Sobre el tapete

Cada vez más cerca del cómo y porqué los simios aporreadores olisquean

Como ustedes recordarán, todo lo que aquí acontecerá viene del episodio anterior (y este del anterior, y el anterior del anterior, y así sucesivamente).

Cuando ya estaba convencido que mis días llegaban a su fin... qué digo días, parecía que incluso mis minutos, mis segundos, llegaban a su fin (...) y, entonces, en este preciso momento, no me pregunten cómo ni porqué, pero lo cierto es que con una hábil y prodigiosa maniobra (todo hay que decirlo) logré esquivar y zafarme del impetuoso Aporreador Trumpista que, con los ojos inyectados de morapio, trastabilló hasta empotrarse contra la masa de un aporreador de mirada sospechosamente oblicua que andaba despistado o despistando. A saber. [El estado de Missouri ha presentado una demanda en los tribunales USA contra el gobierno chino en particular, y los chinos en general, por la pandemia. Leído en la prensa del 23 de abril de 2020].

Sin duda será motivo de regocijo y orgullo patrio, saber que el trumpismo sanitario tiene firmes precedentes hispánicos. Desde hace más de doscientos años aquí ya se sabe que las epidemias las resuelven los militares, a cañonazos. ¿Para qué queremos médicos, investigadores y enfermeras si tenemos mogollón de militares y cañones? A cañonazos, si señor.  Con un par... de cañones, y por orden del Capitán General Aporreador; y te purifican hasta los entresijos del alma. Véanlo ustedes mismos según nos lo cuenta Marc Pons en elnacional de hace un par de días:

En 1804, Málaga había sufrido una epidemia de fiebre amarilla que causaría 6.884 muertes (el 15% de la población de la ciudad). En aquella ocasión, las autoridades bombardearon la población con azufre y estiércol. El cronista Díaz de Escovar (1903) diría: "El colmo de la ridiculez fue traer cuatro cañones y dispararlos, una y otra vez, en medio de aquellas calles estrechas, al objeto de purificar la atmósfera".

Ya sabemos, pues, de do viene la simpática costumbre de poner uniformados (por triplicado como todo en el Reino de España) en las ruedas de prensa pandémicas. No tiene solución.

Justo en este instante, sonó el cornetín. Se pudo oír claramente: ¡ya viene el pájaro, ya viene el pájaro, ya viene el pájaro, cuándo se irá! Los que hayan hecho la mili ya saben de qué va; y los que no, que pregunten a los Ancianos de la Tribu, que para esto están.

A simple vista, había más de un pájaro. Y, con otros simios y simias, avanzaban decididos, prietas las filas, hacia la Cabra, con algunas de sus criaturas, los cabritos. Intercambiaron banderines, balidos, selfis, palmaditas, mucha camaradería. A la legua se notaba su adscripción a un partido político, cuyo nombre, ahora mismo no me sale... Suena algo así como Poff, o Choff, o Cozz... La cuestión es que, súbitamente, quien parecía su portavoz, se abalanzó sobre un reportero venezolano que andaba por ahí y agarrándole por el pescuezo y apretándole el gaznate, se hizo con el micrófono y lanzó a las ondas un auténtico manifiesto, como Dios manda; como los de antes, vaya:

  • Punto 1. El feminismo es un cáncer y hay que poner la "costura" como asignatura obligatoria. [Prensa del 16 de noviembre de 2019].
  • Punto 2. Pedro Sánchez ha convertido España en una gigantesca prisión chavista que funciona con cartillas de racionamiento. Hay que echar al Gobierno. [Prensa del 22 de abril de 2020].
  • Punto 3. El gobierno socialcomunista quiso introducir en España la regulación de la eutanasia y, por desgracia y por la vía de los hechos, lo ha aplicado de la manera más feroz en los geriátricos. Alzamos la voz en nombre de millones de españoles... Acusamos a China de haber traído a España dos cosas: la peste del siglo XXI y el caldo de cultivo para que los postulados comunistas se impongan en nuestro país. [La portavoz adjunta de Vox en el Congreso en una entrevista en TVE el 13 de abril de 2020].

Llegados a este punto tan extremo, un buen cronista diría que aquí hay tomate del bueno. Mucho tomate. Mentar el azufre un poco más arriba y que aparecieran fue todo uno... Es el momento en el que un frufrú de maxifaldas, un revoleo, alcanzó mis oídos. Ni la Santa Compaña hubiera causado mayor impacto en aquel momento, aún sobrecogidos por el mitin patriótico de los de Poff-Poff; ni mayor tribulación en las almas sensibles que ahí tanto abundaban. La procesión avanzaba y aportaba su brillante y característica nota de color, que tanto se echaba en falta entre tanto pingüinaje y camuflaje.

Encabezando la solemne comitiva, su Excelencia Reverendísima el Cpunto Cpunto. Un monaguillo, adelantado, esparcía incienso y sostenía, todo sin perder el paso, una paella valenciana que era paladeada con fruición por el augusto príncipe de la Iglesia. A su diestra, otro monaguillo zarandeaba un buen garrote con pancarta donde se podía leer: ¡Arrepentíos, pecadores! A la siniestra, otro monaguillo con otro formidable garrote, reclamaba el diezmo en la Declaración de la Renta; aún estáis a tiempo, pecadores. No será que no os han avisado.

Aquello estaba lejos de haber finalizado. Una música gregoriana suave y un murmullo al principio apenas audible. Los purpurados, los monaguillos, los curas rasos, las monjitas, todos entonando: Por la Santa Tradición. Ora Pro Nobis. Por el Santo Oficio de la Santa Inquisición. Ruega por Nosotros. No al Divorcio. Ora Pro Nobis. No a la Eutanasia. Ruega por Nosotros. No a la Renta Básica Ciudadana. Ora Pro Nobis. Y así 47 minutos más, ininterrumpidos, sin una sola pausa publicitaria para ir a hacer pis.

Cerraron su intervención con una aplaudida interpretación de música y baile, al ritmo de aquel gran éxito en Eurovisión cuando quedamos entre los tres primeros, empezando por la cola; pude distinguir parte de la letra, entre el alboroto y el alborozo:

"Aporrea, aporrea, que los llevamos a la hoguera. Aporrea, aporrea, que aún muy mucho nos queda. Aporrea, aporrea, muy mucho nos gusta esta guerra".

Después de hacerse doscientas cinco selfis con la Cabra, hicieron mutis por el foro.

Cambiemos de tema. Hablemos de jolgorios. Del jolgorio de los viajes. Y es que es bonito eso de viajar, ver mundo. Por ejemplo, el Epunto. Vaya juerga. El Golfo. La Meca. Baréin. Las Caimán. Suiza. Y es que viajando conoces gente importante y rumbosa. Viajar es venga maletas pa arriba, venga maleta pa abajo. Cuentas por aquí, cuentas por allá. Es un frenesí.

Es como los coronavirus. En España, al principio, eran pequeñines y esmirriados, no viajaban nada y, claro, no entendían de territorios; eran unos pringados que se perdían a la primera de cambio. Fueron creciendo, creciendo, creciendo, y empezaron a distinguir territorios. Primero las provincias, luego las áreas sanitarias, más tarde los municipios. Todo muy despacito. Y es que aquí hay co-gobernanza: yo co-mando, tu co-obedeces. Algún desconfiando diría que lo que pasa, es que aquí pintan bastos.

Otro cantar es Italia. En el país de Pavarotti y los Ferrari, los coronavirus llevan de origen el GPS. Así cualquiera. Enseguida se orientan y saben si andan por la Campania o por la Lombardía, por poner ejemplos. Respecto a lo de Finlandia ya estarán ustedes al corriente. Los coronavirus, casi desde el primer momento, sabían si entraban o salían de Helsinki. Será porque viven cerca del Polo Norte. Digo yo, por decir algo.

Bueno, y lo de Portugal, ¿qué me dices? Pues es muy fácil, hombre. A los coronavirus no les gusta viajar hacia el oeste y menos si hay una República. Además, allí hicieron una Revolución con Claveles y aquí hubo una Reforma con Hostias. ¿Sufi?

Y es que cada uno canta lo que canta. En Italia, la gente sale a los balcones y canta Bella ciao. En Portugal, Grândola. En España, pone el himno nacional y canta Resistiré...

Cambiemos otra vez. ¿Saben aquél que diu: "Nadie está por encima de la ley". Oiga, que este ya lo contó la semana pasada. No, so listo. Aquel era: "Todos somos iguales".

Abordemos sin más preámbulos la espinosa cuestión del olisqueo... Y al llegar aquí, Sahrazade se dio cuenta de que amanecía y, discreta, se calló, no sin antes recitar unos versos del poeta Joan Sebastià Alós que ha querido dedicar a los lectores de Publico, como homenaje a todos los trabajadores de este y de los restantes medios de comunicación que, a pesar de las dificultades, siguen ofreciendo un periodismo útil, valiente, ético y comprometido.

Fragmentos de Covid-19, con un mix en español y catalán:

Era al atardecer de un viernes

cuando tras una llamada al 112
la ambulancia vino a buscarte.
Yo todavía te acompañaba.
No li vam veure els llavis
però els seus ulls espurnejaven.
Va fer el gest d'agafar-te la mà,
però, a temps, va estar-se'n.
Ya esa noche, hechas las pruebas,
no me dejaron quedarme.
Entraste en la UVI para respirar
y a mí me enviaron para casa.
Sólo quería verte,
animarme, animarte,
darte un abrazo
sin dejar de mirarte.
¿Por qué, por qué has sido tú:
abuelo, abuela, padre, madre,
José, Isabel, Pedro, Marta,
hija, hermano, prima, amigo, amada ...?
He sigut jo per tal que no fos cap de vosaltres.
Al moment final, de desconnectar-me,
l'infermera amb llàgrimes als ulls
va dir-me que era allà per tots vosaltres.
I no us ho perdeu
que mentre em poseu a taula
galets, pilota, neules i cava,
jo seré cada Nadal amb tots vosaltres!

Y no lo olviden. ¡Tun, tun! ¿Quién es? El sable del coronel. ¡CIERRA LA MURALLA!

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