Dominio público

La sobreactuación de los ultras en la campaña andaluza

Sato Díaz

(De izq a dcha) La candidata de Vox, Macarena Olona, el presidente de la Junta de Andalucía y candidato del PP a la reelección, Juanma Moreno, y el candidato socialista, Juan Espadas, durante el primer debate electoral de cara a las elecciones autonómicas andaluzas del 19J. EFE/ José Manuel Vidal
(De izq a dcha) La candidata de Vox, Macarena Olona, el presidente de la Junta de Andalucía y candidato del PP a la reelección, Juanma Moreno, y el candidato socialista, Juan Espadas, durante el primer debate electoral de cara a las elecciones autonómicas andaluzas del 19J. EFE/ José Manuel Vidal

Cómo frenar a la ultraderecha: esta cuestión se ha convertido en muro de carga del debate político de los últimos años. Concretamente, en España, desde hace casi cuatro años cuando, precisamente en Andalucía, Vox entraba en el Hospital de las Cinco Llagas, sede del Parlamento autonómico, con 12 diputados.

Desde entonces, Vox ha crecido como la espuma cuantitativa y cualitativamente. Cuantitativamente se ha consolidado como tercera fuerza política en el Congreso de los Diputados, donde suma la friolera de 52 representantes ultras y, si sigue la tendencia actual, podría convertirse también en tercera fuerza en el resto de parlamentos autonómicos, tal y como ya ha sucedido en Castilla y León, donde se estrena como fuerza de gobierno de una comunidad autónoma. El ciclo que comenzó en 2018 en Andalucía prosigue al alza para una fuerza política que no se sabe si ha tocado ya techo.

Cualitativamente, además, el discurso de la ultraderecha ha impregnado capas sociales con una profundidad impensable hace unos años, en buena medida gracias a la labor de unos medios de comunicación que, en muchas ocasiones, han actuado como altavoces de los relatos xeonófobos, racistas, machistas y favorables a la lgtbifobia de los ultras.

Este lunes debatían en RTVE las seis cabezas de lista de las principales candidaturas de las elecciones de Andalucía: Juan Espadas (PSOE), Juanma Moreno (PP), Juan Marín (Ciudadanos), Inmaculada Nieto (Por Andalucía), Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía) y Macarena Olona (Vox). Durante los tres bloques en los que se dividió el debate, se observaron diferentes estrategias de cómo referirse a la ultraderecha de Vox. Mientras, Olona aprovechaba cualquier turno de palabra a su favor para descontextualizar el mensaje, buscar en lo concreto la generalización, victimizarse y posicionar un marco que le favoreciera (normalmente relacionando, sin pruebas ni certezas, inseguridad con la existencia de algún colectivo social minoritario).

Moreno aguantó los golpes verbales de Olona sin entrar al trapo, sabedor de que, si los sondeos tienen razón, será presidente gracias a los votos de la ultraderecha salvo que llegue a algún acuerdo con el PSOE de Espadas. Nieto prefirió ignorar, menos en alguna rara excepción, a la candidata ultra; la representante de Por Andalucía focalizó sus reproches en el presidente en funciones de la Junta.

Espadas, por su parte, tuvo a Olona en sus pensamientos y parlamentos y usó en varias ocasiones la dicotomía o PSOE o ultraderecha que a Pedro Sánchez le ha servido en algunas convocatorias electorales pasadas. Marín también entró al trapo y quiso poner a la formación naranja como la garantía de que no entre Vox en el Gobierno andaluz: si está Ciudadanos en el ejecutivo no harán pactos con los de Olona, prometió Marín.

Por su parte, fue Rodríguez quien entró más directamente a la pelea contra la alicantina. La candidata de Adelante Andalucía no se mordió la lengua cuando Olona provocaba a sus adversarios sacando temas tan falsificados como el modo de vida de los menores extranjeros o la violencia de género. "Racista, racista", llegó a definirle la gaditana.

Hace cuatro años, tras la llegada de Vox al Parlamento de Andalucía, el entonces líder de Podemos, Pablo Iglesias, llamó a una alerta antifascista. Desde otros ámbitos de la izquierda veían un error esta estrategia para frenar a la ultraderecha pues ponía en ella el foco. Ha habido intentos de parar a los ultras que apuestan por llevar la iniciativa y la propuesta política, de tal manera que las barrabasadas de Vox no gocen de tanta atención, que la noticia sea la propuesta de la izquierda...

Sin embargo, la anuencia con la que buena parte de los medios de comunicación han tratado a los de Santiago Abascal durante todos estos años ha conseguido blanquearles hasta el punto de que les hemos normalizado en la vida política. Y la falta de escrúpulos de la derecha conservadora del PP y Ciudadanos, que no han probado ni siquiera a bloquearles en las instituciones con ningún cinturón democrático y han compartido espacio en las calles gustosamente, hace que el monstruo haya crecido tanto que cada vez sea más complicado pinchar el globo.

Olona suena sobreactuada en la campaña andaluza. Quizás a estas alturas esto le reste más votos que cualquier análisis sesudo que podamos hacer desde la izquierda.

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