Este artículo se publicó hace 16 años.
Estado y Generalitat constatan su abismo por la financiación
Las partes discrepan del efecto que su desencuentro tendrá en la negociación de presupuestos
“La propuesta es valiente y cumple el Estatut con una perfecta adaptación al mismo”. “Seguimos sin ver cómo de aquí puede salir lo que recoge el Estatut ni un buen modelo para el conjunto”. Eran, en boca de Carlos Ocaña y Antoni Castells, las antagónicas valoraciones acerca de lo tratado en una misma reunión durante más de una hora.
La comisión mixta de asuntos económicos y fiscales Estado-Generalitat acabó ayer igual de mal que empezó y no sorprendió constatar el abismo que separa a ambos gobiernos sobre el nuevo modelo de financiación. Una sima que parece lejos de cerrarse y que, de no hacerlo, puede tener consecuencias serias en la tramitación de los presupuestos del Estado para 2009, que ya deberían recogerlo.
Catalunya quiere, amparándose en su Estatut, que el sistema sea de nueva planta, mientras el Gobierno de Zapatero, atenazado por la crisis, quiere que se base en una revisión al alza del porcentaje de tributos cedidos y poco más.
El debate sobre los mecanismos de solidaridad entre comunidades separa (y enfrenta) a los dos gobiernos, que sin pudor escenificaron una bronca previsible a estas alturas de negociación pese a la “preocupación” de Castells.
El secretario de Estado y el conseller de Economía, que presidían las delegaciones, sólo coincidieron en manifestar que hay voluntad de acuerdo y en señalar lo que les separa.
Seguirán hablando, pero lo harán en privado porque no hay fecha para un nuevo encuentro. Y eso que el tiempo apremia. Pero Catalunya no quiere escenificar nuevos desencuentros pese a entender que sólo un marco bilateral como el de ayer es el adecuado para cerrar acuerdos.
El Estatut fija que las bases del modelo deben estar pactadas el 9 de agosto, cuando el texto lleve ya dos años en vigor. Ocaña despachó el asunto afirmando que si la Generalitat quiere un acuerdo sólo debe aceptar su propuesta.
Una propuesta de la que Castells lamentó que, además de ambigua y lejana al Estatut, siga siendo “decepcionante, insuficiente y preocupante”, pero que según el secretario de Estado no será modificada. Admitió, eso sí, que es lo suficientemente “abierta” para facilitar la entente.
Ocaña se mostró convencido de actuar desde el “respeto escrupuloso al plazo y los contenidos” del Estatut y Castells se mostró desafiante recordando que ya fue Solbes quien enterró el 9 de agosto.
En el ambiente pesaba la amenaza del PSC (más creíble y factible en el caso del resto de partidos catalanes, aunque menos relevante política y numéricamente) de vetar los presupuestos del Estado si no hay pacto. Ocaña hizo como si no fuera con él. Afirmó que la financiación será por muchos años y no para uno y que una cosa va “con independencia de la otra”.
Castells enseñó la otra cara interpelado directamente por la posición de los 25 diputados del PSC si la negociación fracasa en otoño. “Claro que la financiación tiene que ver con los presupuestos. Queremos unos buenos presupuestos que se ajusten al Estatut para que no sea necesario formularse cosas así”, espetó.
Las agendas de Zapatero y Montilla se adentran ya en el período vacacional, tiempo proclive para encuentros discretos y más relajados.
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