Este artículo se publicó hace 17 años.
A Solbes no le gustan las subidas programadas
El vicepresidente ya ha advertido de que los anuncios de aumentos en el salario mínimo perjudican a la economía.
Es muy probable que Pedro Solbes frunciera el ceño ayer. No le gustan las subidas de salario mínimo (SMI) programadas. Ha dejado oír en público su voz de guardián de la ortodoxia económica del Gobierno todas las veces que ha podido. El pasado miércoles, sin ir más lejos. En el espacio En días como hoy, de RNE, ya advirtió de que sería “preocupante” anunciar incrementos del SMI a cuatro años vista, con una situación económica algo convulsa.
Solbes no teme tanto lo que esa subida desequilibre las cuentas del Estado, “porque el salario mínimo afecta a un número reducido de gente”, unas 130.000 personas, sino al efecto escala sobre el resto de salarios y a los “problemas de competitividad en otras actividades”.
Ya enmendó a Caldera
De ahí que el vicepresidente se muestre reticente a hacer avances de ese calado, como ocurrió antes de las elecciones de 2004, cuando José Luis Rodríguez Zapatero planteó llevar el SMI desde los 451 euros al listón de los 600 euros en 2008.
Solbes ya corrigió al ministro de Trabajo, Jesús Caldera, a principios de octubre. El anuncio era calcado: 800 euros en 2012. "Son cifras redondas que suenan muy bien, pero luego hay que hacer los números", dijo entonces.
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