Entre leones

Atrincherada no es una película mexicana

Atrincherada no es una película mexicana
Susana Díaz durante un mitin. Imagen de archivo.- JORGE GUERRERO / AFP

Según la Real Academia Española (RAE), la palabra trinchera tiene cinco acepciones: "Zanja defensiva que permite disparar a cubierto del enemigo", "desmonte hecho en el terreno para una vía de comunicación, con taludes por ambos lados", "gabardina de aspecto militar", "pase que el torero ejecuta por bajo en el que, al citar al toro, se protege el cuerpo con la muleta" y "cada una de las piezas curvas que en la carreta sujetan el eje al tablero"

Wikipedia, más extensa en detalles, agrega que "las trincheras normalmente albergaban condiciones insalubres y muchos soldados debían permanecer ahí durante meses, por lo cual había muchos focos de infecciones y enfermedades que causaron un gran número de muertos". "Aparte de todo esto, las enfermedades no eran el único problema del cual preocuparse ya que diferentes plagas, tales como lo eran las ratas, que hacían de estas un lugar deplorable", concluye.

Atrincherarse, aparte de "fortificar con atrincheramientos una posición militar" y "ponerse en trincheras a cubierto de enemigo", significa también "guardarse, protegerse, mantenerse en una posición o en una actitud con tenacidad exagerada", según la RAE.

Militarmente, por lo general, está principalmente asociado a gestos heroicos desesperados, como el que protagonizaron los soldados españoles en Baler entre 1898 y 1899 ante los filipinos. Las resistencias de Madrid o de Stalingrado, El Álamo, la matanza de Little Bighorn son otros ejemplos.

Pero el atrincheramiento al que me quiero referir no es ni militar y tiene poco o nada de heroico; si acaso, destaca por la falta absoluta de generosidad.

Precedida de otra sonora derrota –Juan Espadas le ganó las primarias socialistas para elegir candidato a la Junta de Andalucía en los próximos comicios por 16 puntos de diferencia-, Susana Díaz, en vez de entregar la cuchara y facilitar la integración de sus huestes por encima de la suya, se ha atrincherado en la secretaría general del PSOE de Andalucía "con una tenacidad exagerada".

Muchos han sido los que se han sorprendido de esta actitud montaraz de la trianera, que, por enésima vez, quiere "morir matando"; sí, ese era el eslogan no oficial de sus conmilitones durante la campaña de las primarias. Si preguntabas, te contaban malencarados: "¡Cuidado, que Susana va a morir matando!".  En realidad, rezumaban miedo, más miedo que siete viejas a una nueva derrota, pero había que mantener aquella estética de cortacabezas con la que quiso debutar con picaderos en Madrid. "Quiero la cabeza de Pedro Sánchez esta misma noche", reclamó entonces a sus subalternos con tono sentencioso.

A mí, sin embargo, este atrincheramiento en San Vicente –o en su casa- no me ha cogido por sorpresa.  Estaba prevenido por el bueno de Antonio Maíllo, que, en una certera bofetada sin manos, advirtió a los andaluces en una campaña que "quien no la conozca, que la compre". Y la verdad sea dicha, me ayudó también a calarla el buen ojo clínico que tengo para detectar desde el principio a esos trepas que cabalgan a lomos de halagos y elogios impostados. Por ejemplo, ¡eres un monstruo, corazón!

Por lo demás, la prepotencia presidió su proceder desde que tocó pelo en el PSOE y la Junta gracias a Pepe Griñán, que se equivocó de heredera. Y una cultura albaceteña de grandes maestros afiladores que algunos cachorros socialistas sin arte ni oficio han inscrito a sangre en el Manual del baratero.

Ahora, atrincherada, que dicho sea de paso no es una película mexicana, quiere forzar al Comité Federal del PSOE del próximo 3 de julio a que la entierre políticamente convocando unas primarias en el PSOE-A para elegir a un nuevo secretario general.

Que no le quepa duda alguna que a Pedro Sánchez no le temblará el pulso. Y de camino la enviará a engrosar en ese grupo de exsocialistas y socialistas en excedencia –Rosa Díez, Nicolás Redondo Terreros, Joaquín Leguina, Felipe González, Alfonso Guerra, etc-, cuyo principal objetivo es hacerles el caldo gordo a las derechas –de jarrillo lata, se dice en mi pueblo-, descalificando la gestión del Gobierno socialista de Pedro Sánchez, ya sea por la pandemia, los indultos, la crisis con Marruecos, los fondos europeos, en un horario de máxima audiencia de 13 Televisión.

Pero a pesar de todo, todavía albergo la esperanza de que Susana Díaz saque fuerzas de flaqueza y esté a la altura de lo que le exige la derrota frente a Espadas, y no cometa el error de enterrarse con los suyos en las profundidades de una oscura trinchera.

 

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