Este artículo se publicó hace 13 años.
¿Solidaridad o caridad?
Deberíamos empezar a discutir de valores
El terremoto de Lorca suspende la campaña electoral. Hay quien piensa que se trata de una medida electoralista, una farsa sentimental ante el dolor que permite la foto humana de los candidatos en el paisaje de la catástrofe. Después de valorar los peligros de la demagogia y el gusto de las audiencias por la desgracia, el votante perplejo considera que los partidos políticos han hecho bien en suspender la campaña. No está mal escenificar la solidaridad ante una tragedia. Lector de Simone Weil, siente que la vida humana es sagrada. Siempre ha dudado de cualquier ideología y de cualquier acción, legal o ilegal, que se atreva a cruzar la raya de la vida humana. La suspensión de la campaña, más allá de la posible manipulación electoralista, supone un acto de solidaridad ante la muerte y el sufrimiento.
El votante perplejo se confiesa a sí mismo que está muy blando. Le conmueve la agitada xenofobia europea. Que Dinamarca cierre sus fronteras y que algunos líderes cuestionen el Tratado de Schengen, parece una prueba descarnada de que Europa sólo quiere configurar un territorio económico, olvidándose de las exigencias políticas y estatales de una verdadera comunidad. La libre circulación de mercancías parece más importante que la libertad de los movimientos humanos.
Los partidos han hecho bien en suspender la campaña
La semana pasada naufragó una patera en las costas de Motril. El saldo fue de cuatro cadáveres y 18 desaparecidos. El votante perplejo veraneó durante su infancia junto al puerto de Motril. Los paisajes de la inocencia se han llenado una vez más de muerte. El mundo debería suspender sus agendas, sus campañas, sus negocios rutinarios, y llegar a un acuerdo inmediato para solucionar la tragedia del hambre y la inmigración. Resulta curioso que la obsesión por la economía sea la causa de una crisis económica tan dura. Igual deberíamos cambiar de conversación, no hablar de dinero, porque en realidad hay más que nunca, y empezar a discutir de valores y de solidaridad. No hace falta encontrar recetas para obtener más beneficios, sino replantearnos qué hacer con lo que ya tenemos.
Los vecinos de Motril han conseguido que la bandera de su ayuntamiento ondee a media asta. El votante perplejo lo agradece. Como agradece que Iniciativa per Catalunya esté organizando actos electorales en solidaridad con los inmigrantes. Intenta evitar que los más débiles sean el chivo expiatorio de unos desarreglos económicos provocados por la avaricia de los más ricos. Conviene darle sentido político a la capacidad de conmovernos con el dolor del otro. Tendemos a confundir la solidaridad con la caridad. Y no es que la caridad esté de más en este mundo como acto de compasión individual. Pero el votante perplejo prefiere la solidaridad como ilusión colectiva. Junto al acto de amor, el compromiso social. ¿Cómo funcionarán en España los servicios públicos municipales y autonómicos en las próximas catástrofes? Esa es la pregunta del votante perplejo en el día de la campaña suspendida.
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