Otras miradas

Otra vez escupen sobre Andalucía

Ángela Aguilera

Portavoz de Adelante Andalucía

Otra vez, desde la capital de España, se pone en el punto de mira a Andalucía. Otra vez, desde un territorio que recibe miles de millones de euros en inversiones directas por parte del estado, se pone en el ojo del huracán a los y las andaluzas. La última que ha decidido escupir hacia abajo ha sido Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha tenido a bien decir que, al contrario que en Andalucía, "en Madrid la gente no quiere estar subvencionada".

Es curioso que sea Ayuso la que venga a hablar de subvenciones, cuando se dedica, sistemáticamente, a inyectar dinero a las empresas privadas en forma de subvenciones o de contratos exprés. Es curioso que sea Ayuso la que hable de ayudas, cuando su gobierno ha recibido mucho más dinero vía fondos COVID que Andalucía, al menos si atendemos a un criterio tan básico como el de la población. Es llamativo que sea Ayuso la que hable así de Andalucía, cuando gracias al dumping fiscal sistemático que ejerce Madrid puede hacer trampas y atraer a muchas más empresas que cualquier otra comunidad autónoma ¿La Ayuso no sabe donde tributa el Puerto de Algeciras o el aeropuerto de Málaga? Ya se lo digo yo...en Madrid. Menos lobos caperucita...

Ayuso ha decidido copiar el argumentario de la derecha catalana de CiU. Hace no tanto que Durán i Lleida ponía el foco desde Cataluña a quienes se aprovechaban del PER. Es curioso cómo la derecha catalana y la madrileña siempre intentan diferenciarse en muchas cosas pero que, a la hora de la verdad, no dudan en apuntar aquí abajo. Una y otra vez. Porque al final les sale gratis. Porque Moreno Bonilla, presidente de la Junta por parte del PP, no va a salir a contradecir a su compañera de partido. Si acaso y como mucho le pondrá unos paños calientes.

Estamos en 2020 y la verdad es que ya cansa este discurso contra Andalucía. Ya cansa este discurso donde los de abajo siempre somos los malos. No importa que Andalucía reciba menos dinero del que le corresponde por población. No importa que Andalucía tenga casi un millón de parados. No importa que la crisis del Covid (y la del 2008) se note más aquí que en ninguna otra parte. No importa que haya 628.000 personas que tienen un empleo pero que, aun así, están en una situación de pobreza relativa. Tampoco importa que antes del COVID la mitad de las familias andaluzas no pudieran costearse una semana de vacaciones al año.

Nada de eso importa, porque aquí abajo siempre somos los malos. Siempre somos quienes hablan mal y a las que toca ocultar el acento. Siempre somos los más vagos cuando toca trabajar, pero las más listas a la hora de aprovecharnos de las ayudas y las subvenciones. También, claro, somos quienes peores notas sacan porque estudian menos, pero los más chistosos y graciosas.

Y, desde aquí abajo, tirando un poco de tripas, de rabia y de hartazgo, una piensa que ya está bien. Que ya está bien de tópicos y de insultos. Que ya está bien de que, cuando las cosas les van mal por allí arriba, nos echen la culpa. Ya está bien de que, cuando los políticos andaluces cruzan Despeñaperros, se olviden de su tierra y de sus problemas. Ya está bien de ser a los que roban el patrimonio, las artes y los poetas.

Andalucía necesita voz propia. Andalucía necesita que se la escuche. Somos la tierra más poblada, pero también una de la más pobre y menos atendida. Generamos talento y riqueza, pero nunca se queda aquí porque nosotros solo la generamos, no la disfrutamos. De nosotras sólo se acuerdan para las copas baratas, la playa y que nos contemos unos chistes. Andalucía necesita que se le haga caso. Andalucía, como decía José Luís Serrano, necesita ser como la que más.

Y eso no nos lo va a regalar nadie. Eso nos va a tocar hacerlo a nosotras. Como lo hemos hecho siempre. Así que, andaluzas, andaluces, toca ir poniéndose en pie. Y de paso callar alguna que otra sucia boca. Que ya es hora de Andalucía.

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