Dominio público

Perro no come carne de perro

Ana Pardo de Vera

¿Qué puede haber frenado a Vox para oponerse a la retirada de la Llave de Oro de la ciudad de Madrid que Alberto Ruiz-Gallardón (PP), entonces alcalde de la capital, concedió a Vladímir Vladímirovich Putin en 2006? El portavoz del partido de ultraderecha en el ayuntamiento, Javier Ortega Smith, intentó explicar este martes su posición diciendo que la valiosa llave se concedía a todo el pueblo ruso y no a Putin, pero o se lo ha inventado o no sirve por ignorante para el cargo que ostenta: tanto Hugo Chávez, difunto presidente de Venezuela, como Juan Guaidó (qué risa) recibieron la Llave de Oro de Madrid, por ejemplo, una llave que se entrega a los jefes de Estado cuando viajan de visita oficial a Madrid según un acuerdo con el Gobierno español (art.34 del Reglamento de Protocolo y Ceremonial del Ayuntamiento de Madrid). La concesión se entrega a los mandatarios en agradecimiento por su visita, no a los pueblos respectivos, y se retira igualmente a aquellos.

Parece que el presidente Putin, vía Vladimir Yakunin y Konstantin Malofeev, los dos oligarcas rusos muy activos en la financiación de ideologías totalitarias y ultrareligiosas, a imagen y semejanza del actual Kremlin, han hecho llegar a Santiago Abascal que está bien hacerse pasar por demócratas un tiempecillo mientras dura la guerra de Ucrania para que no resienta su ascenso electoral en España, pero que lo de llamar "comunista" a Putin a todas horas, aunque sea para insultar al adversario-enemigo político ya es demasiado, cuando el neozar ruso es tan comunista como Vox.

En las últimas horas, los optimistas -no me incluyo- ven signos de avance en las negociaciones entre Rusia y Ucrania para poner fin a la guerra. Quizás Vox esté reculando progresivamente en sus descalificaciones a Putin y a la espera de que las aguas vuelvan a su cauce y el dinero de la oligarquía rusa, a sus bolsillos. Más allá de tuits borrados por Abascal donde elogiaba al presidente de la Federación de Rusia, Vox está fuertemente vinculado a la financiación que los citados oligarcas rusos han donando a CitizenGo, la ampliación internacional de Hazte Oír, donde Alexey Komov figura como miembro del patronato. Komov, colaborador y representante de Malofeev, lo es también de Ignacio Arsuaga, líder de la ultracatólica, homófoba, tránsfoba y machista Hazte Oír y principal impulsor de Vox y Abascal en su salto a las instituciones, tal y como recogía profusamente el informe del Foro Europeo sobre Derechos Sexuales y Reproductivos publicado por Infolibre.

El bulo que Vox ha lanzado sobre sí mismo desvinculándose de Putin y arrojando el presunto comunismo de éste sobre Unidas Podemos, en particular, y el Gobierno, en general, además de un bulo para desinformados es una trampa para necios. Medios como Público han explicado una y otra vez, con pruebas contundentes como las aportadas por Wikileaks, que el Kremlin de Putin, a través de los oligarcas que le deben su fortuna y su influencia, lo que los convierte en sus ejecutores, ha financiado a las fundaciones satélite de Vox que, a su vez, financiaron y apoyaron públicamente al partido de ultraderecha.


El objetivo de Vladímir Putin es desestabilizar las democracias liberales e imponer autoritarismos como el suyo, ultrareligiosos y que amputan a las sociedades sus libertades fundamentales y los derechos humanos, como hizo Donald Trump en EE.UU., Matteo Salvini en Italia o hacen Viktor Orbán en Hungría y Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia. O como pretenden los amigos de todos ellos, Santiago Abascal y Marine Le Pen. Se pueden creer las mentiras de Vox o se pueden comprobar los hechos consumados. Y son muchos.

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