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Carla Galeote sostiene su primer libro, 'Hablemos de feminismos'. Foto: Instagram
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Carla Galeote sostiene su primer libro, 'Hablemos de feminismos'. Foto: Instagram

Carla Galeote: «Hasta que no se entienda que solo sí es sí, vamos a tener que seguir peleando en las calles nuestra libertad sexual»

A los 22 años, esta graduada en Derecho se ha consolidado como una de las voces de la política y el feminismo más reconocidas de TikTok en España. Ahora, la activista catalana se atreve con un nuevo reto: su primer libro, ‘Hablemos de feminismos’.

Aurora Muñoz

«Nos matan. Nos violan. Nos acosan. Nos agreden. Nos invalidan. Nos sexualizan. Nos silencian. Tú nos llamas feminazis, exageradas y locas. Yo lo llamo proteger nuestras vidas». Este fue el texto que Carla Galeote (Lleida, 2000) escogió para compartir en su cuenta de Twitter el pasado 8M. Esta fecha, además de conmemorar el Día de la Mujer, es también su aniversario como creadora de contenido. El 8 de marzo de 2021, hace tan solo dos años, su hermana dio positivo en coronavirus y tuvieron que renunciar a acudir juntas a la manifestación. En su lugar, Galeote optó por buscar un entretenimiento casero y se abrió un perfil en TikTok, la red social que explotó en España durante la pandemia. El primer vídeo que subió versa sobre los límites de la libertad de expresión y la apología del franquismo. Lleva ya más de 783.000 visitas. Después de este contenido, ha utilizado el canal como altavoz para hablar sobre salud mental, diversidad, amor tóxico, memoria histórica, defensa de la lengua catalana, derechos humanos y educación sexual, entre otras muchas cuestiones. El esquema es sencillo. Galeote se informa y escoge temas sobre los que tiene un discurso firme. A continuación, se pone frente a la cámara y no tarda más de 15 minutos en tener grabado un vídeo para sus 369.000 seguidores.

 

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A lo largo de estos dos años de andadura en redes, su activismo feminista le ha llevado a participar en encuentros con figuras tan relevantes en la política española como la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; la ministra de Igualdad, Irene Montero y alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Con estos datos, ya está de más la pregunta que se repetía en todas las entrevistas que le dedicaron al arranque de su actividad en redes: ¿Se puede hablar de política en TikTok? Esta catalana, graduada en Derecho por la Universidad de Lleida, ha demostrado que el canal es idóneo para divulgar. Las WomenZ, esa generación de mujeres que ronda la veintena, cuenta con una voz potente. Ahora, Galeote da el salto del formato digital al analógico y lanza su primer libro, Hablemos de feminismos. Hoy nos desvela algunas de sus claves.

Este 12 de abril se ha publicado tu primer ensayo, en el que aportas tu testimonio sobre política y feminismo. En la sinopsis dices que estás «harta de ser valiente». ¿Por qué se nos exige constantemente que seamos heroínas?

A las feministas siempre se nos ha inculcado que tenemos que ser valientes para expresar nuestras opiniones, cosa que evidentemente no le pasa a los hombres. Me estoy dando cuenta de que muchas compañeras que estamos haciendo activismo en redes sociales, que somos feministas o defensores de los derechos humanos sufrimos una violencia extrema, una violencia machista que es la máxima representación de la violencia en el siglo XXI a nivel tecnológico. Estoy cansada de que tengamos que ser valientes cuando queremos hacer un tuit, cuando queremos hacer un vídeo o, básicamente, cuando queremos expresar una opinión por cada violencia. El acoso y derribo constante que estamos viviendo es algo que se está normalizando y naturalizando mucho y realmente es muy grave. Afecta a la salud mental de muchas compañeras hasta el punto de abandonar las redes sociales.

@carlagaleote MI (nuestro) LIBRO😭💜 LINK EN LA BIO🥹 disponible la preventa. GRACIAS solo puedo decir, GRACIAS. #feminismo #trans #antirracismo #derechoshumanos #libros #🏳️‍🌈 #gracias ♬ sonido original – Carla Galeote ♀

El prólogo corre a cargo de Inés Hernand. Ella ha dicho en más de una ocasión que la comedia feminista es «esencial» para «vivir en una sociedad democrática». Y a ti, ¿te quedan ganas de tomarte con humor la cantidad de barbaridades que están intentando colarnos desde los partidos de extrema derecha sobre la Ley del solo sí es sí?

El feminismo es tan diverso y tan plural que hay compañeras como Inés que lo hacen súper bien y son capaces de reivindicar con una inteligencia y con un tono humorístico muy bueno, pero también hay otras, como yo, que no somos capaces de aplicarle esa capa. En cualquier caso, el machismo es tan transversal que las respuestas del feminismo también lo son y hay espacio para el humor, para el enfado, para la reivindicación, para discursos muy estructurados o para la rabia y la impotencia que sentimos. Cabe todo y es lo que tenemos que hacer.

Más allá de lo que pasa en el Congreso de los Diputados, hay toda una fachosfera en redes donde deforman el feminismo hasta venderlo como una secta. ¿Merecen una réplica?

El movimiento feminista es de los movimientos más revolucionarios y que más están avanzando en nuestra sociedad. Quizás por eso, ellos creen que la libertad de expresión ahora mismo consiste en acosar a las feministas y emprender campañas de odio masivas, incluso delitos. Hacen mucho ruido y mucho daño, pero creo que las feministas somos muchísima más. Estamos en la calle, estamos en los lugares de trabajo, estamos en las redes sociales, estamos en las escuelas, estamos en todas las esferas. Por lo tanto, somos más fuertes y nuestra acción habla por si sola. Eso genera reacciones violentas, porque saben que el cambio es imparable.

Como la mayoría de las mujeres con visibilidad en redes sociales, has sufrido la violencia y el acoso digital. ¿En algún momento te has visto tentada a cerrar el chiringuito?

No, porque tengo el pensamiento de que, si cerramos chiringuitos, lo que hacemos es precisamente cederles el espacio a quienes nos están acosando diariamente. Eso no implica que no haya tomado una serie de medidas, porque las redes sociales al final son como nuestra casa y yo me protejo del acoso y de la violencia. Tengo la opción bloquear o silenciar y tampoco entro en polémicas tóxicas. Si algún día me falla la salud mental y tengo que abandonar porque no soportó el acoso, lo haré sin ningún problema. Al final, las feministas somos tantas que, si no estoy yo, estará otra compañera que me va a representar igual de bien. Por lo tanto, no tengo presión alguna. El movimiento feminista va a seguir.

 

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Tu labor en Tiktok demuestra que los Zeta también están interesados en la política, pero ¿ves listos a los políticos para comunicarse con tu generación?

Los políticos no están preparados para escuchar a la gente joven. No es que no tengan capacidades, creo que lo intentan, pero no saben cómo hacerlo ni creen que pueda haber un cambio real. Como mitin electoral está muy bien decir que hay que prestar atención a la gente joven, pero no se representa ni en los medios de comunicación, ni en los partidos políticos, ni en el Congreso. Hay muy poca gente joven en esos foros. Normalmente se nos llama en días muy concretos, porque ha pasado alguna polémica o hay algún acontecimiento relacionado directamente con los jóvenes, pero yo estoy cansada de encender la televisión y ver debates de cinco o seis señore de 40 a 50 años opinando sobre nosotros y así es cómo se deforma el mensaje. Durante la pandemia se decía que éramos los culpables de que se estuviera propagando tanto el virus. Se nos culpabiliza de todo. Si nuestros representantes estuvieran suficientemente preparados, se sentarían de tú a tú con nosotros y nos darían espacio y voz, nos invitarían a sus espacios en lugar de acudir a los nuestros en un intento de parecer simpáticos. Tampoco veo mal esto último, ¿eh? Pero creo que también nos corresponde a nosotros ocupar las altas tribunas para que se nos escuche.

Hablemos sobre la cultura de la violación. La víctima de la presunta violación de Dani Alves ha renunciado a ser indemnizada por el jugador y su caso no es una excepción. Muchas sentencias consignan cantidades indemnizatorias que no compensan los daños que sufren las afectadas quienes, a su vez, temen verse sometidas a un juicio paralelo por aceptarlas. Hagan lo que hagan, están atrapadas. ¿Confías en la justicia para acabar con esta deriva?

Yo creo en la justicia, a pesar de que creo que es un sistema muy patriarcal. Veo a compañeras feministas que son juezas o abogadas. Veo un movimiento político que está muy por la labor de escuchar al feminismo de calle, que precisamente pedía cambios a nivel legislativo y, aunque nos falta muchísimo camino, la sociedad va tres pasos por delante del Poder Judicial. Las conductas y las creencias machistas que tenemos, esa tendencia a cuestionar a la víctima y juzgar siempre de sus actuaciones antes que las del agresor, también se transforman en sede judicial. Somos personas y nos hemos educado bajo el mismo techo machista, pero estamos avanzando poco a poco y creo que nos ha faltado un poquito, un impulso mayor. De nada sirven los cambios de leyes, si antes no se trabaja en una educación. Contar con una legislación feminista puede hacer mucho bien, pero las futuras generaciones requieren formación sexual, reflexionar sobre el consentimiento, las relaciones sanas y el placer femenino. Sin eso, es muy complicado que las leyes tengan una buena materialización a nivel social.

A finales de enero supimos que cinco mujeres vinculadas al movimiento sociales y sindicales habían presentado una querella en los juzgados de Barcelona contra un agente de la Policía Nacional al que acusan de haberlas utilizado manteniendo relaciones sexoafectivas mientras estuvo infiltrado. La feminista Dolo Pulido ha citado este caso como ejemplo de «consentimiento viciado» y de cómo se «utilizan los cuerpos de las mujeres por parte del Estado» para obtener información y controlar los espacios «disidentes ideológicamente». ¿Por qué hay un sector de la sociedad al que le cuesta tanto verlo?

Una de las personas a la que le costó ver esto es a mi profesión de Derecho Penal. Le pregunté en medio de la clase si él consideraba que, en este caso, que además nos toca muchísimo en Catalunya, había un consentimiento viciado porque, evidentemente, cuando un hombre actúa bajo una identidad falsa, esa mujer no está consintiendo a una persona verdadera, sino que está manipulada. Debería de ser algo que todos leyéramos de la misma forma, pero este un catedrático de reconocido prestigio y dijo delante de todo el mundo que allí no se daban las condiciones para ser considerado como tal. Por lo tanto, a pesar de que pueda parecer una cosa obvia, incluso las personas que más controlan a priori del tema, incluso las más académicas, a veces no saben interpretar lo que se ha consentido. Siento que no es una cuestión de títulos, sino de la educación sexual y la educación feminista que hemos recibido. Tenemos que hacer un muchísimo trabajo en todas las esferas de nuestra sociedad para entender que, si tú estás dando un sí, pero no tienes toda la información, sigue siendo no. Un tal vez también es un no, un silencio también es un no e incluso una negociación es un no. Hasta que no se entienda que sólo sí es sí, vamos a tener que seguir peleando en las calles nuestra libertad sexual.

La periodista Lydia Cacho ha escuchado a más de mil niñas de 11 a 18 años para escribir su libro Rebeldes y libres. Su principal conclusión fue que tienen un discurso feminista muy asimilado, son críticas y conscientes, pero se enfrentan a mucha ansiedad para afrontar el salto entre lo que piensan y lo que hacen. ¿Coincides con esta lectura? ¿Cuáles son los retos de las Zeta en igualdad?

Lo que tenemos que hacer es crear espacios seguros donde estas niñas pueda desarrollar su pensamiento crítico y su pensamiento activista. Es cierto que ser feminista actualmente, en nuestra sociedad, supone un gran enfrentamiento con tu salud mental, porque tenemos que estar soportando en las redes sociales y también en clase. La primera vez que a mí se me dijo que me callase no fue en Twitter, sino cuando tenía dieciséis años. Estaba formando parte de un debate en el aula, monopolizado siempre por mis amigos, hombres de de dieciséis años, y cuando levantaba la mano, todo el mundo ponía los ojos en blanco. ‘Ya está Carla, la pesada’. Es solo un ejemplo para ilustrar que es necesario habilitar espacios a nivel educativo donde las niñas puedan sentirse libres para expresar su opinión y que los compañeros no copen las discusiones.  Es muy importante, sobre todo para que se desarrolle su salud mental y para crear unas generaciones en las que las mujeres no tengamos miedo cuando queramos opinar.

Has denunciado en varias ocasiones que el suicidio es la primera causa de muerte no natural entre las personas jóvenes. ¿Por qué crees que se está resquebrajando de esa manera la salud mental de la generación Zeta?

Hay una falta de escucha. En el momento en que las generaciones más avanzadas están siempre infantilizando a la juventud, llamándonos «generación de cristal» y diciéndonos que somos unos vagos, que no nos esforzamos, que nos están regalando las notas, queda claro que algunas personas adultas no tienen la capacidad de entendernos. Eso lo ha llegado a decir la señora Ayuso, que es presidenta de la Comunidad de Madrid. Cuando estamos viendo constantemente en televisión que se criminaliza a los jóvenes, es lógico que haya un montón de gente joven que se siente incomprendida y vive ansiedad, depresión, malestar y se alimenta de cafeína porque no puede sobrellevar esta carga. Además, estamos inscritos en una sociedad capitalista que permite poco el desarrollo y el pensamiento. Lo más curioso es que esto no es algo que sea solo patrimonio de nuestra generación, ya le sucedía a la de nuestros padres cuando eran jóvenes. La clave está en que nosotros estamos empezando a poner sobre la mesa y a decir ‘no’ en voz alta y sin miedo. Por eso se nos llama generación de cristal, porque lo que realmente les molesta es que nosotros reivindicamos una mejora mental que ellos no pudieron reivindicar porque tenían otras luchas. Creo que ningún adulto con dos dedos de frente desearía que las personas jóvenes tuviéramos las mismas condiciones en las que ellos se desenvolvieron. Nadie le desea el mal a los siguiente. Sin embargo, no hay empatía por parte de la gente adulta y las personas jóvenes nos aislamos en nuestro mundo de Tik Tok, donde hay una libertad y una empatía sólida que es digna de admirar.