Otras miradas

El cuento de Infancia Libre

Marísa Kohan

Periodista de 'Público'

Integrantes de Infancia Libre.
Integrantes de Infancia Libre.

A cualquiera que se la cuenten, la de Infancia Libre parece una historia inventada. Un grupo de madres de distintos lugares de España (principalmente Madrid y Granada) se unieron para delinquir. Lo planearon durante mucho tiempo. Pero no se trataba de robar bancos, sino de robar niños. Si. Así de crudo. Y el objetivo era robárselos precisamente a los padres de las criaturas. ¿Cómo? Acusándolos falsamente de abusar sexualmente de ellos. A muchas les pareció una brillante idea.

Para poder llevar a cabo su maléfico plan, necesitaban algunos aliados clave: una abogada sin escrúpulos, profesionales de la sanidad pública con un currículum intachable que estuvieran especializados en la detección de abusos a menores y un partido político que les diera cobertura. No fue difícil de conseguir. Aparentemente encontraron en su camino muchos voluntarios con deseos de unirse a su plan, vaya usted a saber por qué oscuros motivos.

Pero todo el plan salto por los aires el 30 de marzo del año pasado. Esa madrugada, un escuadrón de la Unidad de la Policía adscrita a los juzgados de Plaza de Castilla formado por 16 miembros vestidos con trajes antidisturbios, irrumpió sin previo aviso en una casa de una apartada urbanización de la provincia de Cuenca.

Eran alrededor de las 2 de la madrugada. Pistola en mano y con una orden judicial en la otra, tiraron abajo la puerta y según su propio testimonio reflejado en un auto entregado al juzgado, encontraron al niño al que buscaban adoctrinado por una madre creyente evangélica, y a una niña, la hija menor, asalvajada, emitiendo "sonidos guturales" y olfateando a las personas que se acercaban a ella. "Un comportamiento muy semejante a los de un animal", refleja la Policía en su informe, asegurando que tenía "un comportamiento anormal para la edad". Muy difícil de creer viendo a la menor y leyendo los informes pediátricos.

La detenida: María Sevilla, cabecilla de lo que luego comenzarían a vislumbrar se trataba de una organización criminal. Su detención inmediatamente saltó a los medios y a las teles, que se enteraron de la noticia vaya usted a saber por qué medios en tiempo real. Inmediatamente saltó una foto: algunas integrantes de Unidas Podemos posando con María Sevilla y otras tres mujeres. En los días sucesivos todas menos una de ellas (vaya usted a saber por qué), fueron detenidas por la Policía. En todos los casos, los principales medios ya estaban a las puertas de los juzgados.

En los meses sucesivos la Policía Judicial elaboró un minucioso informe tras una exhaustiva investigación. Su fuente principal fueron varios padres cabreados y reunidos en una asociación de padres separados, esos que suelen negar la violencia de género. De sus relatos descifraron coincidencias inequívocas de una trama organizada. No sólo de las detenidas, sino de un amplio puñado de mujeres que tenían algo en común: haber usado la misma pediatra. O la misma abogada. O haber denunciado. O no haber denunciado nunca. O que su pareja tuviera impuesta una orden de alejamiento por haberlas agredido... Un pupurrí de casuísticas difíciles de conocer a ciencia cierta porque el informe policial se mantuvo secreto. Sólo un medio de gran proyección nacional tuvo acceso a verlo durante unos momentos para hablar de él. Sólo los abogados de María Sevilla tuvieron la oportunidad de verlo unos momentos antes de declarar ante la Fiscalía.

Sin embargo, periódicos, televisiones, radios, panfletos... conocieron los nombres de los médicos de la sanidad pública que formaban esta monstruosa trama y los publicaron. Con fotos, con adjetivos, con acusaciones que nunca habían visto plasmadas en un papel.

Este viernes la Fiscalía Provincial de Madrid desechó el informe policial. Tras una breve investigación, el Ministerio Público concluyó que no existe ninguna forma de relacionar a las madres, ni de afirmar que se hayan asociado y mucho menos para formar una organización ilícita y delictiva. También resaltó la Fiscalía que no existe ningún indicio de que se hayan interpuesto denuncias falsas. Sin embargo, esta es un detalle que muchos medios han preferido ignorar, vaya usted a saber por qué de nuevo. Tal vez porque se les acaba el cuento.

Algunos cuestionamos el relato de ese cuento. Fuimos realmente pocos. Entre ellos Público. Y me gustaría explicar por qué. Tal vez como antídoto, porque algunos nos sentimos muy avergonzados de leer esta historia en los medios y verla en las teles.

Hecho número 1. Si las madres quisieran realmente apartar a sus hijos e hijas de sus exparejas, nunca lo harían denunciando abusos sexuales de éstos hacia los menores. Se sabe que muchas mujeres no denuncian esos abusos por miedo a perder la custodia de sus hijos. Lamentablemente una actuación habitual de la justicia es culpar a las madres de haberle comido el coco a los menores y posteriormente un juzgado de lo civil les retira la custodia. España está llena de estos casos. Por lo que es dudoso que si quisieran conseguir el objetivo de quedarse con sus hijos eligieran ese camino.

Hecho número 2. Todas las madres detenidas o llevadas al juzgado por asociarlas con Infancia Libre había denunciado años antes de que se creara al asociación. Y en todos los casos, sus denuncias de abuso sexual por parte de su pareja habían sido archivadas por falta de pruebas. No significa que los hechos no ocurrieran, sino que no se probaron. En nuestro país se denuncia un abuso sexual hacia un menor cada tres horas, pero el 70% de los casos nunca llega a juicio por falta de pruebas. Además es importante tener en cuenta que se calcula que sólo se denuncia un 15% de los abusos. Una asignatura pendiente para la administración.  De hecho, María Sevilla nunca denunció a su expareja por esos abusos, sino que fue el propio juzgado que lo hizo de oficio.

Hecho número 3. Es difícil de creer que varios profesionales de la sanidad pública de distintos lugares del Estado se asocien a una organización para delinquir. Para falsear informes, mentir, ocultar datos, desproteger niños... Más difícil de creer, pero cierto, es que masivamente los medios los denuncien sin tener una sola prueba, sin haber visto un solo papel, sin haber hablado con ellos.

Hecho número 4. Cuando saltó la primera detención en abril de 2019 y la foto de las diputadas de Unidad Podemos con representantes de Infancia Libre, estábamos de facto en campaña electoral, que se celebraría el 28 de ese mes. Hay que ser muy mal pensado para unir los dos hechos, ustedes me van a perdonar.

Hecho número 5. Los casos de las distintas madres no coincidían. No podían entrar en un mismo patrón, por muchos que alguien se empeñara. El caso de Ana María Bayo, acusada de incumplir visitas con un padre condenado por malos tratos y con una orden de alejamiento, nada tiene que ver con el de María Sevilla, por ejemplo. Rocío de la Osa, vicepresidenta de Infancia Libre, tenía la custodia de su hija y no había incumplido ninguna sentencia.

Se me ocurren muchos hechos más. Pero ya se sabe que los cuentos, si son cortos, mejor.

Esta historia tiene tantos elementos de los cuentos clásicos que hemos mamado desde la infancia, que tal vez eso haya ayudado a tomarla como cierta: mujeres malvadas, brujas que preparan pócimas venenosas, niños perdidos en el bosque desamparados, malvados que sólo quieren revertir el orden establecido...

Tal vez había que tener en cuenta que no siempre la realidad supera a la ficción. En este caso ha sido al revés y muchos se la han tragado.

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