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Joana Pastrana. Foto: Jaime Morato.
Joana Pastrana. Foto: Jaime Morato.
Joana Pastrana. Foto: Jaime Morato.
Joana Pastrana. Foto: Jaime Morato.

Joana Pastrana, exboxeadora profesional: «No como de un premio ni de una palmadita en la espalda»

Hay deportes donde las mujeres siguen teniendo un combate pendiente para alcanzar la igualdad. El boxeo es uno de esos reductos donde la fractura se hace evidente en la alta competición tanto por la falta de rivales, como en la diferencia de las bolsas con que se recompensan las victorias. Esta madrileña abandonó el trono sin alcanzar una remuneración justa, después de haberlo ganado todo. Hoy, repasamos su historia.

Aurora Muñoz

A veces la mejor manera de dar un puñetazo es retroceder. Esta frase, que pertenece a Eddie Dupris, el personaje interpretado por Morgan Freeman en Million Dollar Baby (2004), es mucho más que una línea de guion. Joana Pastrana (1990) se apuntó a un gimnasio del madrileño barrio de Carabanchel con 13 años y comenzó a practicar muay thai, conocido también como boxeo tailandés o el arte de las ocho extremidades. En 2013, le ofrecieron participar en un combate de boxeo y venció por KO. Pronto empezó a boxear de forma amateur en el Campeonato de Madrid, tras la estela de antecesoras como María Jesús Rosa o Soraya Sánchez. Tres años más tarde ya se batía en el ring como profesional y, a partir de ese momento, no dejó de anotar victorias. Fue la primera española en ganar el título de la Unión Europea de Boxeo (EBU) en peso mínimo y, además, ha sido la única capaz de revalidarlo en tres ocasiones (2017, 2020 y 2021). En junio de 2018, sumó un nuevo hito a su carrera deportiva al alzarse con el título mundial IBF en su categoría. Es la única boxeadora que lo ha logrado más de una vez. En concreto, ha lucido el cinturón de campeona del mundo tres veces. La última vez que lo consiguió fue el 26 de junio de 2021. Combatía contra la francesa Anne Sophie Da Costa en el WiZink Center de Madrid. Era el primer combate que se celebraba en el antiguo Palacio de los Deportes desde que Rubén Nieto derrotase a Daniel Rasilla en 2013 y Pastrana, una vez más, no decepcionó. Sin embargo, ya había advertido que aquella seria la victoria que podría fin a su lucha en los cuadriláteros.

Una de las lecciones más importante que enseña la vida es que, por encima de todo, siempre debes protegerte. Ella, como Maggie Fitzgerald —la boxeadora a la que da vida Hilary Swank— en la ficción, tuvo siempre la magia de librar batallas más allá de lo humanamente soportable. Trabajaba como camarera y entrenaba por las tardes. Fue encadenando combates hasta ganar 16 de los 19 que disputó y lo hizo poniendo su cuerpo como aval. Pasó noches en el hospital. En 2016, el enfrentamiento con la alemana Tina Rupprecht salió mal. Se rompió el metacarpiano de la mano derecha en el segundo asalto, aunque resistió todo el combate, perdió y tuvo que permanecer cinco meses de baja, pero no estaba dispuesta a rendirse. Lo arriesgó todo por un sueño que nadie más alcanzaba a ver. Volvió y ganó una y otra vez, hasta que se dio cuenta de que los peores hooks de izquierda se reciben sin los guantes puestos. En España, el fútbol es el deporte rey. Idolatramos a nuestros futbolistas y, a pesar de superar en títulos a muchos de ellos, Pastrana nunca llegó a alcanzar las cifras que se merecía. «La gran mayoría de la gente puede estar en sus trabajos hasta final de su vida laboral y siendo un boxeador tu carrera es limitada», dijo ante los medios el día de su retirada. Esa fue la razón que hizo que abandonara la competición. No pudo con ella ningún golpe, solo las injusticias y el patriarcado, que alarga su puño helado hasta las cuerdas. Sin embargo, como dijo Muhammad Ali, la pelea se gana o pierde muy lejos de los testigos. Los campeones no se hacen en gimnasios o durante ese baile bajo los focos, están hechos de algo inmaterial que está muy dentro de ellos y hoy lo descubrimos con esta pulverizadora de récords.

Un camino de mil millas comienza con un paso, así que merece la pena echar la vista atrás y buscar ese primer momento en el que se echa a andar. ¿Te imaginabas de niña que acabarían pasándote cosas tan increíbles como ser el rostro del videojuego Assassin’s Creed Odyssey?

Para nada. Mi infancia transcurrió sin tener absolutamente nada que ver con el boxeo. En mi familia no había precedentes ni nadie que lo practicase, así que fue de mayor cuando decidí darle la oportunidad. Sentí como una conexión. Los entrenadores me decían que se me daba bien y quería exprimirlo, sacar lo máximo posible de este deporte. Decidí centrarme al 100% y pronto vi que tenían razón. Saqué un rendimiento más que favorable.

A lo largo de la historia del boxeo en España las mujeres no jugaron ningún papel hasta el año 1996, cuando se celebró en La Coruña un combate entre dos boxeadoras portuguesas: Sonia Pereira y Sandra Gonçalves. Tardamos en subirnos al carro, pero ya en 2015 el boxeo femenino español comenzó a ganar fuerza, con veinte luchadoras profesionales y, seis años más tarde, contábamos con cuatro campeonas de Europa entre la modesta cifra de treinta boxeadoras profesionales. Estas cifras demuestran que hay calidad entre nuestras deportistas, pero ¿por qué crees que el número de boxeadoras profesionales avanza tan despacio?

En este país, el boxeo no está remunerado como debería y eso afecta directamente a las filas de profesionales. No es rentable económicamente, hablemos claro. De hecho, yo me retiré porque no ganaba el dinero suficiente, así que no me extraña en absoluto que no haya más gente en la cantera. Ya es bastante que, en los gimnasios, haya mucho volumen. Lo están practicando tanto hombres como mujeres. Me parece una opción perfecta para el ocio, pero como trabajo es bastante complicado.

Sin embargo, parece que, a nivel amateur, cada vez hay más mujeres que boxean.  Es significativo que una marca mainstream como Oysho te convierta en su imagen y saque una línea de boxeo. ¿Podríamos aventurarnos a decir que los tiempos están cambiando?

A día de hoy, el boxeo está teniendo otra repercusión porque se le están quitando tabús de antaño. Hasta ahora, se había transmitido la idea de que simplemente entrabas al gimnasio y te iban a pegar. No es así.  Es uno de los deportes más completos que existen y las propias mujeres le están dando la oportunidad. Nosotras mismas lo estamos visibilizando de la manera apropiada para que otras le den la oportunidad y eso es justamente lo que está llenando los gimnasios. Las que se deciden saben que van a salir de ahí con más pros que contras.

Antes nos avanzabas que tu retirada del circuito profesional tuvo mucho que ver con la desinversión en este deporte. El Confidencial publicaba un reportaje en 2018 donde se cifraban las victorias en unos 1.000 euros. ¿Hay grandes abismos entre las boxeadoras y sus homólogos masculinos?

Hay un salto muy grande entre hombres y mujeres respecto a la remuneración económica, pero igualmente aquí en España nuestros compañeros tampoco pueden ganarse la vida en el cuadrilátero. Los que ganan dinero son cuatro contados y tienen que irse fuera de España a competir, así que estamos prácticamente en las mismas. Es sacrificado y necesitas tener un buen colchón u otro trabajo que acompañe a tu carrera deportiva para vivir bien.

En esta nueva andadura, te has convertido en propietaria del gimnasio Madrid Distrito 0. ¿Ambicionas formar a una nueva generación de mujeres para la competición?

No. La verdad es que no tengo intención de formar a mujeres para la competición. Espero hacer llegar a mucha gente el boxeo de la manera más limpia y más orgánica posible. Me gustaría que vengan a disfrutar, a aprender y a sentirse realizados. Si a consecuencia de eso alguien quiere indagar en el mundo de la competición, le aconsejaré y le asesoraré lo mejor posible, pero la idea es eso que salgan de ahí más seguros de sí mismos, tanto hombres como mujeres.

Confesabas a El Mundo en una entrevista concedida por el estreno de El corazón del imperio, donde interpretas a una gladiadora, que pasaste dos años dándole vueltas a la idea de dejarlo y, sin embargo, unos pocos días después de tomar la decisión ya se dibujaba tu futuro como especialista en el cine. ¿Tuviste miedo a tener que abandonar ese camino de triunfo y poder encontrarte con el fracaso?

En absoluto. No encaro la vida con miedo porque yo soy la culpable de que me pasen cosas buenas, está en mi mano. Cumplí mis objetivos laborales más que de sobra en el boxeo. He sido tres veces campeona del mundo y cuatro de Europa. Nadie puede decir eso a día de hoy. Estoy orgullosísima de lo que he hecho y he dejado atrás una carrera deportiva que muchas soñaban con tener. Hice mis deberes y no quería estancarme. Hubo un tiempo en el que no sabía para dónde tirar para seguir mejorando y entonces me surgió la oportunidad de ser especialista de cine. Se abrieron otras puertas, pero ha sido gracias al boxeo. Tengo que agradecerle muchísimo al deporte lo que hago y lo feliz que soy, Por eso nunca miro atrás con morriña, no me he dejado nada por hacer. Estoy muy contenta.

Sin embargo, haberlo ganado todo no te ha impedido dejar esta declaración en una entrevista a Europa FM: «Mi noche legendaria está por suceder». ¿Qué necesitas para que llegue ese día del que te acuerdes para siempre?

Mi mayor orgullo es ser fiel a mí misma y no abandonar. Tengo 32 años y saber que no está todo escrito, que tengo a la mano poder hacer cosas aún más grandes, me mueve a seguir intentándolo. Si ya me diese por finalizada, qué aburrimiento de vida, ¿no? De momento, he hecho todo lo que podía y vienen cosas muy grandes, que a día de hoy no se pueden decir todavía, pero algunas incluso están ya hechas, así que solamente es cuestión de tiempo y de seguir trabajando para que ese día llegue.

Nos hablas de nuevos proyectos y hace nada te hemos descubierto en una faceta diferente en Traitors, el formato de roles ocultos que estreno HBO hace un mes. ¿Te ves en realities de otro tipo?

Claro que me veo. Es más, hay algo que está en marcha. Está terminado, solo a la espera de que se anuncie. Yo no me cierro a nada, me encanta hacer cosas nuevas y que me hagan feliz. Lo que tenga que venir, que venga.

Dicen que lo peor de Supervivientes es el hambre. En tu visita a La Resistencia contabas que has llegado a pesarte 20 veces al día y en más de una ocasión has confesado que para ti era más duro el control de peso que los golpes, ¿Has tenido que sacrificar muchas cosas por este deporte?

Sí, por supuesto. Al final, asumes los golpes. Sabes que te subes ahí arriba a recibirlos, pero sin lugar a dudas, la parte más difícil de mi carrera ha sido la alimentación. A mí me gusta mucho comer. Lo disfruto. También me encanta el deporte, pero cuando tienes que dar el mil por mil sin estar nutrido, todo empieza a tener otro color. He tenido que decir adiós a muchísimas cosas y ese es uno de los motivos que me hicieron el dejar el boxeo atrás y no añorarlo. Ahora puedo estar con quien quiera. Me he perdido cumpleaños, Nocheviejas, Navidades y muchas reuniones familiares simplemente por no estorbar. Total, para quedarme sentada en una silla con mi pollo cocido… Mi humor cambiaba, todo era mucho más duro y no quería hacer sentir incómoda la gente que me rodeaba. No lo estaba pasando bien. Así que me quedaba en casa. Fue la solución que encontré durante años y estaba cansada de esa vida.

En alguna ocasión has comentado que te has cruzado con mujeres físicamente mejor preparadas que tú, pero que no se encontraban al mismo nivel de preparación mental. ¿Crees que tu paso por el formato de HBO va a servir para desterrar mitos y demostrar que también hace falta mucha fuerza psicológica en la competición?

No soy la mejor deportista del mundo, aunque haya sido campeona mundial de boxeo. Mi cabeza ha sido la que me ha llevado hasta esos logros, siempre lo he dicho. Está claro que hay que acompañarlo de una buena forma física, pero si no hubiera tenido la sangre fría, las ganas de competir y la capacidad de verme como campeona, no lo hubiese conseguido nunca. Llevo esa filosofía a todos los ámbitos de mi vida y sabía que para avanzar en ese tipo de concursos hacía falta tener la mente espabilada y serena. Traitors requiere tener la capacidad de callarte. Yo decidí ser conservadora y escuchar. Solamente tuve que esperar y, en el momento adecuado, actuar.

Fuiste galardonada en 2019 con el Premio Reina Letizia, la distinción nacional que el Consejo Superior de Deportes (CSD) otorga a la deportista española más destacada del año, en el apartado nacional e internacional. Un año antes fuiste homenajeada en la Gala Nacional del Deporte, que organizó la Asociación Española de la Prensa Deportiva y en 2017, fuiste elegida por la prensa especializada como la boxeadora del año 2017. Con todo este palmarés, ¿te han servido de algo los reconocimientos o preferirías que los políticos se mojarán más por el deporte femenino?

He recibido muchos premios a lo largo de mi carrera y todos los he agradecido, porque es una forma de reconocer el trabajo, pero la verdad es que no han servido para nada, no voy a mentir. Yo no como de un premio ni de una palmadita en la espalda. Acudir a las galas te exige sacrificar horas de sueño que son sagradas durante la competición y, aunque hay que valorar estos eventos, solo llegan cuando estás en la plenitud de tu carrera. Es ahí cuando todos te quieren, mientras estás arriba. A lo mejor, si esos galardones hubiesen venido acompañados de ayudas, lo vería desde otro punto de vista, pero no ha sido así.