el agente tiburón
El desembarco de Mendes en el ciclismo: historias, falacias y otros asuntos
La llegada del representante de Cristiano Ronaldo al mundo de los ciclistas, aunque a muchos les horroriza la idea, podría traer cambios a un deporte anquilosado
Marcos Pereda 23/03/2021
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El ciclismo es un deporte antiguo. Arcaico, en ocasiones. No es tanto una opinión como la certeza de llevar mucho tiempo observando. Difícil cambiar las jerarquías, difícil modificar los hábitos. Las dos ruedas viven de Roglič y Van Aert, de Van der Poel y Alaphilippe, sí, pero también arrastran el recuerdo de Coppi, o de Merckx, las gestas de Ocaña, los sprint de Rik van Looy. Ocurre en todos los sitios (miren, si tienen dudas, la desmesura de hace un par de meses cuando murió Maradona) pero con las bicis parece manifestarse de forma aún más intensa. Lo que tiene consecuencias. Positivas. Mayor respeto por el pasado, gusto por aquello que fue para que fuésemos. Otras veces, con todo, ese mirar del ayer puede ser anquilosante. Petrificar un deporte que, aparentemente, tiene problemas para conectar con el público más joven.
Estos primeros días de 2021 hemos tenido un buen ejemplo de ello. El uno de enero (ese día de resaca y empalmada cuando la normalidad era normal) se anunció el acuerdo entre Polaris Sports y Corso Sports. Colaboración. Corso es una agencia de representación que se fundó en 2012 y empezó llevando a jóvenes corredores antes de saltar a algunas de las grandes estrellas del pelotón internacional. Tao Geoghegan Hart, Mads Pedersen, Michael Valgren, João Almeida, Ruben Guerreiro. Presente y futuro.
Hasta ahí todo normal. Igual usted ni siquiera reconoce muchos de esos nombres, porque tampoco son Messi o Cristiano Ronaldo. Lo mollar viene con Polaris. Empresa de Jorge Mendes. Y este seguro que sí les suena. El representante más poderoso, dicen, del fútbol. El que lleva sus negocietes a Cristiano Ronaldo. Ya ven. Cerramos el círculo.
Acciones que en otros deportes son habituales (pagar cláusulas de rescisión, mover atletas hasta que no tienen claro qué camiseta visten al día siguiente) en el ciclismo no están bien vistas
El desembarco de Mendes puso en guardia a algunos dentro del ciclismo. Modos nuevos, acciones de tiburón típicas del balompié. Ocaso y apocalipsis. Se abrirán los cielos y de ellos lloverá sangre. Etcétera. Hablo claro Marc Madiot, director del Groupama-FDJ y lenguaraz de turno cuando no hay nadie más a quien recurrir. Vamos, que es uno de esos que ve un charco y sale corriendo a por él, seguro que reconocen el patrón. Fue en el programa francés Grandes Geules du Sport, de la cadena RMC. “No queremos ningún Jorge Mendes en el ciclismo. Que se quede en Portugal con sus futbolistas. (...) No quiero que esto se convierta en un sistema como el fútbol, donde un agente tiene una cartera de jugadores que quiere mover con la mayor frecuencia posible para seguir haciendo caja. (...) En algún momento se querrá apropiar del sistema general del ciclismo y eso es muy peligroso”. The end is near, clin, clin, y todo eso. Ya ven, haciendo amigos.
Ruido. Rumores sin fundamento. Amenazas vacuas, miedos fútiles. “Solo queremos ofrecer a nuestros corredores el mejor servicio posible poniéndolos en contacto con los mayores expertos en marketing que haya en sus respectivos países”, me dice Ken Sommer. “Ya lo hicimos en Inglaterra con Tao Geoghegan Hart y la empresa M&C Saatchi. Polaris concentrará sus esfuerzos en las oportunidades comerciales que surjan fuera del ciclismo”, añade. Ken es uno de los cofundadores de Corso Sports. El otro, João Correia, supone la parte “lusa” del negocio. Ambos tienen amplia experiencia en el pelotón internacional (João, incluso, llegó a correr para el Cervélo TestTeam hace una década), y ahora han convertido su empresa en una de las punteras de este mundillo. Los dos, João y Ken, tratan directamente cada contrato de sus representados, así que Polaris tampoco interviene en esa situación.
Entonces... ¿es para tanto ese desembarco de Mendes? “Yo creo que no, que se trata poco menos que de una ayuda puntual”, me dice Javier. Javier es un representante español, solo que no se llama Javier, porque el ciclismo es un mundillo muy pequeño, y tiene entre sus atributos más valorados la prudencia y la discreción. Así que lo llamaremos Javier, ¿les parece?, por no destapar liebres. “Ten en cuenta”, continúa, “que alguien como Mendes puede sacar muy poco beneficio en este deporte. Habrá unos treinta ciclistas por todo el mundo que tengan una ficha superior al millón de euros”. Sueldos de jugador cualquiera en los grandes de Europa, contraste brutal con el fútbol. Muchos ciclistas que corren las mejores carreras del calendario ni siquiera tienen representante. “Además aquí apenas hay espacio para traspasos porque los contratos son muy cortos”, añade. “Una temporada o dos, por lo general. Dicho de otra forma, cada doce meses la mitad del pelotón es libre para decidir su futuro, así que si me interesa un corredor no suele haber problemas para esperar un tiempo”.
Más aún, acciones que en otros deportes podemos considerar como habituales (romper acuerdos, pagar cláusulas de rescisión, mover atletas de un sitio a otro hasta que no tienen claro qué camiseta visten al día siguiente) en el ciclismo no están bien vistas. A la Unión Ciclista Internacional, dice Javier, todo eso no le hace gracia, porque parte de la premisa de que todo lo firmado debe cumplirse, y pone muchas trabas a estas actuaciones traumáticas. “La figura del agente tiburón tiene poca cabida en el ciclismo, además, por otras dos razones. La primera es que somos muy pocos, apenas una veintena de equipos realmente potentes, así que enemistarte con un puñado de ellos ya te cierra casi todas las puertas. Nos movemos por confianza, y ahí Mendes tiene poco que hacer, porque el trato es mucho más directo, mucho más familiar. No me imagino a alguien como él llamando a un manager importante y diciéndole que tiene un sprinter interesantísimo capaz de mover un montón de watios... Y en segundo lugar está el hecho de que la Unión Ciclista Internacional exige avales bancarios para cualquier movimiento. Operaciones arriesgadas que se buscan compensar por otras partes no cuadran con la filosofía. Demasiadas posibilidades de que todo salga mal... y tener que hacer frente tú mismo al problema”.
El atraque de un transatlántico tan grande como lo es el Imperio Mendes podría suponer ciertos cambios en un deporte algo anquilosado
“Creo que cualquier cambio positivo es algo bueno para nuestro deporte”, me responde Ken cuando le pregunto por el interés que ha generado Mendes. Si es capaz de comprenderlo, si no cree que desnaturaliza la estampa del propio ciclismo. “Entendemos que una colaboración como esta es algo que puede interesar a aficionados, equipos y medios. Sí creo, sin embargo, que algunas de las cosas que se han dicho son erróneas, y quizá eso ha provocado algo de ruido”, dice, apuntando directamente a los medios. Con razón, añadimos. Sobre la duración de ese acuerdo con Mendes prefiere no contarme nada. “Seguro que entiendes que algunos conceptos concretos de nuestro contrato no pueden hacerse públicos”. Javier dice comprender la polémica, aunque no la comparte. “El ciclismo es un deporte con un control económico ejemplar, no hay locuras de gastos, ningún equipo tiene deudas desde hace años (aun en esta temporada tan complicada con la COVID), hay auditorías de la Unión Ciclista Internacional para cada movimiento... en ese sentido sí que algunos han podido ver esta llegada como extemporánea”.
Entonces... ¿se queda todo en humo? ¿Un movimiento de una agencia que cada vez se extiende a más deportes? ¿Algo simbólico? Bueno... sí y no. Cierto que demasiados periodistas y no pocos actores del mundillo se han arrojado muy pronto a elucubraciones vacuas respecto a la colaboración entre Polaris y Corso, pero también es verdad que el atraque de un transatlántico tan grande como lo es el Imperio Mendes podría suponer ciertos cambios en un deporte algo anquilosado. “Creo que sobre todo será bueno para potenciar debilidades, que en el ciclismo son, sin duda, los contratos de imagen. Apenas hay retorno del deportista individual, así que los derechos de imagen tienen poca importancia aquí. Por ahí sí que podría beneficiarnos la llegada del portugués”, dice Javier. La respuesta corporativa de Ken va, (no) curiosamente, en la misma dirección. “Creo que Corso tiene algunas ideas diferentes dentro del ciclismo. Se puede apreciar en nuestros comunicados de prensa, en nuestras colaboraciones con Polaris, por ejemplo. Estamos intentando hacer algo distinto, rompedor. Pienso que Corso se ha convertido en una pequeña marca reconocible dentro del deporte”.
Estén atentos, por si acaso, que es el tiempo quien da palmaditas en la espalda. Y no se crean, nunca, las interpretaciones simples sobre hechos complejos...
El ciclismo es un deporte antiguo. Arcaico, en ocasiones. No es tanto una opinión como la certeza de llevar mucho tiempo observando. Difícil cambiar las jerarquías, difícil modificar los hábitos. Las dos ruedas viven de Roglič y Van Aert, de Van der Poel y Alaphilippe, sí, pero también arrastran el...
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Marcos Pereda
Marcos Pereda (Torrelavega, 1981), profesor y escritor, ha publicado obras sobre Derecho, Historia, Filosofía y Deporte. Le gustan los relatos donde nada es lo que parece, los maillots de los años 70 y la literatura francesa. Si tienes que buscarlo seguro que lo encuentras entre las páginas de un libro. Es autor de Arriva Italia. Gloria y Miseria de la Nación que soñó ciclismo y de "Periquismo: crónica de una pasión" (Punto de Vista).
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