Punto de Fisión

Zelenski y Elon Musk lo arreglan a hostias

Las relaciones internacionales mejorarían mucho si los políticos, en lugar de bombardear vecinos y enviar soldados al matadero, bajasen ellos mismos a la calle y arreglasen la disputa a hostia limpia. El número de bajas civiles y militares descendería bastante y además la guerra sería un espectáculo familiar, un evento deportivo con el que vender entradas, hacer apuestas y retransmisiones en directo. El Mundial de Catar iba a quedarse en una piltrafa al lado de una Ilíada de jefes de estado, un coliseo con gladiadores de corbata y gafas donde alternativamente fueran aniquilándose a puñetazos los presidentes de las diversas superpotencias.

Piénsenlo despacio. Uno o una podría llevar a los niños, comprar refrescos y palomitas, aplaudir la retirada de cadáveres y disfrutar de una exhibición de testosterona y barbarie sin necesidad alguna de sufrir el riesgo de las explosiones, el desplome de edificios, el ruido de las ametralladoras y todos los engorrosos peligros que acarrean las batallas modernas. Cierto que se trataría de un lamentable ejemplo de chulería y masculinidad tóxica, pero no me negarán que resulta mucho más limpio y económico que un misil reventando un colegio. ¿Quién es ese calvorota de ahí, papá? Nuestro presidente, venga, vamos a animarle un poco. No parece que vaya a durar mucho. La próxima vez recuérdame que vote a un candidato más cachas.

Esto puede parecer una gilipollez sanguinaria, aunque me temo que la verdadera gilipollez sanguinaria es la guerra, el negocio de las armas, la masacre de miles y miles de inocentes con el fin de dirimir una disputa territorial, racial o religiosa que podría arreglarse perfectamente a hostias. De hecho, ésa ha sido la propuesta que Zelenski lanzó a Putin este fin de semana, que se atreva a subir a un cuadrilátero con él, si tiene lo que hay que tener, y que intente entonces pegarle una paliza. Es una idea magnífica y Putin debería aceptar sin pensarlo dos veces, ya que la diferencia de edad estaría compensada gracias a su entrenamiento con osos. Quien sí debería pensarlo dos veces es Zelenski, cuya formación de comediante no iba a servirle de mucho aunque colocaran a Borrell de árbitro. Iba a echar mucho de menos la ayuda militar estadounidense, porque Joe Biden en su rincón difícilmente acertaría ni a llevarle la palangana.

Por desgracia, parece que Putin no está por la labor, ya que en su día también hizo caso omiso del desafío de Elon Musk, quien lo retó el pasado marzo a un combate cuerpo a cuerpo. Para más cachondeo, Musk afirmó que hablaba completamente en serio y que si el dirigente ruso tenía miedo, él usaría sólo su brazo izquierdo. Sin embargo, con el ridículo que está haciendo en las redes sociales, no parece que la mano izquierda sea su mejor arma. Al igual que Jeff Bezos y otros muchimillonarios, Musk parece sacado de un casting de Hollywood en una película de supervillanos, un esperpento a medio camino entre el Doctor Maligno y su Miniyo, hasta el punto de que una vez dijo que podía dar un golpe de estado en el país que le diera la gana. Da un poco de lástima imaginar a Elon Musk llevando a cabo un golpe de estado cuando el pobre hombre ni siquiera es capaz de manejar el gallinero de Twitter.

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