viernes. 19.04.2024

¡Imbéciles!

Yo ya no sé, y eso que hace tiempo que pasé la edad del pavo, si estoy rodeado de fachas, imbéciles o ignorantes, o es que en la fauna española ha desaparecido la inteligencia, y no quedan sino ciudadanos en la edad del pavo, que no saben discernir ni saben ver que los tiempos han cambiado, y que con este virus, los tiempos y las sociedades, cambiarán todavía más.

Lo digo a tenor de tantos y tantos wasap y mensajes como encuentro estos días en mi móvil. Y por lo que me cuentan, en todos los móviles de todos los ciudadanos, incluidos los del pavo, que por estar en esa edad de la idiotez, pasan olímpicamente de virus y virajes. Se nota que la gente no hace nada y quiere hacer algo jodiendo al país.

Gente que se ocupa y preocupa, a través de esos mensajes, de quitar el gobierno de España, y no tanto de quitar el coronavirus. Quizá no sean españoles o sean tan patriotas que creen que en España no puede gobernar otra ideología que la fascista, o afines a ella. Tampoco creo que haya tanto facha presente en esos mensajes en los que parece que la culpa del coronavirus la tiene el actual gobierno, que quiere implantar -como así he leído- el comunismo en toda la nación. Que piensa que este país va por derroteros alarmantes con  estos gobernantes.

Y todo acaba en antes, porque todo empezó antes, cuando salían a relucir la corona y sus virus, y el coronavirus ni se pensaba; cuando “España iba bien” y llegaron los recortes, que ya empezaban a matar a la gente pobre; cuando el gobierno de pura facha -fenómeno visual- era incapaz de tapar la corrupción practicada como sistema de capitalización personal y de partido durante un decenio, limitándose a negar lo evidente, romper ordenadores y quemar archivos. Y para exculparse, echar la culpa a la prensa canallesca que se había inventado todo, desde sobresueldos a cuentas en paraísos fiscales, desvío de dinero, testaferros... y tantas argucias como cargos tuvo el gobierno de un partido que en Europa hubiera sido declarado ilegal, como hoy lo sería el nuevo VOX, con su rancio  y oxidado mensaje, como el de una de sus portavoces con la osadía de citar a Hitler (sic) para dar ánimos a los que luchan contra la pandemia.

Ambos dos, junto a algunos acólitos, están en la oposición, pero no saben ni oponerse, y en su lugar, lanzan dardos prefabricados, no contra el virus, sino contra el nuevo gobierno, falseando datos, inventándose noticias, manipulando fotos, insultando... un largo y variado mosaico de mensajes alejados de la realidad para influir en mentes sin criterio, como cuando se pasa la edad del pavo. Solo falta que echen la culpa de esta pandemia al gobierno, causante de tanto mal.

Y me sorprende que haya tanto mensaje en tal dirección negativa, apelando incluso a la insolidaridad, o haciendo gala de la misma.  Desde su púlpito social y técnico, pretenden azuzar a la fauna descontenta, que no sabe por qué, a derribar al pobre Pedro Sánchez y sus gestores, apelando a su mal hacer. Acusándoles de mala gestión, de falta de previsión, cuando en todo el mundo, si algo se está alabando en los medios de comunicación serios y solventes es el ejemplo de España en lo que a medidas sanitarias se refiere ante esta hecatombe. Pero aquí no.

Aquí se han creado unas empresas y se está pagando a unos individuos, periodistas, diseñadores, conductores..., incluso médicos y empleados de la sanidad, para que difundan bulos, monten eslóganes, tergiversen cifras y muestren situaciones falaces. En fin, las populares fake news (para demostrar que estoy al día), o sease, noticias falsas de pseudoperiodismo con intención aviesa.  Menos mal que cada vez el público está mejor informado y no hace caso de los imbéciles, o solamente los imbéciles les hacen caso y se creen sus mentiras.

Por diversas fuentes me he enterado de empresas y de individuos, con nombres y apellidos, aunque se escondan en seudónimos, que se dedican, a las órdenes del PP y de VOX, a difundir estos mensajes para que a cuantas más gentes lleguen mejor. Así pues, ya no me sorprende, en vista de tantos talleres donde se fabrican a diario esos bulos. Muchos de ellos deberían acabar en la cárcel por calumnias e insultos. De juzgado de guardia. Pero ya se sabe, en este país el lema “calumnia que algo queda”, está hoy más que nunca  a la orden del día. Y lo peor de todo, es que de muchos de estos rápidos y breves mensajes por redes sociales, se hacen eco las grandes cadenas de TV y otros medidos escritos de difusión masiva.

No me podía creer tanta insolidaridad frente a la respuesta mayoritaria de los ciudadanos. No podía creer que en España, pese a los 40 años de dictadura con otros tantos de democracia, hubiera todavía tanto facha o catatónico, como para escribir lo que escriben y divulgan. Se les ve el plumero. Muchos de ellos ya se han retratado y definido teniendo que corregir o retractarse de alguna de sus falsas noticias, incluso, el colmo del descaro, escribiendo una crónica sobre determinado acontecimiento antes de que ocurra. Con todo el morro la escriben y graban para televisión, sin haber sucedido todavía. Vaya credibilidad. Vaya patada a la deontología profesional. Y son famosos... Mercenarios al servicio del mejor postor.

Gentes de tal calaña, llámense periodistas o bufones, no benefician la salud, ni curan la epidemia, y las caceroladas no quedan más que en ruido. Muchos somos -quiero creer que más- los españoles conscientes de que si no mantenemos el orden, el confinamiento, y la solidaridad, sucumbiremos. Todos, como en una trinchera, debemos preocuparnos del que está al lado, y hacer lo posible por no contaminarle ni con virus, ni con bulos. Sólo así, venceremos.

¡Imbéciles!