1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Huelga de inquilin@s

Regulación de alquileres: la economía moral en la pandemia

Si los precios ya eran injustos, el endeudamiento no puede ser la solución. Las medidas del Gobierno son un rescate de la economía rentista

Julio Martínez-Cava (Sin Permiso) / Rubén Martínez (La Hidra Cooperativa) 13/04/2020

Rafa Luque

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Tras varias semanas del estado de alarma toda nuestra existencia parece estar bajo asedio. La crisis provocada por la pandemia lleva al límite algunas de las instituciones básicas para la reproducción material de nuestra sociedad. Incluso pone en cuestión el derecho a la existencia de muchas personas. 

Por el momento, no hemos alcanzado un punto de crisis tan intensa que incentive los saqueos (aunque en Italia se han dado algunos). Pero, cuando el impacto sea más claro sobre las familias vulnerables, ¿se atreverá el gobierno a regular todo tipo de prácticas monopólicas? Algunos pasos se están dando en esa línea. Pero la timidez y las excepciones en esas regulaciones, más que un cambio de modelo, ilustran un modo de regulación capitalista acorde a los tiempos.

Mientras, nuestros queridos capitalistas no desaprovechan la ocasión para aumentar su tasa de rentabilidad. El mercado de las funerarias se ha llevado la palma. Las grandes empresas controlan un 30% de ese mercado. Pertenecen a fondos de capital riesgo, grupos inmobiliarios y sobre todo a aseguradoras. No han tardado en lucir sus mejores galas. Por un lado, con el cobro extra de “féretros especiales” por motivos de salud, una necesidad desmentida por el Ministerio de Sanidad. Por otro, con prácticas de competencia desleal, colocando comerciales en los hospitales, aprovechando la situación de dolor ante la pérdida de un familiar para imponer precios descomunales. Al parecer hay algunos límites morales que todavía no estamos dispuestos a traspasar. El escándalo ha provocado la intervención de las autoridades, regulando los precios para evitar subidas desproporcionadas. Pero, ¿es todo lo que se puede hacer ante esta turba de rapaces? ¿No tendría más sentido municipalizar todos los servicios funerarios?

Tampoco pasa por sus mejores días el inveterado respeto por nuestros mayores. Las residencias de ancianos han sido convertidas en “aparcamientos de abuelos gestionados con espíritu de eficiencia mercantil” donde encontramos situaciones dantescas descritas en este reportaje de CTXT:  “cadáveres abandonados durante horas o días. Personal (religioso, sanitario y auxiliar) dándose a la fuga o confinándose con los enfermos para cuidarlos. Trabajadoras muy precarizadas –un 90% son mujeres–, sin medios ni formación para abordar el problema”. ¿Se publicarán los datos de mortalidad desglosando las residencias públicas de las privadas? ¿Seguiremos confiando la vida de nuestros mayores a la lógica de la ganancia?

A Blackstone no parece afectarle la crisis, más bien al contrario. Hace pocos días, esta firma norteamericana anunciaba que ha conseguido captar 9.800 millones de euros

Los fondos financieros también andan al acecho de encontrar beneficios en el cierre obligado de gran parte de la economía productiva o en la crisis redoblada del mercado de vivienda. A Blackstone no parece afectarle la crisis, más bien al contrario. Hace pocos días, esta firma norteamericana anunciaba que ha conseguido captar 9.800 millones de euros en el mayor fondo jamás logrado en Europa para invertir en activos inmobiliarios. Mientras los activos vinculados a sectores productivos y al parque inmobiliario pierden valor, Blackstone no pierde oportunidad para comprar y poder especular con su futuro precio. La ecuación es disparatada. Sectores productivos obligados a parar y que se devalúan. Viviendas que caen o suben de precio según las políticas que se apliquen. Mientras, el sector financiero especulando para sacar tajada. ¿Acaso el vampirismo es un servicio esencial? ¿Estas prácticas monopólicas solo se regulan para facilitar su expansión?

Frente a este panorama, demandar regulaciones de precios puede parecer una medida loable para compensar impactos inmediatos de la crisis, pero también un arreglo acorde al sistema. Incluso puede ser señalada como una medida reaccionaria frente a la necesidad de un cambio radical que solo puede conseguirse dinamitando la bolsa.

Lo cierto es que la historia de luchas pasadas nos ayuda a matizar estas dicotomías. Ha habido conquistas emancipadoras que apelaban a la regulación de precios y que, no solo afianzaban el sostén de los más pobres, sino que fueron el legado de algunos de los mayores movimientos populares jamás vistos. En ese sentido, los estudios sobre la “economía moral” son un archivo histórico y político que nos ayuda a comprender estos procesos sociales. Sin fetichizar las luchas pasadas, pero sin ignorarlas ni menospreciar los aprendizajes de revoluciones sin épica.

La economía moral de los pobres

Comprender el potencial y actualidad de la “economía moral” pasa por atravesar los vericuetos de su trayectoria histórica. Merece la pena ver hasta qué punto se desprenden lecciones políticas en varias direcciones.

Fue un párroco de la Universidad de Cambridge quien, hace tres siglos, escribió por primera vez sobre la “economía moral de las cosas” para alabar la grandeza de su Creador. Tenía un sentido religioso, y así continuó a lo largo del siglo XVIII y XIX en Gran Bretaña[1]. Sin embargo, durante el siglo XVIII también fue emergiendo un uso diferente de “economía moral”, señalando los conflictos y contradicciones de una sociedad capitalista que comenzaba a industrializarse. No era una cháchara conceptual. Era una afrenta contra la “nueva economía política”, contra los defensores de una esfera económica autónoma, que debía permanecer exenta de las ineficaces intromisiones políticas de gobiernos o pueblos ignorantes. En la práctica, los “mercados” están siempre políticamente constituidos, pero la utopía capitalista del mercado autorregulado ya cosechaba adeptos. Los críticos de la época eran buenos conocedores de ese programa político. El líder cartista Bronterre O'Brien criticó la economía moral sostenida por los defensores del nuevo orden social y de la que nunca hablaban para camuflar sus infamias.

El historiador británico E. P. Thompson encontró en la obra de O’ Brien el concepto moral economy, con el que sistematizó algunas de sus investigaciones sobre la common people del siglo XVIII. Resulta oportuno recordar sus estudios sobre los “motines de subsistencia” en los mercados de grano de Inglaterra y Gales en períodos de escasez. En 1971, Thompson publicó su artículo The Moral Economy of the English Crowd in the Eighteenth Century[2] donde analizaba el “universo moral de los pobres”. Un universo incrustado en una relación recíproca entre las élites y las clases populares en la que las fronteras de lo “prohibido” y lo “permitido” en la esfera económica nunca dejaban de renegociarse. En este delicado equilibrio de clase, cuando la subsistencia o la seguridad de los pobres no estaban garantizadas, la protesta popular quedaba legitimada. Aquí el énfasis cae sobre la palabra “recíproca”. El interés político de Thompson estaba en la cuestión de clase en juego –esa “morada material” de la cultura– para evitar, decía, una “retórica moralista descontextualizada”. Sin tomar en serio el conflicto de clase, podemos encontrar economías morales hasta debajo de las piedras.

La institucionalización de la economía moral

Visto el origen político del concepto, ¿qué relación hay entonces entre la economía moral, la regulación de precios y el Estado? A lo largo del siglo XVIII la forma de protesta popular más habitual no fue la huelga, ni las manifestaciones en las grandes ciudades ni tampoco los levantamientos violentos. Todas esas formas existían, pero las formas más comunes fueron el motín de subsistencia y las demandas de regulación de precios. Ocurrían cuando la gente percibía que se abandonaban los “precios justos”, ya fuera porque las autoridades no garantizaban la existencia de su población o porque se creía que las subidas eran artificios de especuladores y acaparadores (o ambas)[3].

Las protestas no solo buscaban la subsistencia de la población, sino que revelaban toda una manera de concebir la actividad económica, anclada en usos y costumbres tradicionales. Sería esa economía política popular el objetivo de todos los ataques de la “economía política”. En el artículo Discourse sur l’économie politique de L’Encyclopédie, Rousseau puso nombre y apellidos a este enfrentamiento entre una “économie publique populaire” y una “économie publique tyrannique”. La distinción sería retomada por Robespierre: en un debate parlamentario sobre su Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1793, utilizó la “economía política popular” para designar el programa de la República democrática y social frente a la “economía política tiránica” del libre mercado y la especulación[4].

La Revolución Francesa fue la primera experiencia histórica en institucionalizar la economía moral popular a nivel estatal

Una parte fundamental del programa de gobierno de los montagnards consistió precisamente en institucionalizar esas prácticas populares. La Ley del Maximum, por ejemplo, fijaba un tope de precios sobre las mercancías de primera necesidad. En este sentido, la Revolución Francesa fue la primera experiencia histórica en institucionalizar la economía moral popular a nivel estatal. El cambio fue importante: antes de la Revolución, la economía moral de la multitud ocurría “por fuera” de las instituciones públicas. Desde la Revolución, se han podido abordar sus contenidos desde las autoridades públicas y no solo en confrontación con estas.

También Thompson sostuvo que la economía moral tradicional sobrevivió transformándose en el sindicalismo, las cooperativas y otras instituciones del movimiento obrero, acercando la noción a la “economía política de la clase trabajadora” de Marx, que aspiraba al poder político. Si se estira del hilo, no sorprende que se haya extendido el concepto al estudio de las tensiones entre paternalismo y universalismo de los diferentes Estados de Bienestar.

¿Existe entonces una “economía moral” en las sociedades postindustriales y en pleno siglo XXI? Hay un pequeño problema. La economía moral, en sus orígenes, remite a comunidades aldeanas relativamente cerradas, con lazos sociales fuertes y donde las costumbres y el derecho consuetudinario ocupan un lugar central. Esto podría llevarnos a pensar que no sirve para explicar el cambio social porque busca volver a un pacto social ya roto. Pero es justo durante los períodos de cambio social donde la idea parece tener más sentido porque nos remite a la dimensión moral de determinados conflictos sociales justo cuando las tensiones de clase se exacerban y la reproducción social está en juego. Y a pesar de su apariencia conservadora –apelan a costumbres, a un viejo orden– en realidad es capaz de formular nuevos derechos y apuntar horizontes emancipadores. Por ese motivo, se han querido ver protestas actuales en clave de “economías morales” como los Gilets Jaunes en Francia, pero advirtiendo (quizás de forma exagerada) sobre su carácter conservador y excluyente.

En cualquier caso, desfasado o no, las virtudes de un concepto tan manido han sido exageradas con frecuencia. Lejos de sumarnos a la moda –académica– de perseguir el final del arcoíris de los conceptos, esta historia política permite debatir sin simplismos sobre algunos puntos de conflicto que se han abierto recientemente.

Regulación y revolución

Hace apenas unos días, el presidente del Consejo General de Farmacéuticos solicitó al Ministerio de Sanidad intervenir temporalmente los precios de mascarillas, geles hidroalcohólicos y otros elementos de protección. Tanto en su provisión de origen como en su venta. El Ministerio de Consumo reaccionaba a esas peticiones, mostrando la intención de regular los precios “cuanto antes”. En una línea similar, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia hainiciado tres investigaciones a bancos, funerarias y fabricantes de productos de protección sanitaria y, a través de un buzón anónimo, sigue recibiendo denuncias de abusos. Según escribimos estas líneas, seguro aparecen casos similares, aconsejando la nacionalización de empresas o la regulación extendida del eficaz y justo mecanismo del sistema de precios. Tal vez el diablo está en los detalles, pero mirando a los defensores del sistema de precios su cara aparece a simple vista.

Sin embargo, lo que está en juego no es una respuesta tímida y temporal a exigencias para frenar la especulación en productos de primera necesidad. Aunque sea por asegurar la salud de la fuerza de trabajo, solo faltaría que un gobierno no hiciera algo así. Cuando la reproducción social no está garantizada, se torna sentido común amputar las máquinas de especulación que arrebatan toda posibilidad de subsistencia a la población. Por eso nuestro objetivo no puede ser la regulación de precios como tal. Las demandas de regulación, cuando abren tensiones de clase, pasan a ser el humus contra la “economía política tiránica”del libre mercado y la especulación.

En el S.XX, en Nueva York, Glasgow, Buenos Aires, Barcelona y otras grandes ciudades, la huelga de alquileres ha operado como desobediencia pacífica

Donde mejor quedan reflejadas estas dinámicas es en el movimiento por el derecho a la vivienda.  El 1 de abril de 2020 se ha declarado huelga de alquileres para aquellas personas que, viendo muy reducidos sus ingresos, no podrán hacer frente al pago de la vivienda en alquiler. La Huelga, bajo el lema «Quienes no cobramos, no pagamos» está convocada por una treintena de organizaciones sindicales y grupos de vivienda, y apoyada por más de 200 entidades de todo el estado. Las huelgas de alquileres forman parte de la historia que convirtió la vivienda en un derecho humano. A lo largo del siglo XX, en Nueva York, Glasgow, Buenos Aires, Barcelona y otras grandes ciudades, la huelga de alquileres ha operado como desobediencia pacífica contra la especulación y los abusos inmobiliarios. En estos procesos históricos, el inquilinato ha usado el impago para conquistar el derecho social a una vivienda digna.

Frente al sagrado modelo financiero-inmobiliario y la especulación, y hartos de exigir la regulación de precios, resuenan los motines de subsistencia. Frente a la economía moral de los capitalistas, la negativa a la regulación de precios solo puede encontrar la insumisión a la tiranía del valor de cambio. Si los precios del alquiler ya eran injustos, el endeudamiento no puede ser la solución. Las medidas del gobierno son un rescate de la economía rentista. La huelga de alquileres es la única respuesta.

Porque el panorama puede ser devastador: algunos estudios señalan que España sufrirá la crisis más que cualquier otra economía europea, con una disminución del 15.5% en el PIB este año y un déficit fiscal del 12.5%. La deuda total podría llegar hasta el 120% del PIB, incluso antes de que se contemplen medidas para reconstruir la economía.

Siguiendo con regulaciones tímidas y dotando de excepcionalidad al modelo financiero-inmobiliario, continuarán las prácticas de saqueo respaldas por el Estado. No cabe duda de que el modelo de regulación y sus sistemas de integración (la sociedad de propietarios) se sostienen sobre una economía moral tiránica. El ciclo Blackstone va a continuar arrasando no solo economías productivas –es el principal propietario de viviendas, pero también de hoteles– sino también derechos fundamentales. 

La historia de la economía moral nos enseña la permeabilidad del conflicto en las instituciones, y con ella, la necesidad imperiosa de sostener, aumentar y expandir el conflicto social a todos los rincones donde hay que defender la dignidad de nuestras vidas. Como escribió Tom Paine en 1795: “los derechos personales son una propiedad del tipo más sagrado. (…) Cualquier persona que abuse de sus medios monetarios o de la influencia que le dan estos, para quitar o robar a otro la propiedad que consiste en sus derechos personales, hace uso de su riqueza como un ladrón usaría un arma de fuego, y se merece por ello que se la quiten”.

Lo característico de estos momentos históricos es que algo tan poco revolucionario a simple vista como las demandas de regulación de precios pueden ser el vestigio de un cambio radical. Pero de no recibir respuesta, la pulsión por conquistar nuevos derechos puede mutar en saqueos y motines. Ya se sabe, la revolución se hace con el tiempo o con la sangre.


[1] Esta manera divina de entender la economía moral a veces reflota. Resulta curioso verla reflejada en quienes entienden el virus como un ente salvífico enviado por la Madre Tierra.

[2] Publicado en la revista Past & Present, el artículo aparecería de nuevo en 1991 en el libro Costumbres en común junto a otro titulado “La economía moral revisada”. Thompson contestaba así a muchos de sus críticos, profundizando en sus investigaciones previas. Cinco años más tarde, aparecía la obra de James C. Scott, The Moral Economy of the Peasant: Rebellion and Subsistence in Southeast Asia. La obra de Thompson y la de Scott están consideradas las fundadoras de los estudios que adoptan el enfoque de la “economía moral”, pero es común señalar algunos precedentes como La gran transformación de Polanyi.

[3] El historiador George Rudé, colega de Thompson que se formó con los historiadores marxistas franceses Albert Soboul y George Lefebvre, jugó un papel pionero en su estudio y nos dejó algunos clásicos sobre el tema.

[4] Florence Gauthier tuvo la oportunidad de mostrarle a Thompson esta distinción de Robespierre, que quedó complacido por la afinidad con su concepto de “economía moral de la multitud”.

Tras varias semanas del estado de alarma toda nuestra existencia parece estar bajo asedio. La crisis provocada por la pandemia lleva al límite algunas de las instituciones básicas para la reproducción material de nuestra sociedad. Incluso pone en cuestión el derecho a la existencia de muchas personas. 

...
Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Julio Martínez-Cava (Sin Permiso) /

Autor >

Rubén Martínez (La Hidra Cooperativa)

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí