Otras miradas

Mi primer trending topic por odiada

Marta Nebot

Mi primer trending topic por odiada
Will Smith abofetea al presentador de la gala, Chris Rock. — Etienne Laurent / EFE

Es curioso que saliera del programa de Sonsoles Ónega, el Ya es mediodía de Telecinco, que ven más de un millón de personas, particularmente satisfecha con la discusión y que eso se tradujera en esto otro: trending topic por odio, insultada por la espalda hasta convertir una bola de bilis hacia mi persona en lo más visto en Twitter por un rato. Y llego a esta conclusión porque a mí no me llegó nada, no fui consciente de lo que estaba pasando hasta que amigos y conocidos empezaron a tuitear mensajes de apoyo. Mi política pasa por solo bloquear a los que insultan, no a los que hacen críticas más o menos constructivas, educadas, o bienintencionadas. Es decir, que estoy segura de que lo que circuló hasta convertirse en lo que más lo hizo era una enorme cantidad de odio desatado.

Cuando me di cuenta de lo que pasaba –ilusa de mí– pensé que habría cabreado a los monárquicos. En el programa de ese martes volvimos a hablar del emérito y de la reunión de la realeza europea en la misa por el príncipe Felipe de Edimburgo. Se me ocurrió en directo que era probable que en los corrillos de después sus royalties estuvieran comentando el asuntito de Juan Carlos, ahora juzgado en Inglaterra por su "presunto" acoso a Corinna, y el papelón español de sus abogados defendiendo una inmunidad e inviolabilidad absoluta de la que no disfruta ninguna corona europea. Como afirma en su escrito el juez británico que ahora lo juzga, si aceptara esas impunidades tendría que admitir que cualquier rey pudiera entrar en la joyería más cara de Londres y se llevara un anillo con el pedrusco que le diera la gana. Este magistrado británico, como el fiscal suizo anterior, nos está dando sopas con ondas, nos están demostrando que en España se está defendiendo a la Corona por encima de nuestras posibilidades.

Jaime González, mi contrincante verbal de la jornada, intentó quitarle hierro a mi ocurrencia diciendo que bastantes problemas tienen las otras monarquías como para estar hablando de Juancar. Me salió automático darle la razón alegando que efectivamente debían tener muchos problemas porque "no hay nada más arcaico que la monarquía en plena democracia". Me pareció que me había quedado redondo. En la televisión, cada vez más, los más rápidos ganan.

Sin embargo, ese no era el asunto que había despertado a la bestia que habita en el mundo paralelo internetero, o al menos eso decían. Quizá mi pequeña victoria dialéctica les picó, pero lo que los sulfuró fue que defendiera que el análisis del episodio de Will Smith en la entrega de los Oscar no debería centrarse en los límites del humor; que lo mollar era el machismo que se había puesto de manifiesto en la fábrica de los sueños de Occidente, con el mundo entero mirando, sin que nadie hubiera sabido reaccionar en el momento. Defendí que el chiste no era para tanto: Chris Rock, el presentador de la gala, le dijo a Jada Pinkett, esposa de Will Smith, que estaba deseando verla en la secuela de La Teniente O'Neil, una peli protagonizada  en 1997 por Demi Moore en estado de gracia y guapísima tanto rapada como con pelo. Defendí que si alguien tenía que haberse defendido de algo, sin duda, debía de haber sido la aludida y no su esposo: una mujer adulta, que hasta ha hecho un vídeo quitándole hierro a su problema de alopecia.

Jaime me acusó de arrogarme la representación del feminismo y alegó que cabe la posibilidad de que a ella le gustara que su marido le diera un bofetón al que hizo el chiste, que lo mismo hay muchas mujeres a las que les gusta esa presunta caballerosidad. Claro, también hay mujeres machistas, le respondí. Y afirmé que otra vez se atacaba al mensajero por no poder atacar al argumento. "Si no me crees a mí, echa un ojo a lo que dicen en las universidades", le dije. La verdad es que lo de defenderse sola es de primero de feminismo. Hacerlo empodera, evita tutelajes y aclara la independencia en la pareja.

Y a toro pasado, como siempre, se te ocurren muchas más cosas:

  1. Las feministas, las que peleamos por la igualdad, no queremos que nos defiendan cuando podemos defendernos solas, ni que decidan por nosotras de qué nos defendemos y de qué no, ni cómo, ni ninguna otra cosa. Solo queremos ser dueñas de nuestras vidas y de nuestros cuerpos; ser tan dueñas como ellos. Este episodio con los géneros cambiados sería impensable. A ella se la tildaría de histérica o de loca.

 

  1. Las que creemos en la igualdad no queremos que nos paguen nada ni nos compren cosas ni que nos abran puertas o nos acerquen sillas si alguno de esos detalles hacen sentir al que los ejecuta que le dan poder sobre ti de alguna manera. La independencia económica para mí fue, es y será sagrada porque todo muy bien cuando está bien y tiene sentido que pague más el que más cobra pero, cuando aparece el conflicto, el que paga, manda.

 

  1. Justificar el ataque de machito valiente, con "Dios" y "el amor", como hizo en su discurso de después del episodio al recibir un Oscar, es la excusa más barata y antigua para eludir la responsabilidad personal. Fue Will Smith y solo Will Smith el que decidió ceder a un ataque de ira o de ego o de virilidad mal entendida o todo junto y subió a un escenario para pegarle a otro una hostia por mentarle a la parienta. Decir que "Dios" le ha puesto en esta posición en la vida y que el "amor le hace hacer cosas locas" es utilizar los argumentos de siempre para atenuar la responsabilidad personal por dejarse llevar por los demonios que a todos nos habitan. El modelo de masculinidad imperante tiene un problema descomunal con su violencia desatada. Lo dicen todas las cifras.

Entre los pocos tuits que me llegaron después del programa, antes de saber nada de lo que se estaba gestando, hubo uno de @patricialale que me echaba una flor y añadía:

"...ya está bien (y sí, tuve problemas de #alopecia por un tumor) pero ya está bien!!! Que nunca me defienda alguien como #WillSmith!!! #YaEsMediodia28M"

Le agradecí de corazón el comentario porque creo que los límites del humor se están achicando peligrosamente y al hilo que su tuit generó añadí otro:

"Pues yo creo q deberíamos  promover q controlemos las reacciones violentas porque con lo contrario se justifican y se suceden cosas más o menos horribles pero nunca beneficiosas. Tenemos que aprender y promover contar hasta mil. Todos podemos".

Y otro más hilado:

"Todos podemos. Es cuestión de mentalizarse, de técnica y de entrenamiento pero, sobre todo, de voluntad".

Y no, estos tuits no fueron trending topic ni pasaron de boca en boca, ni se extendieron como la pólvora animando a ser razonables, a aprender a controlar nuestras emociones  peligrosas.

Después de digerir lo ocurrido, las dudas nuevas que me asaltan son:

–¿Cómo y cuándo llegaron a esto las redes sociales? Mi facebook es ahora una jauría porque en los años en los que me abrí una cuenta seguí mi impulso de aceptar a todo el mundo, de ampliar el foro, de eso se trataba. Entonces, no era imaginable lo que venía. Ahora ni me asomo y solo me llegan los mensajes que la red me envía al mail cortados (ponen el principio y puntos suspensivos). Los de estos días empiezan por:  "Ojalá te peguen una paliza..." y cosas por el estilo.

–¿Cuándo terminará la impunidad en las redes? ¿Por qué ahí unos pueden ser anónimos y otros no? ¿Por qué, si no permitimos la jauría verbal en las calles, en los medios, ni en ningún sitio, hay un limbo donde se producen diariamente linchamientos? ¿Por qué ahí el límite no es, como en todas partes, el insulto, la amenaza y la agresión? ¿Por qué en las nuevas plazas públicas 2.0 se permiten lapidaciones verbales y por qué suelen ser las mujeres las víctimas? Llevo más de quince años trabajando en el barro político y, sin embargo, los ataques más furibundos siempre me han caído por señalar machismos, por feminista.

–¿Por qué esta evolución en concreto con el feminismo? ¿La guerra de los sexos, siempre ridícula y falaz, está peor que nunca? ¿Será que antes nos queríamos más y nos odiábamos menos o que estábamos más calladitas? ¿Será que los que no quieren la paz en esta presunta guerra, es decir, la igualdad, están perdiendo más batallas? Y, entonces, ¿por qué cada vez tengo más miedo y no menos?

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