Álex Corretja, 'devorado' por aficionados españoles en un directo tras la nueva épica de Nadal en Roland Garros

Publicado el 01 de junio del 2022

Rafa Nadal nos tiene malacostumbrados. Cuando parece que ya no puede agrandar más su leyenda, cuando parece que su cuerpo ya no le responde, el balear saca ese don que tiene para seguir asombrando al mundo del tenis. Este lunes volvió a hacer historia. Se cruzaba en los cuartos de final con el serbio Novak Djokovic, número 1 del mundo y defensor del título, en un partido digno de la gran final. Y Nadal lo volvió a hacer. Ganó en más de cuatro horas por 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6(4) y se metió en las semifinales, donde jugará contra el alemán Alexander Zverev. Ya solo está a dos pasos de alzarse con su 14ª Copa de Mosqueteros.

El partido, programado en la sesión nocturna, empezó a las 21 horas y terminó a la 1:15 de la madrugada. Ya había advertido Nadal de que podría ser el último partido que disputase sobre la arcilla de París, el torneo que sigue dominando como ningún otro tenista en la historia. Sus dolores en el pie le tienen amargado y la hipótesis de no volverle a ver nunca más en Roland Garros tiñeron el duelo de un enorme dramatismo.

Miles de aficionados españoles trasnocharon para ver cómo Nadal volvía a lograr lo que parecía imposible a través de Eurosport, la cadena con los derechos de retransmisión del torneo. El partido fue narrado por Fernando Ruiz y el extenista Álex Corretja, que nada más terminar el encuentro salió a las afueras de la pista Philippe Chatrier para tantear la euforia de los aficionados españoles que había disfrutado 'in situ' de la victoria de Nadal.

Pero lo que no se esperaba Corretja era el tremendo susto que se iba a llevar. En una conexión para Eurosport en inglés, el ahora comentarista quiso mostrar la alegría de la afición y recoger impresiones. "Quiero que veáis la cantidad de gente que nos rodea", señalaba el español enseñando con la cámara a varias personas con banderas de España. Pero en ese momento, el éxtasis se desató, la multitud comenzó a enloquecer, rodearon a Corretja, se pusieron delante de él, hasta tal punto que empezó a desaparecer del plano de la cámara pese a sus titánicos esfuerzos por zafarse y retomar su posición. Fue imposible. Sus expresiones fueron cambiando en décimas de segundo desde la alegría al pánico. Cuando de nuevo logró recuperar la compostura y se liberó de la muchedumbre, los periodistas que estaban en el plató prefirieron dar por zanajada la conexión. Algo que Corretja agradeció, aliviado. ¿Quién le iba a decir que iba a correr más riesgo fuera que dentro de la pista?