Posibilidad de un nido

Sánchez y Calviño no tienen ni idea de qué hablan

Sánchez y Calviño no tienen ni idea de qué hablan
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez y la vicepresidenta Nadia Calviño.- EFE

Lo más difícil de legislar es lo que no conoces ni imaginas. Eso, ni imaginas. No crea empatía y en el fondo no sabes de qué estás hablando. Recuerdo que un día en un plató de televisión —Las mañanas de Cuatro se llamaba y lo presentaba entonces Jesús Cintora— me sentaron al lado a Pedro Sánchez. Había ido con el "aventurero" Jesús Calleja a trepar una montaña y parece que lo había conseguido con notable éxito. Alguien comentó algo sobre su valor. Entonces yo le dije que para parar un desahucio también hace falta valor, y que le invitaba a que me acompañara la próxima vez que se fuera a intervenir en uno, o siquiera a ver a la familia que está a punto de quedarse en la calle.

El presidente del Gobierno no conoce a los desahuciados, pero sí conocen bien a los desahuciadores. De hecho, en septiembre de 2019 se reunió en Nueva York con los presidentes de los principales fondos buitre, aquellos a los que Ana Botella (PP) regaló la vivienda social de Madrid y que cada mes dejan sin techo a familias pobres en España. Entonces se impone una pregunta: ¿para quién gobierna Pedro Sánchez? ¿A quién debería apoyar y por supuesto conocer, a aquellas familias a las que dejan en la calle o a quienes les quitan el techo? No es demagogia sino una forma de plantearse la acción política, imprescindible desde mi punto de vista. Porque si no conoces una realidad, es imposible que te pongas en la piel de quienes la sufren, es imposible incluso que te la imagines. Que le pregunten a Ada Colau, ella les puede contar. Porque si no la conoces, es muy difícil legislar sobre ella.

Y, francamente, es muy difícil imaginar a Nadia Calviño llegando a casa agotado tras 12 horas con la bandeja en alto y pensando que ya es día 5, otro mes sin pagar el alquiler, cruzando el portal y echando una ojeada al buzón como quien ve un animal salvaje, una bestia capaz de lanzar contra su cuello la carta y así rebanárselo. Es imposible, que Nadia Calviño sepa qué es la carta, ese documento donde se te informa de definitivamente tienes que dejar el piso en el que vives, el techo bajo el que duermen tus hijos, tus hijas, el techo. Hasta las alimañas tienen techo.

Es muy difícil imaginar a Pedro Sánchez a la hora del lobo, yo la conozco bien, ese momento entre las 3 y las 5 de la madrugada en el que te despiertan los latidos que se te han echado a galopar en el pecho tratando de huir de lo inevitable y por eso más aterradores. Abres los ojos, te sientas en la cama y tratas sin éxito de que el aire llegue hasta los pulmones. El cuerpo tiene mecanismos duros de analizar. Pero seguro que Pedro Sánchez no conoce la hora del lobo cuando, a las 4 de la madrugada, estás tumbado en el dormitorio y a la vez estás en medio de una calle donde no hay más gente que tú y tus criaturas y llega un golpe de viento seco y te levantas ya definitivamente de la cama porque necesitas gritar.

Es imposible que Nadia Calviño y Pedro Sánchez se imaginen ante sus hijos, sus hijas, explicándoles que mañana llegará la Policía, que no se asusten. Explicándoles, en el mejor de los casos, que llegarán amigas y vecinas a ayudarles. Definiendo para ellos la palabra "apoyo". No me los imagino temblando y sin llorar. En esos casos una no mira alrededor, tienes que centrarte en la cara de la cría, del crío, no ver ningún objeto que pueda retrotraerte a un momento, a una pérdida o una alegría. Si no, te derrumbarías y la culpa permanecería ahí para siempre, "el día que lloré y me derrumbé ante mis hijos".

Recuerdo aquel día en que invité a Pedro Sánchez a que me acompañara a conocer a una familia que está a punto de quedarse en la calle, a la que están a punto de desahuciar. Por supuesto no vino. Nadia Calviño tampoco ha estado ahí en ningún caso. Si supieran lo que significa esa situación, si la hubieran visto o vivido, no estarían ahora negándose a limitar los precios del alquiler de las zonas más desfavorecidas. Incluso a riesgo de no aprobar los presupuestos son capaces de negarse a proteger a los más débiles. Es lo único que se les está pidiendo. Imaginemos hasta qué punto les importan los fondos buitre, hasta qué punto brutal, que son capaces de dejar a las familias pobres en la calle a riesgo de quebrar el Gobierno. Ah, pero ellos legislan para quienes conocen. Sobre los pobres, sobre los desahuciados, no tienen ni puñetera idea.

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