martes. 23.04.2024
CR
Foto: Casa Real

Mal empezamos. Mi profesor de Redacción Periodística me hubiera suspendido por poner interrogantes en un titular.

Bueno. No es un pecado en este periodismo del siglo XXI donde no hay normas y prima el espectáculo.

Estaba tomando el aperitivo de la una y se me ha ocurrido la peregrina idea de pensar si en la Casa Real harían lo mismo.

Estoy tomando una cerveza con un pepinillo de anchoa, boquerón y pimiento morrón con aceituna, como aprendí en mi paso por el Rastro de Madrid.

Privilegiado, no te quejes. Significa que a esa hora no estás trabajando y te puedes permitir el lujo que muchos no pueden.

Es cierto. Después he comido una sopa de fideos con caldo de huesos que me ha vendido el carnicero y un estupendo filete de ternera a la plancha. De postre un melón fuera de temporada excelente.

Don Felipe, ya ve cómo le ha ido a su padre. El populismo de ir a una montería de marqueses a hacerse la foto con el pastor comiendo unas migas, ya no convence a nadie

Entre vino y vino, me pregunto: ¿Qué comerán en la Casa Real? Como es obvio, no lo sé. Para ser populares y aparecer como uno más, se invierten cantidades ingentes en tener bacines, adláteres y come cocos de opinión para conseguirlo. ¿Y si fuera tan sencillo como ser uno más, llevar una vida normal, contar con transparencia cómo viven, qué hacen, qué comen, si les gustan los pepinillos o el caviar?

Claro, que vista la experiencia del mal llamado Emérito en donde esté nadie se lo imagina comiendo un plato de mi tierra como el caldillo de patatas con melón de postre y un tintorro del año.

Majestades, más bien les imagino con una de esas mesas grandes tan impersonales, con unos manteles bordados, cristalería de Bohemia, cubiertos de plata, y vinos que superen los cien euros por botella, como en aquel famoso vuelo de Rajoy en el avión presidencial donde su cena nos salió por unos mil quinientos euros. Según dicen las malas lenguas. Solo las malas lenguas.

Sus Majestades, no quiero caer en la demagogia fácil de que para ser populares tienen que comer cocido todos los días. O gachas, como hace mucha gente. ¡En el siglo XXI!

Cualquier país que se precie debe colocar en la Jefatura de SU ESTADO a una persona que represente la dignidad de ese pueblo.

Aquí nos toca la Monarquía. Pero hay muchos tipos de ella como hay muchos tipos de reyes.

Don Felipe, ya ve cómo le ha ido a su padre. El populismo de ir a una montería de marqueses a hacerse la foto con el pastor comiendo unas migas, ya no convence a nadie.

Este invierno va a ser muy duro. Tendremos que comer muchas migas, muchas gachas y mucho cocido. Lo que no está nada mal. Pero no nos va a dar para rioja de quinientos euros, gambas de Huelva y caviar beluga.

Piense en ello. Quizás sea una tontería. Pero a muchos españoles nos gustaría saber cómo viven, qué comen, qué les gusta y compararlo con nuestras vidas. Hágame caso y pruebe de vez en cuando un caldillo de patatas manchego. Si no se lo saben guisar, me llama. Se lo hago encantado. Sean felices.


Carta abierta a la Reina Doña Sofía


Carta abierta al Rey Felipe VI


¿Qué comerán en la Casa Real?