Rosas y espinas

Cenas con Villarejo

Cenas con Villarejo
El periodista y presentador de 'Al rojo vivo' Antonio García Ferreras

Es una escena que, en distintas versiones, he vivido numerosas veces en los últimos años. Cañita en bar de pueblo. Un amigo echa mano de La Razón, el periódico de la barra, y se dirige al respetable (o sea, a todos menos a mí).

--Voy a informarme -anuncia jacarandoso.

Servidor, que es bocazas, no puede evitar la gracieta hacia el amigo.

--Como no sea del horario de misas...

El dueño, también amigo, me arroja dos pupilas feroces como escupitajos en toda la frente. Suele ser un tipo amable, que me pone ciego a tapas porque dice que no como. Ya no es amable.

--Sí, te vas a informar con el rojo gordo ese, el de la Sexta. ¿Cómo se llama? --el barista furibundo escarba en su memoria.

--Antonio García Ferreras.

--El cabrón ese. El de Podemos --y mi tapa regresa al refrigerador acristalado de la barra. Era una tapa, por supuesto, de sangre. De sangre frita, que la cocina estupenda, pero sangre.

--Pero hombre, Eliseo. Devuélveme la sangre. La Sexta es de los mismos dueños que La Razón. 

Y ya se monta un San Quintín en el bar, y fuyo presto de allí, escoltado por un amigo que me llama bocachancla y me salva los pocos genitales que aun conservo.

Recuerdo cuando Esperanza Aguirre era una estrella televisiva en Al Rojo Vivo y gustaba de calificar a la cadena como La Secta. Ingenio nunca le ha faltado a esta rapaza. El rojerío patrio se dejaba hipnotizar entonces por el savoir faire de Ferreras, más periodismo, y entonaba loas al show televisivo anunciando que por fin gozábamos de una tele rojelia en España. Después de cuarenta años.

Ahora, las grabaciones de Villarejo con altos gerifaltes del grupo Planeta nos sacan de dudas: "Nos está saliendo bien el sandwich", se jactaban. Los panes del sandwich eran: por un lado PP y por otro Podemos, todavía partido de apariencia inofensiva, para sacar de foco al PSOE de un Pedro Sánchez cada vez más desobediente. Divide y vencerás.

Hoy, a pesar de todas las evidencias, incluyendo la de que Ferreras y Villarejo compartían mantel cuando se fraguaban las cloacas del Estado alrededor del dicharachero comisario, en el imaginario del español medio aun sobrevive la idea de que al grupo Planeta le ha nacido un Frente Popular informativo dispuesto a quemar conventos noticiosos y a difundir la falacia de que Franco era una dictador sanguinario, con la de pantanos que hizo.

Nuestra falta de cultura política y literaria permite estas anomalías. Cierto que Ferreras, al lado de Ana Rosa y de Susana Grisso, parece Stalin sin bigote. Pero su inquina hacia Podemos y, en particular, hacia Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, es más que evidente. Aun así, en el imaginario popular sigue siendo el portavoz silvestre de Podemos.

Vivimos en estos días una batalla catódica entre ARV y Las cosas claras, el formato similar que dirige Jesús Cintora en la televisión pública, y que está superando en audiencia a lo de Ferreras. Los nuevos gestores de TVE, al parecer, son insensibles a tamaño éxito, y se van a cargar a Cintora porque no gustan del formato magazinero aplicado a la actualidad política, o eso dicen, y amenazan con devolvernos al parte, al nodo. Me parece excusa bastante pobre y terraplanista. Otra cosa es que se prefieran informativos no externalizados, realizados por profesionales de la casa.

Los conspiranoicos de Twitter, que a veces hasta llevan razón, ven la sombra de Ferreras y de su todopoderoso ex jefe y amigo Florentino Pérez detrás del jaque a Cintora. Yo no sé que habrá de cierto. De toda esta turbia trama, lo único de lo que estoy seguro es de que Villarejo se merece la cena que le debe Ferreras. Aunque solo sea por cortesía profesional. El ex comisario maniobrero nos ha enseñado más de la verdadera España que todos nuestros periodistas juntos. Si no le paga la cena Ferreras, se la pago yo.

 

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