Otras miradas

Vivir en el extremo

Ester Ruiz Martín

Enfermera del Hospital Royo Villanova de Zaragoza y presidenta de la Plataforma Luna

Personal sanitario del Hospital Gregorio Marañón de Madrid responde a los aplausos del vecindario, que agradece su trabajo durante la pandemia del coronavirus. REUTERS/Susana Vera
Personal sanitario del Hospital Gregorio Marañón de Madrid responde a los aplausos del vecindario, que agradece su trabajo durante la pandemia del coronavirus. REUTERS/Susana Vera

Cada tarde, a las ocho, los balcones y ventanas de esta España mía esta España nuestra que cantaba Cecilia, se llenan de aplausos. Comenzó siendo un homenaje al personal sanitario, hombres y mujeres que trabajan a turnos, que llegan incluso a doblar esos turnos, que trabajan 365 días al año, que muchas Navidades han estado lejos de su familia y otras tantas Nocheviejas han compartido las campanadas con sus compañeras de turno, con pacientes que podían celebrar junto a ellas la llegada del Nuevo Año. Otras ocasiones han permanecido sosteniendo la vida, apretando la mano de aquel paciente que se va o consolando a familiares que perdían un ser querido.

El personal sanitario no son sólo las enfermeras, las doctoras, las auxiliares de enfermería, el colectivo es mucho más amplio, personal de limpieza, celadores y celadoras, administrativas, cocineros y cocineras, personal de mantenimiento, personal de suministros, codificadoras, personal del archivo, personal de laboratorios, de radiodiagnóstico, tantos y tantos profesionales que han querido mostrar también su agradecimiento a ese llamamiento a la población, #Quédateencasa. Todo un colectivo que desde antes de declararse el estado de alarma no dudó ni un segundo que debían estar en la batalla y ahí siguen, viviendo en el extremo, jugándose la vida a diario por salvar y confortar en la medida de sus posibilidades a quienes lo necesitan. Un colectivo que ha querido que se sumen con una generosidad pasmosa otros profesionales a las ocho de la tarde a su renacimiento. Bomberos, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, en definitiva servidores y servidoras públicas a los que no hizo falta recordarles dónde debían estar porque ya estaban.

Muchos de esos profesionales que están dando todo y más no hace tanto tiempo se hicieron llamar Marea Blanca y salieron a la calle con su uniforme de trabajo. Reclamaban por todos y todas que no se recortase, que los SERVICIOS SANITARIOS no pueden ni deben recortarse y que, al fin y al cabo la sanidad española, universal y gratuita, la hemos construido entre todos, con nuestros impuestos y nuestros aportes en nuestros salarios. Aquellos sanitarios y sanitarias que se manifestaban fueron humillados, insultados y señalados por quienes decían que menos y nada trabajaban y sólo querían cobrar mucho y trabajar poco. Esos mismos que se manifestaban, hoy están al pie de la tragedia, hoy luchan por salvar vidas. Los mismos, que no se nos olvide, son los mismos a los que criticaban.

A pesar de los recortes que son muchos, a pesar de haber visto multiplicada la carga de trabajo, de no tener ni siquiera el material sanitario necesario para afrontar el primer golpe de esta pandemia, la imaginación, la solidaridad altruista y sin publicidad ha movido cada rincón para salvar cada vida. Muchos de estos sanitarios han donado equipos de trabajo, han buscado donde fuera para que se fabricaran pantallas, mascarillas, incluso respiradores que permitiesen suplir los que no había. Son las mismas, las mismas que se manifestaban, porque siempre se manifestaron para poder ejercer en condiciones dignas su trabajo, porque no faltase material, porque quien lo necesitase pudiera ser hospitalizado y si así lo requería trasladado en UVI-móvil o ambulancias medicalizadas, en definitiva, que no se hiciera negocio con los SERVICIOS ESENCIALES Y NO SE PRIVATIZARAN.

Recortaron en investigación y desarrollo los mismos que recortaron en Sanidad y nuestra juventud se vio obligada a abandonar su país en busca de salidas laborales, donde pudieran investigar curas contra el cáncer o cómo frenar el alzheimer, una juventud formada que sintió que aquí no tenían futuro y que hoy vive aterrada a miles de kilómetros de distancia y sufre por sus seres queridos sin poder hacer nada. El coronavirus o COVID-19 vino a darnos una buena bofetada, a despertarnos de un letargo donde desmotivados unos y haciendo negocio otros estábamos sumergidos.

Cuando ésto pase, porque pasará, tendremos que revisar muchas cosas, serán necesarias muchas disculpas tanto a los y las profesionales como a la ciudadanía. Cuando todo ésto pase, espero que no haga falta recordar que estuvimos a la altura, que nos quedamos en casa, que nuestros niños y niñas aprendieron otra forma de jugar, que en cualquier rincón se tejían mascarillas y que la industria española puede fabricar respiradores, trajes de protección, puede abastecer a quienes lo necesitan de fruta y verdura, para que no salgan de casa, para que no se expongan. Cuando todo esto pase porque pasará, el Gobierno deberá estar a la altura y potenciar la industria española, la agricultura española y promocionar cada rincón de España. No nos merecemos menos porque nos quedamos en casa, porque arriesgamos nuestras vidas mientras salvamos otras.

A todos y todas, ¡¡GRACIAS!!

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