Dominio público

Un Primero de mayo para seguir ganando derechos

Pepe Álvarez

Secretario general de UGT

En el ámbito sindical somos habitualmente bastante críticos con los resultados de nuestra actividad. Ello nos lleva en muchas ocasiones a no poner en valor, o lo que es igual, a dejar que otros se apropien de importantes logros. Y la verdad es que en este último año las organizaciones sindicales hemos sido protagonistas e impulsores de éxitos esenciales para la clase trabajadora y los ciudadanos y ciudadanas de este país. Su enumeración es demoledora.

El SMI está en las puertas de llegar al 60% del salario medio como exige la Carta Social Europea. Hemos hecho realidad la actualización de las pensiones y asegurado el futuro de las jubiladas y jubilados de hoy y de mañana, derogando la reforma del 2013. Protegimos empleos, personas y empresas con los mecanismos ERTE, evitando centenares de miles de despidos y la desaparición de miles de empresas, estableciendo un circulo de protección social no tal como el que queríamos, sino el que logramos pactar, pero único con respecto a situaciones anteriores. Hemos sido pioneros en Europa, impulsando una regulación ejemplar en materia de teletrabajo, igualdad de la mujer y riders. Y, sin ánimo de agotar todas las materias, la última reforma laboral ha devuelto un cierto equilibrio a la negociación colectiva y propiciado un cambio sistémico, impulsando de forma nunca vista la contratación indefinida.

Poner en valor lo conseguido es esencial, pero también lo es continuar con la tarea y hacer frente a los nuevos retos. El entorno actual nos muestra un panorama preocupante: la desorientación ante la mutación de la globalización económica después de la pandemia y la guerra de Ucrania, con sus crisis de suministros de materias primas y tecnología, las dificultades para la transición ecológica y el avance de una ultraderecha que ya no se corta. Una ultraderecha que ha elegido a los sindicatos de clase como un objetivo principal a través de un discurso preñado de una agresividad que sobrepasa cualquier limite, y ya merecedor de acciones judiciales. A ello se une una situación económica con una inflación desbocada, constituida en un campo propicio para alternativas populistas e inútiles para la ciudadanía que propician estos grupos, añadiéndose a este coctel la zozobra que causa la terrible guerra iniciada por Rusia en Ucrania.

¿Cómo afrontar esta situación? En diversos escenarios y con fuerza, puesto que la realidad es múltiple y las actuaciones se sitúan en diversos campos.

En el ámbito más cercano a la realidad de las personas trabajadoras, el centro de trabajo y la empresa, la negociación colectiva está estancada, lo que es inadmisible. La reforma laboral ha propiciado una mejora de la posición de la representación de los trabajadores en un instrumento esencial como es el ámbito negocial. Los sindicatos de clase iniciaremos las movilizaciones necesarias para conseguir que la patronal no se parapete en una trinchera obstruccionista. Los convenios colectivos tienen que ser el instrumento que garantice el poder adquisitivo de la clase trabajadora. El incremento de los salarios es clave para evitar que la crisis se salde con una nueva depauperación económica de los trabajadores y trabajadoras y el aumento de la desigualdad.

En el ámbito legislativo falta mucho por hacer. El debate y la implementación del denominado Estatuto de las Personas Trabajadoras del siglo XXI se puede hacer ahora, cuando ya se han limado algunas de las aristas más importantes de la reforma del 2012. Pero siendo conscientes de que aún falta mucho por hacer en un país en el que el despido es realmente libre, donde la regulación del despido colectivo permite el uso del mismo sin el adecuado equilibrio y control. Donde las personas que quieren ser representantes de los trabajadores pueden ser despedidas sin que sea obligada su readmisión. Donde la jornada de trabajo no ha sido modificada a la baja en su tope máximo, 40 horas semanales. Y ello a pesar de que han pasado décadas y del impresionante incremento de la productividad de la fuerza del trabajo en este tiempo.

También en el ámbito político-administrativo y social es necesario cambiar la realidad, porque las leyes no sirven para nada si no se cumplen. Y las mujeres de este país siguen sufriendo una desigualdad enorme en el ámbito del trabajo a pesar de una legislación moderna. Porque los accidentes laborales siguen siendo una lacra social a la cual no nos podemos acostumbrar, y menos cuando epidemias como las enfermedades psicosociales adquieren tan importante protagonismo en la realidad laboral española. Hay que incrementar la presión fiscalizadora, dotar de medios y recursos a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social y fortalecer y modificar la legislación de Prevención de Riesgos Laborales.

Los retos, como puede comprobarse, son muy numerosos, para superarlos necesitamos la agrupación de los trabajadores y trabajadoras de este país. En la calle, este Primero de Mayo es un buen momento para mostrar nuestra decisión.

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