Este artículo se publicó hace 13 años.
Algunas sombras aún pendientes de resolver
La mayoría de expertos señala que el apoyo social seguirá si se evitan episodios de violencia
Tres meses tan intensos dan también para sombras. Y la mayoría de expertos coincide en dos: los episodios violentos aunque tengan su origen fuera del 15-M y el peligro de parálisis e inconcreción ante las agotadoras dinámicas asamblearias a la búsqueda del consenso.
Los problemas con la violencia no son con el movimiento en sí mismo, rotundamente pacifista. Están en cómo evitar que otros elementos más ambiguos se le peguen. "No está definida la frontera del movimiento; quién es y quién no", apunta Sandra León, de la Fundación Alternativas.
Josep Ramoneda insiste: "Si hay 20.000 personas, 200 alborotadores no pintan nada. Pero si se baja a 2.000, sigue habiendo los 200 alborotadores y entonces sí es un problema". Para el filósofo, el futuro del movimiento depende en buena medida de que estos sectores más duros no ganen terreno. Y de que se encuentre una vía para poder obtener resultados concretos, por ejemplo, añade, "a través de la iniciativa legislativa popular".
"Si hay 20.000 personas, 200 alborotadores no pintan nada"
El método de toma de decisiones multitudinarias asambleas con exigencia de consenso ha generado críticas por su supuesta inoperancia, sobre todo externas: "Es duro, sí, pero se han ido tomando decisiones y nunca al calor de la rabia", recalca Juan Cobo, de la Asamblea de Sol.
En la mayoría de asambleas se ha relajado la exigencia inicial de unanimidad para sortear la parálisis sin renunciar a la práctica de democracia radical. "El consenso total en los contenidos no es viable; entre otras cosas porque supone ignorar la pluralidad de la sociedad y lleva a la parálisis", opina Miguel Ángel Presno, politólogo de la Universidad de Oviedo. "La exigencia de consenso al 100% ya está de hecho en revisión en muchas asambleas", insiste Gemma Galdon Clavell,politóloga de la UAB.
Fernando Vallespín, catedrático de la UAM, advierte de otro peligro que a su juicio acecha al movimiento: el objetivo de movilización permanente. Cree que es un peligro incluso cuando supuestamente logra sus objetivos, como con el regreso a Sol: "Convertir en rutina la presencia en la calle puede acabar con el movimiento porque es muy difícil que mucha gente se movilice todos los días".
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