La 'teoría del gran reemplazo' y el peligro que supone para migrantes y racializados en España

teoría reemplazo
Renaud Camus, autor del libro Le Grand Remplacement (CC BY 2.0)

Sandra Yáñez / Poder Migrante

  • La teoría conspiranoica, apoyada por partidos de ultraderecha, no tiene asidero científico y contribuye a la radicalización
  • La nacionalismos apoyan una idea falsa de continuidad cultural y racial, sin darse cuenta que el autóctono actual es resultado de una mezcla de culturas

Ha arrancado la campaña electoral en Andalucía y, entre las muchas voces políticas, escuchamos a la ultraderecha apelar a teorías como la del "gran reemplazo" para ganar adeptos y votos. Como es bien sabido por todos, VOX acude a la criminalización de la inmigración como parte de su argumentario político basado en el miedo y el odio, por lo que la idea de que existe un "plan" urdido por la Unión Europea y los partidos de izquierda para reemplazar la población blanca europea con inmigrantes musulmanes y "subsaharianos" se ajusta perfectamente  a ese argumentario.

El término "supremacismo blanco" parece lejano pero impregna a toda la ultraderecha identitaria en Europa y del resto del norte global

Esta teoría, de visos claramente conspiranoides, no es un invento de Vox sino que proviene del arsenal demagógico del supremacismo blanco, con el que la ultraderecha en Europa se siente cómodamente identificada. En España el término "supremacismo blanco" parece algo muy lejano, más asociado a los extremistas del Ku Klux Klan en Estados Unidos o al apartheid de Sudáfrica, sin embargo su discurso hace tiempo trascendió las fronteras estadounidenses y hoy impregna a toda la ultraderecha identitaria en Europa y del resto del norte global. Las viejas ideas de quienes perseguían con antorchas y luego colgaban públicamente a personas negras han sido reformuladas y hoy las escuchamos, en clave identitaria, en las voces de líderes políticos, aparentemente ajustados a las democracias, como Trump, Le Pen, Orban y por supuesto Abascal.

¿De dónde viene la teoría del gran reemplazo?

El supremacismo blanco, desde donde emana la idea del gran reemplazo, surge a partir del racismo científico, un compendio de teorías pseudocientíficas que hunden sus raíces en la antigüedad grecorromana pero que se desarrolla ampliamente a partir del siglo XVII y que se usó, en su momento, para justificar las invasiones europeas y posterior colonización de territorios en América, Asia y África. Si no hubiese sido por las teorías de Hume, Kant, Buffon, Hegel, Linneo, Gobineau, entre muchos otros, no se habrían podido justificar hechos tan atroces como la trata humana a través del Atlántico, que esclavizó a más de 12 millones de africanos entre los siglos XVI y XIX.

El racismo científico se usó en su día para justificar las invasiones europeas y posterior colonización de América, Asia y África

El racismo científico no sólo permitió que se asentara en Europa, y luego en los territorios colonizados, la idea de que las personas blancas y occidentales son superiores, más civilizadas, con mayores capacidades intelectuales y más avanzadas culturalmente que las personas no-blancas y no-occidentales; además, sembró tempranamente la idea de que la superioridad civilizatoria occidental debía mantenerse biológica y culturalmente para evitar el caos y colapso social. Eso dio paso a políticas eugenésicas, segregacionistas, anti-inmigratorias, fascistas y genocidas, como las practicadas por la alemania nazi, en las décadas del 30 y el 40 del siglo XX, en contra de judios, gitanos, homosexuales y dispacapacitados, entre otros.

En relación a la teoría del reemplazo demográfico, han proliferado dentro del supremacismo blanco diversas teorías que apuntan a que los blancos están en "peligro de desaparecer". Los nazis usaron su enorme maquinaria de propaganda para acusar a los judios de conspirar para acabar con la raza aria a través de la mezcla de razas; posteriormente, durante la Guerra Fría, se popularizó la idea de un "genocidio blanco", que fue utilizada tanto en Estados Unidos como en lugares donde se pretendía justificar con ello la violencia de distintos nacionalismos étnicos.

El término "reemplazo", que hoy usan tanto la ultraderecha estadounidense (alt-right) como la europea, se le debe al escritor francés Renaud Camus, autor del libro El gran reemplazo (Le Grand Remplacement) de 2011. En el libro, Camus argumenta que la cultura de Europa, su civilización e identidad, están en peligro de ser reemplazados por la migración masiva, especialmente musulmana. Francia ha acogido con especial interés la teoría de Renaud Camus y han sido Marine Le Pen y su partido Agrupación Nacional (antes Frente Nacional), quienes se han valido exitosamente de esta y otras ideas racistas para conquistar a un electorado cada vez más amplio, hasta el punto de disputarse la presidencia de Francia, en segunda vuelta, en las últimas elecciones de 2022.

La teoría del gran reemplazo, al igual que otras teorías de la conspiración, no tiene ningún asidero científico ni estadístico. Para desmontar los bulos que la sostienen basta con comprobar las cifras de organizaciones internacionales especializadas en el tema de la migración, como la OIM (Organización Internacional para las Migraciones), que desmienten claramente el supuesto peligro del reemplazo de la población blanca del planeta a cuenta del fenómeno migratorio desde países de mayoría no blanca.

La teoría del gran reemplazo, al igual que otras teorías de la conspiración, no tiene ningún asidero científico ni estadístico

Aunque es cierto que el número de migrantes ha aumentado en las últimas cinco décadas, lo que en gran medida obedece al aumento global de la población, esos migrantes corresponden solo al 3,6 % de la población del planeta, lo que supone que solo 1 de cada 30 personas se va del lugar en el que nació. Dice la OIM: "La gran mayoría de las personas que migran no cruzan fronteras internacionales, sino que permanecen dentro de sus países (se ha estimado que en 2009 había 740 millones de migrantes internos)". Si hubiese una conspiración en Europa para reemplazar a la población blanca europea y existiera una "invasión" de inmigrantes, como afirman algunos políticos de ultraderecha, las cifras tendrían que evidenciar esa supuesta invasión.

Por otra parte, el aumento de migrantes no conduce ni a que se reproduzcan más que las poblaciones locales, ni a que reemplacen a las poblaciones locales, dos afirmaciones repetidas por la ultraderecha. "La población migrante procedente de países con alta natalidad termina acoplándose a las características demográficas del país en el que acude a vivir. La natalidad de un nigeriano medio en su país no es la misma que cuando reside en Francia o en Alemania, especialmente a medida que pasa el tiempo y se suceden las siguientes generaciones".

Más allá de las estadísticas poblacionales, la idea del "reemplazo" se desmorona pues se sostiene sobre la falacia del espíritu nacional y la trampa del estado nación. La imagen de cultura de la ultraderecha es una imagen fija, una foto que se hace durante el nacimiento de los nacionalismos europeos a lo largo del siglo XIX y que ha contribuido a la idea de que cualquier cambio o evolución cultural es una agresión a la nación.

La nacionalismos rastrean los orígenes de la nación y del pueblo al que pertenecen a mitos fundacionales que se remontan como mínimo a la Edad Media, con lo cual existe una idea falsa de continuidad cultural y racial desde esos pueblos originarios hasta los autóctonos actuales, sin darse cuenta que el autóctono actual es resultado de una mezcla de culturas. Esos nacionalismos no reconocen como autóctonos a toda forma cultural que no encaje con su percepción de espíritu nacional, por lo que un ciudadano hijo o nieto de inmigrantes no blancos no es reconocido como parte de la nación.

El discurso del supremacismo blanco como vector de radicalización

El pasado 14 de mayo un joven blanco, de 18 años, Payton S. Gendron, escribió en un extenso manifiesto, antes de asesinar a diez personas, la mayoría de ellas negras, en un supermercado de la ciudad de Buffalo (NY), que "las bajas tasas de natalidad de los blancos en todo el mundo representan una 'crisis' que finalmente resultará en la completa sustitución racial y cultural del pueblo europeo". El caso de Gendron no es un hecho aislado, según la Liga Antidifamación de Estados Unidos: "Alrededor del 60% de los asesinatos extremistas en Estados Unidos entre 2009 y 2019 fueron cometidos por personas que abrazan ideologías supremacistas blancas como la teoría del reemplazo".

El 60% de los asesinatos extremistas en Estados Unidos entre 2009 y 2019 fueron cometidos por personas con ideologías supremacistas blancas

Después de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos los supremacistas blancos adquirieron mayor poder e impunidad, no sólo porque estuvieron muy cerca de su mandato, sino porque vieron cómo prosperaron medidas racistas y anti inmigrantes sin apenas oposición. El asalto al capitolio en Estados Unidos, por parte de seguidores de Trump que denunciaban fraude electoral, ocurrido el 6 de enero de 2021, es hasta ahora el mejor ejemplo de hasta dónde pueden llegar las teorías del supremacismo blanco.  En el documental de HBO "Cuatro horas en el capitolio", dirigido por Jamie Roberts, y armado a partir de las imágenes registradas por los propios insurrectos con sus teléfonos móviles, se evidencia que el supremacismo blanco mezclado con las teorías conspiranoicas de QAnon, que hablan de una red de pedófilos demócratas actuando en pizzerías de todo Estados Unidos, fueron el cóctel explosivo que impulsó a estos radicales a invadir el edificio, perseguir a los congresistas y atacar brutalmente a quienes custodiaban uno de los emblemas de la democracia en Estados Unidos.

Aunque en Europa los ataques racistas no alcanzan las cifras que existen en EEUU debido, principalmente, a que no existe (afortunadamente) la libre circulación de armas como allí y lo ocurrido en la segunda guerra mundial sigue pesando a la hora del rechazo de una gran parte de la población a movimientos fascistas y racistas, esto no significa que estemos fuera de peligro: los adeptos de la ultraderecha europea no dejan de crecer, abrazando los discursos racistas y anti inmigrantes. Un ejemplo de la fuerza que tienen los partidos que defienden estas tesis es que forman parte de los gobiernos nacionales de Polonia, Hungría y Eslovenia y participan en gobiernos locales y regionales de Francia, Italia, Austria, Finlandia, países bajos y España.

Los adeptos de la ultraderecha europea no dejan de crecer, abrazando los discursos racistas y anti inmigrantes, y forman parte de los gobiernos en Polonia, Hungría o Eslovenia

El discurso de la ultraderecha identitaria europea se sostiene sobre bases similares al supremacismo blanco estadounidense, con un énfasis especial en la "identidad europea" y centrando su discurso en culpar a las izquierdas y a la UE de favorecer la "invasión" inmigrante, causante de "todos los males de los europeos". Hablan en términos de "la Europa cristiana" contra la "invasión musulmana" y proponen acciones para expulsar a los inmigrantes (tanto sin papeles como con ellos), para evitar el "gran reemplazo" y la decadencia europea. A la ultraderecha le basta con repetir mentiras y poner a circular, en medios afines y redes sociales, noticias falsas para que los votantes se convenzan de que el problema real de los europeos son los inmigrantes no blancos y no occidentales, y no las políticas neoliberales y la corrupción, que han conducido a la disminución acelerada de la calidad de vida de los europeos y el adelgazamiento de sus estados de derecho, sobre todo a partir de la crisis de 2008.

En España aún no ha ocurrido una masacre como la de Buffalo pero ciertamente ideologías que destilan odio están abonando el terreno. Recordemos que ha habido ataques a centros de menores extranjeros y ataques racistas a inmigrantes, así como ataques homófobos y al movimiento feminista. De hecho, la propia ultraderecha pide que cualquier ciudadano pueda, al igual que en Estados Unidos, tener derecho a llevar encima un arma para defenderse. ¿Casualidad? No lo creemos.