Nulidad de Actuaciones

Benhalima: cuando los derechos humanos son una buena idea

Benhalima: cuando los derechos humanos son una buena idea
Mohamed Benhlima.- FACEBOOK

Cuentan que en una ocasión, durante una entrevista, un periodista le preguntó a Gandhi por su opinión sobre la "civilización occidental", a lo que el reconocido pacifista respondió: "¡sería una buena idea que existiera!". Su respuesta, con un evidente contenido irónico, pero también con una profunda crítica, hacía referencia a que todo el sistema de valores, derechos y libertades que se pregonaban desde las democracias occidentales no era más que mera propaganda de un sistema que realmente no existía.

Benhalima también debió pensar que huir de Argelia, tras denunciar la corrupción del gobierno y el ejército de su país, y pedir asilo en España, un país occidental, era una buena idea.

A partir de 2019 recorrió Argelia un movimiento (Hirak) de protesta que reclamaba cambios en el gobierno y la renuncia de su presidente, Abdelaziz Buteflika, que llevaba casi 20 años en el poder sostenido por una enorme élite militar. Benhalima fue uno de los miles de argelinos que se unió a esas protestas. Pero fue mucho más allá. Desertó del ejército argelino, donde trabajaba como chófer, y comenzó a denunciar en sus redes sociales (@M_benhalima) la corrupción que pudría hasta el tuétano al estamento militar. Una vez hizo eso, sabía que su único camino era el del exilio si no quería terminar en el Centro Antar, sede de la Dirección General de Seguridad Interior, donde se interroga bajo tortura a los opositores políticos por parte de los servicios secretos argelinos, que han sido definidos por organizaciones internacionales como una "maquinaria de muerte".

El resto de la historia es bien conocida. Benhalima llega a España y solicita asilo político. Solicitud que es inicialmente admitida a trámite. Pero es en el transcurso de ese procedimiento, y aún sin haberle sido denegada la misma, cuando Benhalima es detenido en Zaragoza y se le abre un expediente de expulsión por infracción de la Ley de Extranjería. La policía le aplica el trámite preferente de expulsión por considerar que es un riesgo para la Seguridad Nacional y para acreditarlo aporta... ninguna prueba.

La tramitación preferente de un procedimiento de expulsión significa que los plazos, desde el inicio del expediente sancionador hasta el dictado de la resolución final, se acortan extraordinariamente. Una vez iniciado el trámite se nos dan 48 horas para presentar alegaciones y por parte de la policía se solicita a la jueza de guardia de Zaragoza su internamiento en el CIE de Valencia (Zapadores), y ello pese a que, como se reconoce en la propia solicitud cursada por la policía, "la situación administrativa de Benhalima Mohamed Azzouz no va a devenir en estancia irregular hasta que transcurra el plazo de salida obligatoria que figura en la resolución denegatoria de protección internacional".

Es decir, la propia policía reconoce que está solicitando el internamiento en un CIE de una persona que no se encuentra en ese momento en situación irregular y sobre la que, por cierto, tampoco se había dictado, ni notificado, la denegación del asilo solicitado. Todo bien, circulen.

La jueza de guardia, como no podía ser de otra manera, hace a ciegas lo que le pide la policía y Behalima acaba con sus huesos en el CIE de Valencia al día siguiente.

Ante semejante situación, Amnistía Internacional lanza una campaña internacional de alerta y recogida de firmas, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) le asiste en una segunda solicitud de asilo desde el CIE y nosotros presentamos las alegaciones correspondientes a la incoación del expediente de expulsión. En ellas, entre otras cosas, solicitábamos a la policía que nos aportara al menos un solo dato objetivo, con fecha, lugares y consecuencias, de algún hecho en el que hubiese estado implicado Benhalima y que pudiera considerarse un "peligro para la seguridad nacional". O al menos, algún pantallazo de algún tuit subversivo, algún discurso incendiario. No sé, algo... Pero el silencio fue la respuesta.

Se abrieron por lo tanto hasta tres "frentes" para tratar de evitar que Benhalima fuese entregado a un país donde las torturas y las desapariciones de disidentes políticos son una realidad, tal y como consta en todos los informes que organizaciones internacionales de Derechos Humanos han publicado sobre Argelia.

ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, a la vista de esa segunda solicitud de asilo emite un informe en que dice textualmente: "a la vista de la información disponible en las diversas fuentes consultadas, ACNUR considera que las alegaciones sobre el incremento de su temor a sufrir detención y tortura por parte de las autoridades en caso de ser devuelto, no habiendo sido valoradas en el marco de la solicitud inicial, deberían dar lugar a la admisión a trámite de la solicitud".

En paralelo y con la ayuda de The Cairo Institute for Human Rights Studies (CIHRS), abrimos un cuarto frente y comunicamos el caso al Comité contra la Tortura (CAT) de las Naciones Unidas, que abre procedimiento informativo, pero desestima paralizar cautelarmente la expulsión hasta en tanto en cuanto no se pronuncien las autoridades españolas. Recordemos que en ese momento Benhalima se encuentra privado de libertad en un CIE, pero sin orden de expulsión ejecutable, ni solicitud de asilo denegada.

El viernes 18 de marzo la policía decide retirar el móvil a Benhalima. ¿Motivo?. Le dicen que "está hablando con demasiada gente". Teóricamente, un CIE no es una cárcel (que lo es) y los internos tienen derecho a conservar sus pertenencias, por lo que la retirada del móvil es claramente una irregularidad.

Seis días después es cuando el Ministerio del Interior ataca con todo y maniobra para impedir la asistencia letrada a Benhalima y las posibilidades de acceder a un recurso efectivo contra la denegación del asilo.

Según la información facilitada por la propia policía a la oficina del Defensor del pueblo, el día 24 de marzo a las 17:35 se le notificó la denegación del asilo. Tres minutos después, a las 17:38, se le notifica la orden de expulsión. Recordemos que le habían quitado el móvil y no puede avisar a nadie del exterior de lo que está pasando. A las 18:41 la Comisaría General de Extranjería y Fronteras nos remite por correo electrónico la resolución de expulsión y a las 19:45 el avión (casi privado) que traslada a Benhalima a Argelia despega del aeropuerto de Valencia.

Es decir, se nos da a sus abogados una hora y cuatro minutos para redactar el recurso contencioso-administrativo con solicitud de medidas cautelarísimas, ordenar y adjuntar la documentación, llevarlo al juzgado de guardia, que la jueza, o juez, se lo lea, redacte una resolución, avise a la comisaría en caso de que la misma sea estimatoria y que de la comisaría lo comuniquen a los agentes ejecutantes para que paralicen la expulsión. Algo así como jugar ocho partidas de ajedrez simultáneas contra Bobby Fischer y ganarlas todas.

Con la certeza de que todo nuestro esfuerzo iba a ser en vano, puesto que ya nos estaban llegando rumores de que Benhalima había sido entregado a las autoridades argelinas, presentamos la solicitud de paralización de la expulsión en el juzgado de guardia. Durante la espera a la resolución judicial nos llegó la confirmación, vídeo de Youtube incluido, de que efectivamente se encontraba ya en Argelia.

El juzgado de guardia, tras un par de horas de espera en la sala habilitada para ello, finalmente desestimó la solicitud de paralización cautelar de la expulsión, argumentando que "el posible peligro para la seguridad nacional, alegado en el expediente de expulsión, supone un argumento suficiente contra la permanencia cautelar del extranjero en nuestro país". Novena partida de ajedrez contra Fischer.

Y aquí es donde nos topamos con otro escollo insalvable en estos casos: la relativización de los derechos. Si eres extranjero y te acusan, aún sin pruebas, de que eres un peligro para seguridad nacional, date por expulsado. Cualquier posibilidad de defensa de tu inocencia se tramitará con el exquisito ninguneo de la burocracia administrativa.

Añadamos una décima, y última partida de ajedrez contra el genio norteamericano: el contexto internacional. La inmensa mayoría del gas natural que consumimos procede de Argelia y, como consecuencia de la guerra de Ucrania, vamos a tener que incrementar ese suministro. Jaque. Además, están profundamente cabreados con el Gobierno de España por su decisión de arrimar el ascua del Sáhara Occidental al caldero de Marruecos y algo hay que hacer para tranquilizarles. Mate.

No creo que Benhalima haya sido utilizado como "moneda de cambio" entre el Gobierno español y el argelino a cuenta del gas. Ninguna persona vale tanto para un Estado. Pero ciertamente sí que ha sido un elemento que el Ejecutivo español ha usado para no tensar más las relaciones con el país magrebí y, en ese sentido, sí que le han utilizado como una mercancía en vez de como una persona.

En este caso, la partida de ajedrez por los Derechos Humanos la hemos perdido todos y todas.

 

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