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Un padre con su bebé
¿Por qué nos gustan los hombres “blanditos”? (Fuente: Pexels)
Un padre con su bebé
¿Por qué nos gustan los hombres “blanditos”? (Fuente: Pexels)

¿Por qué nos gustan los hombres “blanditos”?

Forman parte de una masculinidad sana que se corresponsabiliza de los cuidados y tareas que tradicionalmente se han asociado a la mujer. Son más sensibles y se desvinculan del ideal de ‘macho alfa’.

Judit Castaño

Hollywood nos ha vendido que a ellos les gustan las mujeres sensibles y femeninas; y a ellas los tipos duros. Sin embargo, la sociedad avanza al mismo ritmo que nuestras preferencias, y por suerte, hemos descubierto que ni ellas son tan sensibles ni ellos tan duros. De hecho, estamos en un momento en el que las mujeres buscamos a hombres alejados del prototipo de macho alfa. Llámalo feminismo, llámalo nuevas masculinidades.

Durante muchos años ha existido la necesidad de enaltecer un modelo concreto de hombre: viril, bravo, conquistador y con un aspecto físico determinado que desprende cierta superioridad étnica y racial. El ejemplo más claro: Donald Trump. ¿Lo contrario al macho alfa? El hombre blando, o el mal llamado blandengue. A diferencia del anterior, este renuncia a su rol tradicional, muestra sus emociones, tiene cura de los demás, sabe escuchar, se corresponsabiliza

Un padre cuidando de su bebé
¿Por qué nos gustan los hombres “blanditos”? (Fuente: Ministerio de Igualdad)

Un modelo más que necesario para lograr la tan aclamada (y necesaria) igualdad entre géneros. Así lo retrata la nueva campaña del Ministerio de Igualdad, que reinterpreta las palabras con las que el cantante El Fary, en una entrevista en 1984, describía lo que a su juicio era «el hombre blandengue«: un hombre que hace la compra, que lleva el carrito del bebé, que atiende y que cuida de los hijos. Un discurso machista que ha vuelto a poner de relieve la importancia de dejar atrás de una vez por todas una masculinidad tóxica autoimpuesta que no solo les perjudica a ellas, también es contraproducente para ellos.

Acabar con la masculinidad hegemónica, reivindicar lo blando 

Acabar con la masculinidad hegemónica, con aquella en la que los hombres mantienen los roles sociales dominantes sobre las mujeres, es un deber que tenemos como sociedad. Begonya Enguix, profesora de antropología de la Universitat Oberta de Catalunya y experta en géneros y sexualidades, cuerpo e identidades, antropología urbana y de los medios de comunicación, y activismos LGTBI, señala que una de las vías para lograrlo es reivindicando al hombre blando, aunque no le gusta este concepto, prefiere llamarlo ético. 

El hombre “blandengue” se ha convertido en un fiel aliado del feminismo. De hecho, cada vez más las mujeres prefieren este perfil que el de tipo duro que comentábamos anteriormente. Según Enguix, la edad es un factor clave a la hora de analizar qué hombres les gustan a las mujeres. “Sabemos que la juventud prioriza a los ‘blanditos’, aunque también observamos un repunte importante de mujeres que prefiere una masculinidad tradicional, tóxica y controladora”. La antropóloga alerta que no hay que asumir que las nuevas generaciones, por el simple hecho de ser “nuevas”, no necesitarán educación sexual. Al contrario, las campañas de concienciación son más útiles y necesarias que nunca. 

Un chico poniendo comida en un plato
¿Por qué nos gustan los hombres “blanditos”? (Fuente: Ministerio de Igualdad)

Relación más sana 

A pesar de este repunte, lo cierto es que “lo blando” está de moda. ¿Por qué? Porque obviamente las relaciones son más sanas. El mandato de la masculinidad hegemónica ha llegado a su fin, ya que no solo es tóxica para ellas, también lo es para ellos y su salud mental. “Esta necesidad de tener que cumplir permanentemente con todas las expectativas sociales es una carga enorme. Es mucho más sano vivir en diálogo permanente y no tener esta presión constante de saber si estás siendo lo suficientemente hombre o no”, sentencia Enguix.

La experta también detalla que las mujeres de hoy no están dispuestas a dar pasos atrás. “Ya no van a aceptar de forma acrítica modelos de dominación porque sí”, concluye. Para lograr una igualdad plena necesitamos hombres más éticos, con más responsabilidad social y valores, más sensibles, más comprensibles, al fin y al cabo, más blandos. “Ellos también son parte del cambio, y necesitamos tenerlos a favor, no en contra”, dice Enguix.