Otras miradas

Todo comenzó con un salero alemán

Javier Lopez Astilleros

Ya sabemos el recorrido exacto que siguió la covid-19 en Alemania. Una animación audiovisual de Euroactiv muestra con precisión su desarrollo como si fueran secuencias ensambladas en una fábrica de montaje. Según la recreación una mujer china recibió la visita de sus padres procedentes de Wuhan, antes de viajar a Alemania, donde su empresa suministra piezas para el sector automovilístico germano. De inmediato comenzaron las investigaciones entre los empleados: ¿Has estado con esta persona a menos de dos metros? ¿Cuánto tiempo hablaste con ella? ¿Estrechó tus manos? "Es necesario que se aísle de un modo voluntario".

La animación señala que la expansión vírica comenzó el 20 de enero. Todo apunta a que la causa fue un estornudo producido durante una reunión. Así lo señalan los asistentes al encuentro. Tras el estornudo, miles de partículas cayeron sobre la mesa y fueron inhaladas por los empleados. El día 22 de enero también se infectó otra persona que mantenía contacto con la ciudadana china. Otras contrajeron el virus a través de la utilización cruzada de ordenadores. Y he aquí la conexión hispano-germánica: uno de estos primeros infectados viajó a La Gomera.

Esta es la reconstrucción que los médicos y rastreadores han trazado. La comunicación en tiempos de pandemia precisa de exactitud y contundencia. Para ello, es necesario rastrear los recuerdos mancomunados, que pasarán al expediente médico casi como secretos de Estado.

La expansión en Alemania continuó en un restaurante: un desconocido pide un salero y un comensal lo entrega. El trozo de ADN vírico envuelto en proteínas se adhirió al plástico del recipiente de sal, sustancia conocida por su poder desinfectante, aunque aprisionada en un tubo de plástico. En ocasiones, ciertos actos cotidianos tienen multitud de consecuencias. Un pedacito de ADN causa miles de muertes y desencadena un tornado que descuadra las cuentas de los PIGS en la eurozona. El resultado, aparte de las tragedias personales vividas estas últimas semanas, es que algunas compañías serán devoradas por otras más potentes.

Sin embargo, estas recreaciones no deben de validarse como un hecho seguro: ¿Y si la ciudadana china fuera la contagiada? ¿Y si el virus tuviera un origen múltiple y simultáneo? Las suposiciones en ocasiones proyectan lo que se imagina sobre los otros, y en consecuencia de sus actos.

Todo apunta a que el origen de algo (por ejemplo, una cultura) se produce en una zona nuclear, y de ahí irradia al resto del mundo. Eso es lo que defendieron los antropólogos difusionistas del siglo XIX.  Por ejemplo, supuestamente en 1918 surge la mal llamada "gripe española", aunque hay quien señala que comenzó en las trincheras francesas de 1916 o bien en Fort Riley (EEUU). Aquella gripe arrasó en la vieja Iberia, causando 300.000 fallecidos. ¿Y si este virus se originó silenciosamente en un país limítrofe con China y sin embargo se desarrolló en Wuhan? Poco importa a estas alturas.

La idea de lo que se proyecta sobre el adversario predomina sobre la complejidad de las cosas, mucho más rica y jugosa.

Cada uno ejecuta su partitura en esta obra pandémica común: los países del norte interpretan un civismo ejemplar- es lo que se espera de ellos- de los países del sur de Europa se imagina cierta inmadurez e irresponsabilidad, del extremo oriente un estado policial y escasa higiene alimenticia. Y así podríamos seguir; África genera un completo desinterés salvo para ensayar vacunas, y el imperio manifiesta tensiones sobre un sistema sanitario infame. Desde esta perspectiva, es muy difícil objetivar con la Historia, porque hay dos miradas que intervienen.

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