​​¿Por qué no me gusta celebrar mi cumpleaños? No, no eres raro

Para muchos es un día de celebración y fiesta. Para otros tantos, el aniversario es una fecha para olvidar. Todo tiene una explicación.

Judit Castaño

Para muchos el cumpleaños es un día de celebración, la ocasión perfecta para juntarse con la gente que más quieres. Para otros, es una fecha de la que no quieren ni escuchar hablar, un punto negro en el calendario. La actual sociedad de consumo nos empuja a celebrar nuestro aniversario desde muy pequeños. Los regalos, el pastel, las velas, la fiesta, la típica llamada de la tía del pueblo o los mensajes de colegas que hace mil años que no ves son elementos que hacen de este día, un día especial y feliz. Aunque no para todo el mundo, y menos a partir de cierta edad. 

Existen dos tipos de personas: las que esperan durante todo el año el día de su cumpleaños, y los que odian con todas sus fuerzas esta fecha por varias razones. Bien porque les hace sentir emociones pasadas negativas o simplemente no soportan la presión social en torno a esta jornada. El tipo más común suele ser el primero, pero no es nada raro sentir ansiedad, tristeza o desmotivación el día de tu aniversario. De hecho, es más habitual de lo que creemos. Algunos expertos como el psicólogo estadounidense Stewart Shankman lo definen como “depresión de cumpleaños” o “Birthday blues”. 

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Cuando celebrar el cumpleaños es incómodo 

Cuando uno es pequeño e inocente, el cumpleaños no es más que un día de regalos, chuches y amigos. Ahora bien, a medida que nos hacemos mayores esta alegría ingenua se convierte en reflexiones incómodas: “¿estoy donde se supone que tengo que estar?”, “¿he logrado todos mis propósitos?”, “¿he hecho todo lo que quería hacer a mi edad?”, ¿he cumplido las expectativas?”. Son algunas de las preguntas que nos invaden al soplar las velas de los 30 o los 40. 

A menudo, la presión social nos obliga a fijarnos unas metas en función de la edad como graduarse a los 22 años. También, casarse a los 30, tener hijos a los 35 o tener un trabajo estable a los 40. No haber alcanzado estas metas o no cumplir los plazos nos pueden provocar frustración, un sentimiento difícil de gestionar en una sociedad que no tolera el fracaso.

Mirar hacia atrás y hacer una valoración general de nuestra vida es incómodo. El miedo al fracaso y la nula tolerancia a la frustración es uno de los principales motivos que nos impide reflexionar sobre si estamos dónde queremos estar. Al mismo tiempo, nos imposibilita diseñar una hoja de ruta que incluya nuestros próximos objetivos y metas en la vida.

Según Shankman, los cambios importantes, como casarse, tener hijos o jubilarse, que a menudo se corresponden con períodos de estrés, nos hacen sentir una mezcla de emociones contradictorias que podrían conducir a una depresión. El cumpleaños también es un evento significativo. Lo es especialmente cuando cambiamos de década. Cuando de la noche a la mañana pasamos de ser un treintañero a ser un cuarentón. ¿Alguien ha dicho crisis de identidad o existencial?

Los cumpleaños, así como momentos significativos de la vida, nos provocan sentimientos encontrados, ya que nos suelen trasladar a situaciones vividas con personas que ya no están. El aniversario también es una ocasión para recordar a aquellos familiares o amistades que murieron. Esto nos puede provocar rechazo a este tipo de eventos. 

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Si las expectativas no se cumplen…

Las expectativas son nuestras principales enemigas en el día de nuestro aniversario. Normalmente cometemos el gran error de pensar que será el mejor día de nuestra vida, cuando en realidad nunca termina siendo así. El peso de esas expectativas y las consecuencias si no se cumplen pueden ser nefastas. En este sentido, es importante no idealizar el día de nuestro cumpleaños. 

Stewart recomienda aplicar una serie de estrategias para superar el estrés que puede generar el cumpleaños. Una de ellas es organizar el día con antelación y escribir en una libreta tus pensamientos, expectativas e inquietudes. El psicólogo también recomienda no estar solo y aprovechar la ocasión para reflexionar sin miedo ni autocensura. Al fin y al cabo, no existe una forma correcta o incorrecta de celebrar tu cumpleaños. Es solo un día más en el que puedes quedarte en casa y poner tu teléfono en modo avión, o salir a festejarlo con los tuyos.