El divertido "bingo de las gilipolleces del confinamiento de Shanghái" de un corresponsal español

Publicado el 09 de mayo del 2022

Aunque hayan quitado las mascarillas en interiores y se viva con atisbos de normalidad, la pandemia de la covid no se ha acabado. Un nuevo brote ha devuelto el confinamiento a las calles de Shanghái, en China.

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El corresponsal español Víctor Escribano se encontraba en el país y ha narrado de primera mano todo lo que está ocurriendo. Si creíamos que el confinamiento en España fue duro, las particularidades del país asiático superan con creces a las nuestras.

Escribano explica su experiencia a través de lo que llama el "bingo de las gilipolleces del confinamiento de Shanghái", donde va completando casillas si ha tenido alguna de las vivencias que se muestran.

La primera casilla dice "no os llevéis a mis mascotas". El corresponsal cuenta que ha habido casos de sanitarios que sacrifican a las mascotas de los contagiados en plena calle, por lo que tanto él como su pareja temían por la vida de su gato. La primera casilla está marcada.

Si había algo que más miedo le daba a Escribano que se llevasen a su gato era acabar en un "campamento", como se conocen a los centros de internamiento de contagiados, donde las condiciones no son las mejores. Por suerte, de momento continúa en su casa.

Otro de los temores del "bingo" es el peligro de incendio. No es que la covid provoque fuegos, pero debido al confinamiento, muchas puertas de edificios estaban siendo valladas para evitar que nadie rompa la cuarentena. El problema es que en caso de incendio u otra emergencia nadie podría abandonar el bloque, lo que es tremendamente peligroso. Por ahora, el edificio del corresponsal solo tiene un cordón policial que puede saltarse en caso de emergencia.

Ver luz al final del túnel es lo que da esperanza a cualquier persona encerrada. Para poder levantar la cuarentena en el edificio se requieren 14 días sin contagios, si se produce alguno se reinicia el contador. Por lo que la espera está resultando eterna y ya no hay ni luz ni túnel.

Conseguir comida estando confinado es una montaña y que esté en buen estado es un ochomil. Mucha gente se está encontrando que la comida que reciben no es apta para su consumo, por ahora, el corresponsal se está "librando" de este problema.

Uno de los problemas más comunes que se vivieron aquí durante el confinamiento fueron las posibilidades de cada casa para poder tomar el aire. Los más afortunados tenían un jardín o un patio, otros por lo menos un balcón, pero también los hubo que no tenían nada y fue un tormento. El corresponsal pudo disfrutar de su terraza, pero tras siete semanas de confinamiento ya no es suficiente. Tampoco le convenció mucho la idea de poder salir a pasear por su urbanización.

El lenguaje puede sorprender y curiosamente hay similitudes entre las palabras positivo y oveja, por lo que muchos se referían a dar positivo con el emoji de una oveja.

Volviendo a la comida, las coles se convirtieron en el ingrediente estrella, ya que estaban presentes en todos los paquetes de comida que recibían. Otro de los problemas para comer es que las apps de pedidos a supermercados no funcionan. Aunque circulaba la leyenda urbana de que a horas intempestivas se podía conseguir hacer un pedido, nuestro protagonista no lo ha logrado.

Los vecinos pueden dar problemas en situaciones de estrés, de los clásicos vecinos vigilantes hasta alguno más creativo, que bromeaba con comerse a otro de los residentes del edificio en caso de escasez de comida.

La comida puede ser imposible de gestionar en estos casos, o tienes mucho de algo o te quedas sin nada. Hay que echarle creatividad con lo que se tenga.

Desde el Gobierno chino intentan enviar mensajes propagandísticos para buscarle el lado positivo al asunto, pero cuando te tienes que lavar con un barreño y una esponja porque el calentador está estropeado y nadie puede ir a arreglarlo se hace cuesta arriba.

En la misma línea, las autoridades agradecen a los ciudadanos por su cooperación, aunque no parece que haya mucha mas alternativa si no se quiere enfadar al Gobierno chino.

En estas situaciones, las pequeñas cosas pueden darte una alegría. Como por ejemplo conseguir pedir algo de comida rápida a domicilio, pero por el momento ni Víctor Escribano ni su mujer se han podido comer una hamburguesa en semanas.