Otras miradas

Los fuegos pendientes

Marta Nebot

Una pancarta durante una manifestación contra las violencias machistas, 25 de noviembre de 2022, en Madrid (España).
Una pancarta durante una manifestación contra las violencias machistas, 25 de noviembre de 2022, en Madrid (España). Isabel Infantes / Europa Press

Me he bebido Fuego, de Gema Peñalosa. No podía dejar de leerlo. No le falta ni le sobra una coma. Si el periodismo largo es perseguir verdad y luego contarla seduciendo sin que se vea el esfuerzo, ella lo clava. Con las dramatizaciones justas, a pesar de toda la documentación y las citas que sostienen cada afirmación, cada dato, cada anécdota, no deja que el lector se escape, no permite que la verdad se pierda. En este caso la verdad es la historia desnuda de una violación, sus consecuencias y el contexto social, sociológico y político en el que se desarrollan.  Ninguna de las tres cosas tiene desperdicio. Cuentan una historia y una época.

Mari Carmen roció con gasolina, quemó y provocó la muerte al violador de su hija, el 13 de junio de 2005 en Benejúzar, Alicante. Antonio Cosme, apodado "el Pincelito", violó a Verónica el 17 de octubre de 1998. Ella tenía trece años; él sesenta y dos. Después de hacerlo amenazó con matarla si lo contaba. Verónica lo contó y su madre nunca dejó de tener miedo a que cumpliera su amenaza.

No voy a recordar aquí nada más del caso. Gema lo cuenta mejor;  así que mejor léanselo a ella. Si quiero subrayar que a Mari Carmen la ayudó en su periplo judicial gente de bien de derechas y de izquierdas; feministas y no tanto. Entre tod@s los que la apoyaron consiguieron lo más importante para que se produzcan cambios trascendentes: cambiar cabezas.

A lo largo del relato, Fuego desgrana la cronología de los avances del trato a las víctimas de violencias sexuales. Sorprende que hasta 2003 la OMS no tuviera un manual de asistencia médico-legal para estas víctimas. En España fue en 2005 cuando el Ministerio de Justicia aprobó una guía específica. En 2007 lo hizo el de Sanidad. No se ponían órdenes de alejamiento. No se avisaba a las víctimas de que el violador estaba de permiso, aunque víctima y victimario vivieran en pueblos pequeños.


Otro dato sorprendente es que la rotura del himen no es la prueba irrefutable de que haya habido penetración en el caso de una agresión a una mujer virgen. Las doctoras noruegas Nina Dolvik Brochmann y Ellen Stokken Dahl, autoras de "El libro de la vagina", corroboraron lo que muchas ya sospechábamos. El himen es una membrana que puede ser muy elástica y que no tiene porqué romperse ni a la primera ni a la segunda. Es tanto lo que no sabemos de nuestros cuerpos y se ha utilizado en nuestra contra.

Peñalosa dedica este libro escrito sin florituras ni sentimentalismos, solo a base de prosa magra, a todas las mujeres que han sufrido violencia sexual.

Yo voy a dedicar estas líneas a todas las madres protectoras. La semana pasada Teresa Peramato, la Fiscal de Sala contra la Violencia sobre la Mujer, en el Encuentro Internacional Feminista recordó que hay madres que denuncian los abusos sexuales de los padres sobre sus hijos y pierden la custodia. Subrayó la injusticia sobre la injusticia que es para esos niños valientes que han contado lo que les pasa y para esas madres que intentan salvarlos de eso de lo que el estado no los salva.


Lo que se hacía no hace tanto con las mujeres agredidas sexualmente hoy parece increíble. Espero que falte poco para que nos parezca imposible que los jueces no crean a los niños y sí que las mujeres somos brujas capaces de hacerles contar las mentiras que queramos.

Desde ayer se pide en redes sociales una Comisión de Investigación del Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar en el Senado (#COMISIONINVESTIGACIONASISENADO). Sería un comienzo para seguir la senda del ejemplo francés que creó una comisión independiente de investigación de estos casos y terminó con la ignominia que supone que el estado sea cómplice de abusos sexuales a menores.

Fuego demuestra que los tiempos han cambiado. Las madres protectoras, que todavía tienen que cambiar mucho. Ojalá pronto alguien escriba otro Fuego igual de bueno sobre estos nuevos cambios tan necesarios.


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