Cuarto y mitad

La involución del brilli brilli

En mis momentos optimistas llegué a pensar que la pandemia del Covid19 podría ser una ocasión excelente para dejar atrás la funesta etapa posmoderna, pero en mis momentos pesimistas veo que es la mejor excusa para justificar la involución que estamos viviendo a todos los niveles, pero principalmente en lo que respecta a los derechos y avances de las mujeres en el mundo.

Hace ya tiempo que esta involución viene actuando, pero en el futuro inmediato la vamos a experimentar con más contundencia. Y esta involución es tanto más preocupante por cuanto está siendo impulsada con entusiasmo no solo por aquellos interesados en mantener el statu quo, sino por importantes instituciones, universidades, partidos políticos, sindicatos, y movimientos sociales a los que se suponía comprometidos con la igualdad entre los sexos (como por ejemplo la ONU).

Mientras en bastantes países del mundo hay mujeres valientes jugándose la vida por obtener sus derechos (por ejemplo, a no llevar velo, a no ser casadas en la infancia, a no ser mutiladas, a no ser prostituidas, o agredidas, vendidas o compradas, a poder abortar, a ser ciudadanas de pleno derecho), en los países en los que se goza de una cierta equidad se coquetea frívolamente apoyando medidas, prácticas o leyes que claramente perjudican a la mitad de la población.

Esta involución tiene múltiples aristas, pero por nombrar solo algunos aspectos, citemos la oferta de religión islámica en las escuelas públicas (espero que no enseñen lo que se dice en algunos videos que circulan en la red sobre las vírgenes y las huríes que van a encontrar los hombres musulmanes en el Paraíso); la defensa del hijab que hacen algunas mujeres occidentales que jamás se han visto obligadas a llevarlo; la consideración de la prostitución como trabajo empoderante, obviamente "para las demás"; la entusiasta aceptación del concepto de identidad de género y el abandono paulatino de las posturas que consideraban los roles masculinos y femeninos un anacronismo; pero también la elogiosa valoración de productos culturales chabacanos que continúan cosificando a las niñas y jóvenes, con la excusa de que es super feminista si es auto cosificación, la reivindicación de la palabra puta, el reclamo de la estética porno o creerse un dechado de feminidad por emborrizarse de colágeno o botox, inflarse las tetas con silicona y mover las nalgas a ritmo de rap.

Quiero pensar que quienes desde algunos sectores del feminismo actúan como cómplices de esta involución lo hacen de buena fe, creyendo que de esta forma transgreden las normas y van a subvertir el sistema social. Supongo que esperan que dentro de unos años las niñas que están recibiendo la doctrina del brilli brilli se conviertan en una camada de mujeres empoderadas, autónomas, libres y dueñas de su destino. Como las mujeres que aparecen en el afamado video de Cardi B WAP, aunque ese modelo femenino ya lo personificaban sin tanto aspaviento las Mama Chicho más de treinta años atrás. Eso sí, en esto de mover el culo hemos avanzado una barbaridad.

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