Otras miradas

Vox y la fumata negra electoral de Europa

Ramón Luis Soriano Díaz

Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

Vox y la fumata negra electoral de Europa
El presidente de Vox, Santiago Abascal (i), y el portavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros (d), en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.- Isabel Infantes / Europa Press

Hace muy poco tiempo el partido político de ultraderecha de Orbán ganó de nuevo las elecciones en Hungría. En las elecciones francesas del domingo la ultraderechista Marine Le Pen ha quedado en segundo lugar y crecido en votos respecto a las elecciones anteriores. Y no está claro que no sea la futura presidenta de Francia en la segunda vuelta. En 2014 la ultraderecha entró en el Parlamento europeo y desde entonces no ha dejado de progresar en Europa. La ultraderecha española ha sido la última, que se ha sumado al grupo, pero lo ha hecho con fuerza creciente. En 2017, tras el triunfo inesperado de Trump en Estados Unidos, los partidos de la extrema derecha europea se reunieron en Coblenza y asumieron un programa común. Entre ellos el partido político Vox, que hace poco ha sido el anfitrión de la reunión de la extrema derecha europea en Madrid.

En el Estado del Vaticano en la elección del nuevo Papa la fumata blanca no tarda en elevarse en la plaza de San Pedro, porque los ancianos cardenales están recluidos en una sala, de la que no pueden salir, hasta que elijan al Papa. Pero en el cielo de Europa una fumata negra recorre Europa y no parece que vaya a convertirse en humo blanco alguna vez. Es la fumata de la extrema derecha.

La democracia tiene que defenderse de quienes quieren destruirla. He oído decir con estupor que ésa es la grandeza de la democracia, la de contener en su seno a los que no son demócratas y desean que desaparezca para que prevalezca el autócrata salvador de la patria -entiéndase su patria. La democracia no solo contiene a su enemigo en su interior, sino que le da palabra pública, votos y gobierno, le dota de enormes alas para que se extienda por todas partes. No hay grandeza cuando ésta lleva a la perdición.

Expongo algunas soluciones para frenar el avance de la ultraderecha española, algunas de las cuales pueden aplicarse también a algunos países de Europa.

1.- La aplicación de la Ley de partidos políticos.

Tenemos dos raquíticas leyes de partido: la preconstitucional 54/1978 y la posterior 6/2002, que creó expectativas frustradas en los demócratas. La primera contiene seis artículos; la segunda trece. Este escaso articulado lo dice todo sobre su escaso manto protector de derechos y garantías. Pues bien, la segunda ley fue creada, no para establecer, al fin, el funcionamiento y la composición democráticos de los partidos políticos, a lo que obliga el art. 6 de la CE, sino sencillamente para proteger a la democracia de los partidos situados fuera de ella. La ley es generosa en las causas de disolución de los partidos políticos. Indica hasta cuatro causas de disolución, algunas con conceptos indeterminados que favorecen su aplicación. Y efectivamente, poco después el solícito Tribunal Supremo disolvió al partido político Herri Batasuna, heredero según el tribunal de ETA. Si leen la ley verán la centralidad en ella del art. 9 concebido y destinado por el legislador para proteger a la democracia española de su enemigo interior. ¿Cómo? Disolviéndolo, condenándolo a la inexistencia.

¿Por qué no hace ahora lo mismo el legislador? ¿Por qué no protege ahora a la democracia, disolviendo a los partidos que van contra ella y la conquista de los derechos y garantías obtenidos en su seno? El partido político Vox reiteradamente en sede parlamentaria ha dicho que disolverá a los partidos nacionalistas y comunistas. No cualquier militante o diputado del partido, sino el presidente del partido. Y no como fórmula genérica, sino refiriéndose a partidos concretos, y no a partidos radicales como Esquerra republicana de Catalunya, sino a un partido moderado nacionalista, como es el PNV. Recuerdo que el diputado Esteban, portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, se quejó amargamente en el Parlamento de las palabras de Abascal. Los diputados se cruzaron de brazos. ¿Por qué no aplicar a Vox la misma medicina que este partido pretende para los partidos nacionalistas y comunistas atreviéndose a expresarlo en el mismísimo Parlamento?

Existen para ilegalizar a Vox múltiples pruebas en el campo del Derecho, sin necesidad de acudir a otros ámbitos: político, ético, sociológico, etc. Señalo los propósitos y actuaciones de VOX contra nuestra Constitución y nuestra democracia instalada por la Constitución. Contra los derechos civiles: aborto, igualdad de género, matrimonio homosexual, diversidad sexual en todas sus manifestaciones, intentando abolir leyes de desarrollo de derechos constitucionales (título preliminar, capítulo II, arts. 14 a 38, parte sustancial de la CE). Contra el Estado de las Autonomías (título VIII, arts. 137 a 158). Contra la legalidad de los partidos políticos nacionalistas y comunistas (art. 6 de la CE, parte sustancial de la CE). Contra el pluralismo lingüístico (art. 3 de la CE, parte sustancial de la CE). Contra la inmigración, especialmente musulmana, identificando inmigración y delincuencia, e incriminando a menores no acompañados sin pruebas (art. 14, parte sustancial de la CE). Contra el pluralismo religioso, prohibiendo la creación de mezquitas (art. 16 de la CE, parte sustancial de la CE). Contra el Tribunal Constitucional, del que piden su abolición, no obstante formar parte de la estructura básica de nuestra democracia (título IX, arts. 159 a 165). Contra la integración de España en la Unión Europea, de la que niegan que se convierta en una federación y a la que critican porque no respeta la soberanía de los Estados (art. 96 de la CE). Vox, expresión máxima del hipernacionalismo español, se opone por arriba a una Europa integradora de los Estados europeos y por abajo a los nacionalismos en el interior de nuestro país.

¿No hay suficiente materia para ilegalizar a Vox? Es necesaria una nueva entente entre el poder legislativo y el poder judicial para arrojar fuera del ordenamiento jurídico a Vox, para que éste no destruya nuestra Constitución y nuestra democracia.

2.- La necesidad de aislar a Vox para gobernar, como se hace en la formación de los Gobiernos europeos y en estos días vemos en el cordón democrático de Francia, precisamente para proteger sus democracias. Lamentable e irresponsable la actitud de nuestra derecha. EL PP está cebando al nuevo salvador de la patria, que aguarda agazapado en una esquina. Ayer por segunda vez metió a Vox en el Gobierno de una Comunidad autónoma.

3.- La educación y formación en democracia de los ciudadanos, concretamente en el conocimiento de nuestra Constitución.

Es la asignatura pendiente de todos los planes de estudio, de todos los niveles de la enseñanza. Es absolutamente urgente y necesario enseñar a los estudiantes en las escuelas primarias, en los institutos, en las universidades, en la docencia no reglada, qué es la Constitución, cuáles son sus contenidos: formas de Estado -democracia, dictadura, tiranía-, soberanía nacional, poderes públicos y su necesaria división y separación, derechos y libertades de las personas, etc., etc. No cometer el error de titular la asignatura como "Educación en la ciudadanía",  "Valores éticos" y nombres por el estilo, porque inmediatamente saldrán a la palestra los agoreros vociferantes de que se está adoctrinando y convirtiendo la enseñanza en el escenario de intereses partidistas. No. Un tremendo error, legislaturas tras legislaturas desde 1978. La asignatura en todos los planes de estudio tiene que llamarse "Constitución", la Constitución fruto del consenso de la transición española, la Norma fundamental que rige las actuaciones de los partidos políticos (todos ellos), del Parlamento y del Gobierno, de los ciudadanos/as en la vida pública. ¿Qué fundamentos puede lanzar la ultraderecha contra la enseñanza de la Constitución en las escuelas e institutos? Los improperios, que pueda lanzar, irán contra ella misma, porque se colocará claramente fuera del sistema político que les da la palabra, el voto y el gobierno. Les confieso una práctica que me deprimía todos los años. Les ponía a mis alumnos del último curso de Derecho una encuesta sencilla y elemental sobre conocimiento de la Constitución. Suspendía el 95%. Y estoy hablando de personas a punto de obtener el título de jurista. ¿Qué pensar del resto de los estudiantes españoles?

4.- Un cambio de actitud de la sociedad española, especialmente de los medios, comunicadores y periodistas.

Es necesario hacer frente a la mentira de los políticos, que ha sido elevada al estatus de arma legítima de la lucha política. A ello contribuye que diputados y senadores pueden decir lo que quieran, absolutamente lo que deseen, ya sea una calumnia o una injuria o una mentira, que nadie les molestará y menos los jueces, porque nuestros parlamentarios han sido agraciados por la propia Constitución con la prerrogativa de la inviolabilidad (art. 71.1. de la CE). En verdad un injustificado privilegio que les hace impunes de por vida de sus expresiones mientras y después del fin de sus cargos de representación. Precisamente por esto y en correspondencia con la impunidad ciudadanos, comunicadores, periodistas deben hacer frente a la mentira de los políticos y los partidos políticos. Y especialmente las mentiras peligrosas, sonoras y contrafácticas de la ultraderecha, a la que le he contabilizado más de medio centenar de esta clase de mentiras (y ya desanimado he dejado la cuenta). Digo contrafáctica, porque los hechos demuestran claramente lo contrario de lo que se expresa. Los periodistas acostumbran a distinguir entre información y opinión y suelen advertir en cuestiones controvertidas que están dando información y no opinión o viceversa. La información se refiere a los hechos sucedidos. ¿Cuántos periodistas y comunicadores se atreven a desmentir las falsedades de la ultraderecha? ¿Cuántos de ellos lo hacen en presencia del mentiroso? ¿Cuántos periódicos y programas televisivos?

5.- La actuación en las políticas públicas, acompañada de pedagogía, sobre los huecos que sirven de caladero de votos para la ultraderecha.

El Gobierno debería tener un staff de asesores con este cometido. El punto de carencia tiene que ser inmediatamente atendido, para que no sea fuente de votos para la ultraderecha. Huelgas y manifestaciones deben ser objeto de observación constante del staff para poner remedio a la situación y que no se les vaya los votos de las manos hacia la ultraderecha. Igualmente dos zonas muy desatendidas: la de la abstención y la del voto volátil. Y pedagogía, mucha pedagogía, para saber "vender" los avances en la conquista de derechos y bienestar a pesar de los obstáculos (que apenas se citan).

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