jueves. 28.03.2024
sanchez casado
Pedro Sánchez y Pablo Casado. (Imagen de archivo)

Hoy el relato ha cambiado de bando, si durante la pandemia el gobierno central ha sido fundamentalmente el portador de las malas noticias, incluso en el largo periodo de cogobernanza con las CCAA, y por contra la oposición por boca de algunos de sus más significativos presidentes autonómicos y en particular por la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha situado del lado de la libertad y la recuperación en cada desescalada, para luego acusar al gobierno de autoritario cuando como consecuencia de la flexibilización de las restricciones y de la apertura se producía una nueva ola, sin embargo hoy, con motivo de los balances de gobierno y oposición, previos a las vacaciones veraniegas, parece que se han invertido los papeles.

Lo cierto es que el triunfo de esta misma estrategia de adelantar la salida de la pandemia y la recuperación, junto al fracaso del guiño a Ciudadanos en Murcia, fue el principal aval para la movilización del voto conservador en torno al PP en Madrid y la consiguiente desmovilización de la izquierda, donde solo Más Madrid rentabilizó su modelo de oposición. La derecha quedó como la fuerza de la libertad y del futuro, mientras la izquierda aparecía como la responsable del pasado y las restricciones. A partir de este momento en que se vio que el cansancio pandémico había dado paso a una situación social y psicológica casi de postpandemia, la carrera por la desescalada estaba servida, y así ha sido. Primero con el fin del estado de alarma y más tarde con la decisión de anular la obligatoriedad en los espacios al aire libre. La amago de las actuaciones coordinadas que empezó como obligaciones y termino en recomendaciones, demostró que el pulso por controlar el proceso y el relato de la recuperación sería enconado y decisivo.

Por eso Sánchez, aprovechando el liderazgo indiscutible de España en la vacunación y los buenos datos de empleo de la EPA que sitúa el empleo muy cerca del dato previo a la pandemia se ha puesto al frente del optimismo, anunciando la salida de la pandemia y la consolidacion de la recuperación económica. Es verdad que con un balance en el que sobra de nuevo el exceso de autocomplacencia y falta siquiera alguna autocrítica, y en el que se adelanta a los acontecimientos dando por terminada la pandemia, cuando a penas se ha comenzado a doblegar la quinta ola, y da por consolidada la recuperación con los buenos datos de empleo y PIB, aunque por el momento ésta apenas haya comenzado.

Una quinta ola que por mucho que se magnifique la sorpresa y su dimensión, ya o tiene nada que ver con las olas anteriores en saturación hospitalaria de UCIs ni por supuesto en sobremortalidad por covid19, gracias al éxito de la vacunación. El único aspecto novedoso ha sido el reconocimiento de la mayor transmisibilidad de la variante delta y en consecuencia de la necesidad de superar el setenta por ciento, para llegar a la llamada inmunidad de rebaño.

En relación a la recuperación económica se ha apoyado en los buenos datos de empleo de la EPA y en las perspectivas de crecimiento al frente de la UE, dejando de lado que continúan las debilidades de nuestro sector productivo y del modelo de empleo y que las reformas estratégicas, y entre ellas la laboral y la fiscal no aparecen en el horizonte, tampoco hay que olvidar con el final de los ERTEs, el incremento de precios como la electricidad y la escasa aplicación del ingreso mínimo vital, la cuestión social, aunque sí se hayan prorrogado el escudo social y se hayan dado los primeros pasos del techo de gasto y el escenario de déficit de cara a los próximos presupuestos.

Sánchez ha aprovechado también para ponerse al frente de la cooperación institucional con las reuniones del consejo interterritorial, las conferencias sectoriales y la conferencia de presidentes como muestras palpables de la salud de la cogobernanza. En la conferencia de presidentes el presidente Sánchez también ha logrado eludir la confrontación prevista y la acusación de propaganda por parte de la derecha poniendo encima de la mesa medidas efectivas como la compra de tres millones y medio de vacunas y la participación de la CCAA en el cincuenta y cinco por ciento de los fondos europeos de recuperación. Por otra parte, ha eludido tanto el debate de los indultos como la estrategia a seguir en la comisión bilateral con el gobierno de Cataluña. Ello no obsta para que ésta sea una cuestión fundamental del próximo periodo político así como de la estabilidad de la mayoría de investidura.

En relación a la oposición, aparte de la crítica a su negativismo, que va de suyo, ha redoblado la exigencia al PP de cumplimiento de las previsiones constitucionales con respecto a la renovación de instituciones como el Consejo General del Poder Judicial después de tres años de bloqueo, del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas y el Defensor del Pueblo. Le ha dejado así a la oposición conservadora y en particular a Casado, el discurso del pasado sobre la medalla de plata de España en la mortalidad de la pandemia, del pesimismo en relación a la primeras cifras de la recuperación a pesar del gobierno y la crítica a los indultos y al modelo de relación bilateral y a la propaganda gubernamental en relación a la gobernanza, por otra parte no muy diferente de la de los gobiernos del PP, catastrofismo y polarización que éste ha apurado al máximo sin un solo matiz ni un gesto de diálogo y aún menos de propuestas de encuentro.

En este contexto, es cierto que las sucesivas encuestas, salvo las del CIS, vienen dando la mayoría relativa al PP, incluso la posibilidad de gobernar con el apoyo de la extrema derecha, eso explica el discurso de la derecha de dar por amortizado al gobierno de coalición progresista dos años antes del final de la legislatura, aunque no sería bueno confundir la realidad con el deseo. Por eso Casado no debe confiarse, ya que si la economía y las medidas sociales avanzan y se mantienen los ecos de la corrupción del PP como hoy mismo en los juzgados, la derecha corre el riesgo de aportar tan solo sobreactuación, polarización y crispación, y cuando los trabajadores y la clase media abandonen la indignación con la recuperación económica, no la verán como alternativa fiable para tiempos de relativa normalidad.

En todo caso, serán los hechos los que den y quiten razones. A diferencia de las técnicas grupales, el intercambio de papeles en política no incluye, al menos por ahora, la comprensión de las razones del adversario.

Intercambio de papeles en el verano político