias".
Este 2011 no podía ser menos a pesar de la crisis, y los ayuntamientos de todas las grandes ciudades —y no tan grandes— han querido alimentar la ilusión de los más pequeños y, de paso, la cultura del consumismo indiscriminado. Las luces, la música y los escaparates incitan a comprar, y a comprar cualquier cosa, independientemente si pueda gustarle mucho o nada al receptor.
Respecto a esto, un estudio realizado por el portal de comercio electrónico Ebay señala que el 46% de los españoles recibirán regalos no deseados y, el 11% de los madrileños los revenderán.
El 46% de los españoles recibirá regalos no deseadosEsta práctica llama la atención porque los Reyes, Magos son. Pero, acierten o no, la ilusión de mayores y pequeños en esta noche es casi inevitable y se va incrementando con las cabalgatas organizadas por los diferentes ayuntamientos. Se cortan las calles más céntricas y decenas de carrozas que lanzan toneladas de caramelos escoltan a los de Oriente, que siempre se hacen esperar.
Sin embargo, hay lugares en los que la tradición es otra. En ciudades con mar, como Gijón o Valencia, por ejemplo, Sus Majestades llegan en barco, lanzando caramelos a quienes les esperan en la orilla. También han estado en la playa de La Concha de San Sebastián, paseando por la arena sobre sus elefantes y camellos, acompañados de sus pajes, saludando a los ansiosos niños que les miraban desde el paseo. En Vitoria, en cambio, se han presentado en avioneta; y en Formigal, han querido aprovechar el buen estado de las pistas para esquiar y hacer snow board.
Incluso, hay una tradición en Algeciras en la que los habitantes recorren sus calles con ristras de latas para que el ruido resuene allá donde estén y no se olviden de pasar por sus casas.
Entre tanta felicidad y nerviosismo, también hay que recordar los hogares que este año no podrán permitirse una noche espléndida, y a ese más de un millón de personas en el mundo entero cuyo mejor regalo sería tener un plato caliente, al menos, una vez al día. Pero esto, ni los más magos lo consiguen.
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