viernes. 29.03.2024

Cuando se comenzaba a tener noticias sobre la posibilidad de que se decretase el Estado de Alarma por parte del Gobierno Central, acudí inmediatamente a mi biblioteca doméstica para recordar la definición y el concepto de tal medida. Enseguida encontré la solución,  un libro del primer año de carrera del profesor Zafra Valverde me dio la información.

Habían pasado mas de cuarenta años sin que tuviese tentación alguna de volver a leerlo, pero ahí estaba, algo mas amarillento por el paso de ese largo tiempo pero intacto. Cuando se estudia uno de esos textos con 20 años de edad,lo haces para solventar la situación y con único fin que superar el examen y poco mas.  Resultaba casi imposible en esos años imaginar que al cabo de cuarenta años experimentases la situación en estado puro, pero en la vida cuanto mas vives mas experimentas, una simple regla lógica.

Vivir en ese estado durante mas de 20 largos días concede suficiente conocimiento para darse a la idea de la realidad, da tiempo mas que suficiente para echar de menos a esos familiares que están fuera de tu domicilio, que están o pueden estar por edad u otras circunstancias en riesgo de contraer la enfermedad que nos ha llevado a ese estado de alarma, echas de menos a los amigos que a lo máximo contactas con ellos mediante el invento que tenemos de video llamada, pero no es igual, no es lo mismo jugar la partida de mus los jueves en el bar del barrio o en los locales  sociales  que hacerlo como se dice ahora on line.

De casi todas actividades o hechos sociales y laborales, hoy en día las podemos realizar de forma telemática, nos han podido instalar teletrabajo, podemos adquirir cualquier producto, incluso comestibles de forma telemática, podemos ver cualquier película o escuchar cualquier música sin tener que quebrantar la medida, pero hay una sobre todo que es insustituible, no es posible despedir a un ser querido que no ha superado el maldito contagio de forma telemática y para mayor sufrimiento tampoco de forma física, la crueldad de la enfermedad pues, tiene doble condena al que la padece, te impide despedir, verlo, homenajear a ese ser querido que sabes que no volverás a ver jamás, al que quizás no tuviste ocasión de decirle lo mucho que le querías, lo importante que fue para ti y un sinfín de cosas mas que se quedan sin destinatario.

Dicen que ya estamos en proceso de retroceso de la enfermedad, si es cierto, podemos estar esperanzadores  para cuanto antes, volvernos a ver.

Pedro J.Soto Santos

Volvernos a ver