Juegos sin reglas

Las cárceles

Flaviano Casas Martínez

Las cárceles
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Durante los días de reclusión forzada por la extensión e incidencia de la pandemia viral, incluso después del confinamiento, mi pensamiento sigue sobrevolando los grandes recintos carcelarios donde son confinados los excluidos de la sociedad. Reflexiono sobre la frase de Joanne Deroin : "La política no ha sido el arte de gobernar a la gente, sino más bien de oprimirla. Gobernar es reprimir más o menos inteligentemente, más o menos brutalmente, según el tiempo y las circunstancias".

Cárceles del ayer, macrocárceles de hoy, constituyen un pozo de dolor, un submundo de soledad, un estigma de rechazo social y un vivo ejemplo de deshumanización. Los Estados, la justicia y la sociedad anteponen la seguridad a la libertad, sin reparar en las condiciones de vida carcelarias. Leyes y Códigos determinan que en el presidio es muy fácil entrar, pero muy difícil salir. Esta afirmación contradice el reiterado tópico: "los presos entran por una puerta y salen por la otra". Pero ¿de qué presos se trata? -Miles de personas viven en condiciones de extrema pobreza frente a las camarillas de gobernantes y poderosos que nos hundieron en el fango de la llamada "crisis", (la gran estafa), los cuales robaron a manos llenas al erario público, destruyeron las pruebas mientras prescribían los delitos, y como ejemplo contamos con grandes empresarios, exministros, prebostes de variado pelaje, incluso miembros de la familia real.

La prensa y la televisión presentan ahora un formato edulcorado en el que no se cuestiona el realismo de las cárceles, los malos tratos, el aislamiento, la indefensión o la extralimitación de la justicia. ¿Cómo está regulado el trabajo de los presos en las cárceles?. ¿Qué sindicato apoya a los reclusos, y hasta dónde alcanza la defensa que prestan los abogados penitenciaristas a presos considerados pobres de solemnidad? - Los condenados, los que no tienen voz, gritan a las conciencias adormiladas de la sociedad. Sus familiares mártires: padres, hijos, cónyuges, interpelan a los jueces desde los cristales vidriosos de las cabinas de visita, tras las rejas y barrotes de separación. El llanto desesperado revela que las madres y padres presidiarios sufren la separación de los hijos que, a pesar de saber que existen, no les conocen.

Jóvenes en paro con necesidad de evasión, cayeron en el pozo fatídico por la presión callejera del tráfico de drogas duras. En medio de barrios apestados circula la droga impunemente ante la presencia policial. Cuando se practican las "redadas", los conocidos traficantes de los barrios se esfuman como pez en el agua, resultando apresadas las infelices víctimas, herederas de la pobreza más radical. La cárcel les "premiará" con masificación y amargos silencios, depresión, intento de suicidio, lágrimas, desesperación, somatizaciones... Pobre sociedad civil, insensible e inconsciente, cuando no cruel; maldita la justicia que se olvida de las presas y los presos encerrados.

Quienes disfrutan de los paraísos fiscales, los corruptos, los cleptócratas, los que trafican con el hambre, con las armas..., no suelen pisar estas fábricas de dolor. Mientras tanto ¿quién apuesta por los jóvenes? -Los gobiernos ofrecen apuestas, casas de juego...y soslayan el problema. Invierten en campos de fútbol, toros, ferralla y hormigón..., diezmando presupuestos a la educación, a la sanidad y a la investigación.

Las cárceles conforman jaulas de un sistema alienante, represivo, absurdo, injusto e inútil; un modelo antisocial de fracaso institucionalizado. La rehabilitación del consumo de drogas es imposible cuando estas proliferan por las galerías carcelarias. ¿Qué oportunidades se ofrecen cuando salen de la prisión a quienes, por ejemplo, robaron para dar de comer a sus hijos, si el paro, el hambre y la precariedad les atenazan igual que antes de entrar en la cárcel?

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