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Urrusolo y 'Txapote' escenifican la fractura en ETA

Juzgados a la misma hora en la Audiencia Nacional, el primero pide el fin de la violencia mientras el segundo insulta al tribunal

PEDRO ÁGUEDA

Por la Audiencia Nacional pasó ayer un tren que descarrila. En una de las salas estaba citado a las diez de la mañana Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, ex jefe del aparato militar de ETA, un tipo que se distingue por su capacidad para asesinar de un tiro en la nuca a sus adversarios políticos. Lo hizo con Fernando Múgica, José Luis López de la Calle, Gregorio Ordoñez, José Ignacio Iruretagoyena y Miguel Ángel Blanco. Ayer tocaba un juicio menor por entregar explosivos a un comando, y García Gaztelu, que lleva nueve años en prisión, mandó al 'carajo' al tribunal.

A esa misma hora en otra sala, José Luis Urrusolo Sistiaga respondía por la muerte de tres policías que intentaban desactivar un paquete bomba que él había enviado. Urrusolo ha asesinado, secuestrado y formado a otros para que lo hicieran cuando era jefe del aparato de cursillos de la banda. Aprovechó para decir que 'la lucha armada tenía que haber terminado hace tiempo'.

Urrusolo es juzgado por un triple crimen y Txapote' por entregar explosivos

Cuando acabe su juicio, Txapote será enviado a una cárcel lejos de Euskadi. Allí seguirá acatando la doctrina de ETA, como hizo a principios de este año durante la última iniciativa impuesta por la organización a su frente de makos (cárceles). Con un programa de encierros en la celda, cortos ayunos y renuncia a las visitas, la dirección de la banda intentaba reaccionar, con desigual éxito, a las noticias que dibujan un colectivo fracturado, que se sintió mayoritariamente ninguneado durante el último proceso de paz y en el que Interior sabe que se disputa la última gran batalla contra ETA. Fue el último servicio de H-Alboka, el grupo de abogados con el que ETA controlaba las cárceles.

Urrusolo, por contra, regresará a Nanclares de Oca, en Álava, donde Instituciones Penitenciarias concentra a una quincena de reclusos desligados de ETA por voluntad propia y que han asumido por escrito el daño causado. Urrusolo dice que lleva fuera de la banda incluso antes de haber sido detenido en enero de 1997. Se fue por diferencias con otros jefes y lleva años afirmando que matar ya no tiene sentido. Últimamente también ha escrito que hay que 'reparar' a las víctimas del terrorismo. Ya acercado al País Vasco, ha disfrutado de al menos un permiso penitenciario, primer pasos para un futuro proceso de reinserción.

Interior libra la última gran batalladentro delas cárceles

Hace casi un año que ETA no comete un atentado planificado. Puede que la banda no vuelva a matar, que ceda a ese proceso 'sin violencia' que le reclama Batasuna, o que tome el rumbo contrario. Lo seguro es que ya está derrotada, cada día más próxima a la situación prevista por la cúpula antiterrorista desde principios de la década, con una actividad mínima que sólo sirva para autojustificarse y para asegurar la manutención de unas decenas de militantes en la clandestinidad, un proceso similar al de los estertores de los GRAPO.

Interior cifra en casi un 80% los presos que siguen las tesis de Batasuna, aunque eso no suponga que quieran abandonar ETA o sumarse a un proceso de reinserción. En pleno descarrilamiento, los hay, como Txapote, que han decidido ser el vagón que va pegado a la locomotora, aunque los conductores sean inexpertos y lleven los ojos vendados, y otros, en la cola, que van soltando el enganche según ven acercarse el desastre.

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