El desconcierto

El desahucio de Génova 13

Edificio de la sede del PP, situado en la calle Génova, en Madrid. E.P./Jesús Hellín
Edificio de la sede del PP, situado en la calle Génova, en Madrid. E.P./Jesús Hellín

Cuanto más tiempo tarden los de la la 7ª planta de Génova 13– donde se ubica el Partido Popular de Madrid– en captar lo que se les ha caído encima con el caso Kitchen, antes serán desahuciados. Parece bastante claro. La suma de la Gürtel más la Kitchen es un binomio indestructible que anuncia el inexorable desahucio, aquí y ahora, cuando Francisco Martínez todavía no ha arrancado a cantar. Salvo Almeida y Montesinos, unos dos jóvenes políticos perdidos por los pasillos de Génova, ningún otro directivo se atreve a expresar su desconcierto por los duros titulares de lo que serán las primeras declaraciones del primer pentiti de la polícía patriótica del PP. Cuando aún no ha declarado ante el magistrado Castellón,  ya la rubia y la morena de Rajoy vuelven a las andadas echándose encima el muerto de Bárcenas.

Ayer mismo, desde el periódico La Razón, un buen conocido de la rubia, Dolores de Cospedal, insinuaba la relación de Kitchen con la morena, Soraya Santamaría, y doblaba la pugna del comisario Villarejo con el general Sanz Roldán con la lucha de los dos brazos femeninos de Mariano Rajoy. La ex vicepresidenta, bien refugiada ahora en las puertas giratorias del sólido bufete Cuatrecases, de momento no ha respondido pese a haber sido responsable política del CNI justo cuando unos setenta policías acosaban al tesorero del PP para birlarle las pruebas sobre la Gürtel. Pero tal como auguraba el mismo García Margallo, en una entrevista en el citado diario, todo se andará. Porque, añadimos nosotros, no parece hoy que la rubia esté dispuesta a comerse sola semejante marrón.

El ¡sálvese quien pueda! impera en la 7ª planta de Génova. No es una retirada ordenada. Buscar aquí héroes de la retirada es tarea imposible. Tanto que, hoy por hoy, nadie apuesta un céntimo por Génova como sede, ni siquiera por las siglas PP. Hasta que no declaren Martinez, Fernández Díaz, Cospedal y consorte, el Partido Popular se encuentra en la cuerda floja y sin red de protección alguna. Cualquier movimiento puede provocar consecuencias imprevistas. Al fin y al cabo, Casado enfrentado a la morena, ocupó la secretaría general con la ayuda de la rubia. Mientras tanto, Rajoy como buen gallego, se quita de en medio y acusa a Paco Martínez de estar manipulado por Villarejo.

El coste político para el PP es impagable. ¿Cómo ser oposición con este peculiar curriculum gubernamental? Es completamente imposible presentar una alternativa de gobierno a Sánchez con semejante bagaje político, dado que el Partido Popular tiene que criticar tanto al ejecutivo progresista como al anterior ejecutivo que le precediera en la Moncloa. Y es que, por pésimo que fuera Sánchez, siempre será preferible a los miserables, dixit Martínez, de Fernández Díaz, Cospedal y Rajoy. La Moncloa no tiene más que tirar del inmediato pasado del  gobierno del Partido Popular para descalificar la presente oposición de ese partido. La parálisis del PP es evidente: ¿cómo negociar hoy el Poder Judicial nombrando los jueces que mañana les juzgarán?

No menos gravoso es el coste social. Ciudadanos y Vox recuerdan a la sociedad que cabe ser tan decente como de derechas, pese a la imagen indecente que ofrece la planta 7ª de Génova 13. Aún no hay encuestas sobre la repercusión de la Kitchen en el electorado, pero cuando se publiquen es bastante probable que no sean pocos los electores del PP que se refugien en el centro derecha de Arrimadas o en la extrema derecha de Abascal. Al fin y al cabo, marchaban juntos, unos al lado de los otros, por la plaza de Colón en enero, y continúan dándose la mano en Madrid, Sevilla, Murcia y Castilla León en septiembre. El espectro de Unión de Centro Democrático sobrevuela la gaviota corrupta del PP.

Mucha mayor es la factura electoral. Tanta es la angustia en la 7ª planta de Génova 13 que en los despachos más lúcidos se interrogan si no sería lo más pertinente llegar a acuerdos con Pedro Sánchez para evitar unas elecciones anticipadas, aprovechando tanto la previsible bajada del PP como la subida de Ciudadanos. Una simple abstención en la votación parlamentaria sobre los Presupuestos despejaría dicha convocatoria, legal desde noviembre, en el caso de que la Moncloa se viese empujada hoy a abrir unas urnas legislativas si la negociación presupuestaria se complicara por el factor humano. De producirse esa improbable complicación, sería letal para la 7ª planta de Génova 13, ya que no contarían con los tres años más de legislatura para intentar poder escapar al desahucio político, social y electoral donde les arrojará la Kitchen.

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