Punto de Fisión

Ara Malikian: mientras dure la música

Se dice que hay premios que honran a los premiados y premiados que honran a los premios, pero luego también están los premios que no se sabe muy bien por qué se dan y los premiados que no está muy claro por qué los reciben. Por ejemplo, hace años Leticia Sabater ganó un premio a la mejor interpretación vocal, no recuerdo por qué ni cuándo, pero hasta es posible que se refirieran a la música. En un episodio de Los Simpson, todos los ciudadanos de Springfield, uno por uno, suben a recibir un premio en un teatro colmado hasta los topes –al más cívico, al mejor conductor, al mejor alumno–, todos excepto Homer que permanece enfurruñado en su asiento hasta que alguien le dice que no se queje, que él ya tiene un Grammy. "Un Grammy, menuda mierda de premio" dice Homer. Inmediatamente aparecen unos subtítulos en una pantalla que rezan: "Los productores no se hacen responsables de la opinión de Homer Simpson sobre los Grammy. Es más, consideran que los Grammy no son un premio en absoluto".

El chiste ha quedado certificado tras la penosa decisión de descalificar al violinista Ara Malikian para la final de los Grammy latinos por no ser lo suficientemente latino. El propio Malikian expresaba su estupor ante la noticia, sobre todo porque había sido nominado en anteriores ediciones del premio y hasta actuó como invitado especial en la gala de 2017. Se ve que en los últimos años ha debido perder varias características latinas, que no sabemos exactamente cuáles son, o bien las barbas y las greñas con que se presenta ante el público han desorientado al jurado, aunque yo juraría que son las mismas que ha llevado siempre. Es cierto que los Grammy latinos, inaugurados en el año 2000, se convocan para producciones musicales cantadas en castellano, portugués y demás lenguas o dialectos típicos de Iberoamérica, pero también lo es que hay un montón de categorías, entre ellas la instrumental, donde, entre otros lo han ganado varias veces el guitarrista Carlos Santana o el pianista recientemente fallecido Chick Corea, cuyo castellano no era, ni de lejos, tan fluido como el de Malikian.

Por lo visto, en los Grammy pesa más la ascendencia racial de los premiados; por eso Corea no tuvo el menor problema al recoger el galardón, ya que, aunque nacido en Chelsea, Massachusetts, su familia tenía raíces italianas y españolas. Malikian, en cambio, es un armenio nacido en Líbano con nacionalidad española desde hace dos décadas, una mezcla de razas y estilos que ilumina su música desde varios ángulos: el flamenco, la música clásica, el folk africano, el jazz, el blues, la salsa, el rock. Es triste que en el lenguaje universal por excelencia, el que más rotundamente sirve para derribar fronteras, las etiquetas sean más importantes que la propia música. Malikian ha dicho al respecto: "En el Líbano no me consideraban lo bastante libanés porque era de origen armenio, los armenios no me consideraban lo bastante armenio porque había nacido en el Líbano. Cuando me instalé en Europa no me consideraban europeo porque no había nacido en Europa. Me costó años estar en paz conmigo por lo que soy y aceptar ser el eterno extranjero".

Algo parecido le ocurría a Charles Mingus, el magistral contrabajista de jazz que era un negro con mezcla de blanco y toques de piel roja: para los blancos era un negro, para los negros un blanco, para los indios un extraño y para todos un nómada étnico. Una vez el gran compositor alemán Paul Hindemith, que tuvo que exiliarse a Suiza primero y a Estados Unidos después en pleno ascenso del nazismo, dijo: "Creo firmemente en la posibilidad de establecer un movimiento a favor de la paz universal a través de la comunidad de los músicos. La gente que hace música junta no puede ser enemiga, al menos no mientras dure la música".

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