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Influencers: sobrevivir a las redes
Influencers: sobrevivir a las redes
Luc Loren, conductor de la serie documental 'Influencers: sobrevivir a las redes'
Luc Loren, conductor de la serie documental 'Influencers: sobrevivir a las redes'

‘Influencers’, una serie documental sobre las luces y sombras de las redes sociales

El creador de contenido Luc Loren guía al espectador en un recorrido por el día a día de los influencers españoles en una docuserie para Prime Video y Mediaset que refleja el camino al éxito y la pesada carga que a veces supone el reconocimiento público.

Aurora Muñoz

Fotolog, Facebook, Tuenti, Youtube, Vine, SnapChat, Instagram, Twitter, TikTok, Twitch, BeReal… Las redes sociales nacen y mueren a toda velocidad. En estos entornos, el tiempo parece que transcurre más rápido que en la ‘vida real’ y los perfiles más consumidos pueden caer en el olvido en cuestión de meses. Todo depende de los algoritmos o… ¿quizás no?  Luc Loren tiene 32 años y lleva ocho años ejerciendo como prescriptor social. Se ha arremangado y se ha sumergido en el barro, cuando ha hecho falta, para acercar a las grandes audiencias los problemas del colectivo LGTBIQ+ y defender la salud mental. Sin ir más lejos, hace justo una semana, entrevistó a la influencer Jessica Goicoechea, en el marco de No Estamos Locas, el programa que emite desde su canal de YouTube (467.000 suscriptores). Durante la charla, desglosaron los seis signos que evidencian que quien los sufre es víctima de violencia de género y la modelo catalana reconoció públicamente haber sufrido maltrato. Esta capacidad para lograr que otros compañeros se abran y su labor de divulgación le ha valido un Premio Ídolo en la categoría Stay True, que premia a los creadores digitales que se mantienen firmes en sus principios y aportan valor en sus redes sociales. Ayer se estrenó como conductor de una serie documental en Amazon Prime Video. En Influencers: sobrevivir a las redes acompaña a algunas de las estrellas del sector en un recorrido por las luces y sombras de su trayectoria como creadores de contenido en España.

«Llevo con mucha honra la etiqueta de «influencer», sobre todo porque tiene una capa de juicio y eso me envalentona todavía mucho más. La revuelta por esa palabra tiene su origen en esas dos hay dos Españas: la de nuestro fandom, que no sigue, nos consume y cree en nosotros; pero también hay otra parte que nos juzga mucho, que no nos acaba de valorar y no ven esto como una profesión. Creen que vivimos del cuento y les parece que lo que hacemos es muy fácil. Esa visión no es totalmente justa. Es cierto que tenemos una vida llena de privilegios y es importante asumir hay una diferencia salarial abismal con respecto a lo que se cobra en otros empleos, pero debemos reivindicarnos y apropiarnos del término. Para muchos será un insulto, pero nos guste o no, ‘influencer’ es una palabra que nos engloba a todos», defiende este zaragozano.

A lo largo de cuatro capítulos de 50 minutos, profundizará en las historias de compañeros como Ismael PregoCarolina Iglesias, Noemí Casquet, Hamza Zaidi, Abril Cols, Rocío Osorno, Claudia García, Señor Cheeto, Paula Moya, Lalachus, Juan Amodeo y Berryuca, entre otros. Juntos reflexionan sobre cómo gestionar este éxito, a menudo efímero. «La única manera de permanecer en esto pasa por ser muy trabajador, muy constante, saber madrugar y hacerlo con una buena gestión emocional», resume Loren. Se dice pronto. «Llegar es relativamente fácil. No basta con tener una plataforma para subir contenido, pero si tienes naturalidad, capacidad de conectar con la audiencia y ganas de contar cosas puedes despegar», admite. «Hay personas con talento en todos los lados, todos tenemos una habilidad, pero necesitas una buena estrategia. Hay muchas subidas y bajadas, si no lo trabajas y es imposible mantenerte en esta industria que, además, cambia de código constantemente», advierte el influencer.

Récord por pandemia

El confinamiento trajo una desinversión casi generalizada. A partir de marzo de 2020, los presupuestos publicitarios se desplomaron un 18%, según los datos del Observatorio de la Publicidad en España, pero al mismo tiempo, una audiencia masiva se vio abocada a las pantallas. Las restricciones de movilidad aumentaron el número de usuarios de Internet y el tiempo de uso de manera exponencial. En España, según apunta un estudio publicado por Hootsuite, más de 37 millones de personas usan las redes, lo que representa a un 80% de la población, que pasa una media diaria de casi dos horas en estas aplicaciones. Este contexto favoreció que los anunciantes pusieran su mirada sobre los streamers y creadores de contenido. «Petó en el confinamiento. La gente estaba aburrida, no sabía que haber, ver Tik Tok y, al final, alguien se tiene que hacer conocido», resume Andrea Palazón (Elche, 19 años). Su historia en redes arrancó en 2015. «Era la típica niña que lo grababa todo», explica. Durante el boom de consumo que trajo la pandemia se encontró con picos de crecimiento de 12.000 a 30.000 seguidores en un solo día. Entonces, tener 50.000 seguidores ya era una hazaña.

En el documental, Esty Quesada —conocida en este universo como Soy una Pringada— se queja de que los perfiles que se popularizaron en pandemia fueron muy blancos y reclama una apuesta redoblada por creadores con un mensaje detrás. Lucía Bellido (Granollers, 18 años), en cambio, tiene claro que las tiktokers son las estrellas del momento. Ella comenzó, cuando tenía 12 años, en Video Star, la plataforma que estaba de moda entonces entre sus compañeros. Podía grabar una decena de vídeos diarios al llegar del instituto. Cuando se dio cuenta de que la seguían 10.000 personas, acudió en busca de consejo: «Mamá, ¿cómo gestionamos esto?». La respuesta de su progenitora fue desincentivadora, pero a final de ese mismo año ya tenía más de 300.000 seguidores. Una cifra despampanante.

Algo parecido vivió Marina Rivera (Madrid, 20 años). La Riverss, como se hace llamar en redes sociales, ganó casi 4 millones de seguidores en menos de dos años y ya supera los 6,6. «Tenemos un impacto muy real con lo que recomendamos. La publicidad está cambiando y desplazándose a las redes sociales. Cuando quieres un público concreto, como el adolescente, buscas a vierto influencer, sabes el impacto que tiene, conoces sus estadísticas y la producción es suya, te sale gratis. Somos mucho más baratos que todos los medios de comunicación a nivel televisivo». explica. Influencer Marketing Hub, una compañía danesa especializada en el análisis del marketing para influencers, le da la razón. Según sus datos, la inversión publicitaria en este sector alcanzó en 2020 un valor de 9.700 millones de dólares, un 44,7% más respeto al año anterior. Cada vez hay más bocas hambrientas que esperan comerse parte del pastel, pero la tarta también ha crecido. La agencia The Motherhood refleja en un informe como los influencers han comenzado a aumentar sus tarifas tras el paso de la pandemia. En concreto, han subido una media del 44% entre 2020 y 2021. En los primeros seis meses de 2022, se produjo otro incremento adicional del 45%l, de manera que los perfiles más potentes cobran ahora casi un 100% más que antes del estallido.

Relevo generacional

«La opinión pública nos ve como unas niñatas que ganan dinero haciendo bailecitos de mierda en Tik Tok. En el mundo de Twitch, está guay que la gente gane mucha pasta, pero Tik Tok no les hace ni puta gracia», protesta Rivera. Sin embargo, las prescriptoras de esta red social han llegado para quedarse y su poder influenciador está fuera de duda. Esta madrileña publicó en 2021 su primer libro, Como un rehén, que en su estreno superó en ventas a El italiano de Arturo Pérez-Reverte. Datos como este reflejan que el cambio generacional ha llegado.

Marta Lozano (Valencia, 26 años) entró en el negocio hace ocho años y la primera foto por la que cobró en Instagram he hizo el mes, con 18 años. Sin embargo, ella ya nota un cambio de tendencia. «Tiktok me cuesta, no me había pasado nunca antes. Cuando yo empecé, Instagram era lo que se llevaba y ahora, por primera vez, se empieza a popularizar una cosa que no pertenece a mi mundo. Es una situación frustrante, me siento mayor y tengo 26 años», reconoce.

El ejemplo de estas personalidades de Internet ha propiciado que aquello de «mamá, quiero ser artista» se quede viejo. En el siglo XXI, las nuevas generaciones no quieren ser otros. Aspiran a retransmitir su vida en directo. «La mayoría de los adolescentes piensan que pueden llegar a ser influencers simplemente siendo ellos mismos. Y es cierto. Solo les hace falta tener un teléfono», mantiene Diego Moreno, CEO de la agencia Nickname. A Daniel Marrero (Madrid, 22 años), le llegó la oportunidad en un momento en el que estaba sumergido en la precariedad del sector de la hostelería. «Me ofrecieron un dinero que allí lo ganaba en cuatro meses. Si echo ahora la vista atrás, se aprovecharon de que no tenía a nadie que me llevase», añade. Es un mundo de tiburones al que llegan un puñado de ‘Pezqueñines’, ¿cómo evitar ser engullido?

Loren tiene claro que es imprescindible estar rodeado por un círculo de apoyo. «Los padres no pueden coartar la libertad de su hijo, pero está bien tener un entorno adulto, fuera de esta industria, que te ponga los pies en la tierra. Lucía Bellido, por ejemplo, tenía la necesidad de contarle algo al mundo, ya sea un mensaje más o menos profundo, pero también ha pagado un precio. Vendemos nuestra intimidad a cambio de influencia. Ella ha vivido una adolescencia diferente a la de los demás y cuenta que a veces le gustaría ir a la bolera con sus amigas y no ser reconocida. Por eso es muy importante, en el caso de que seas menor o tu personalidad aún se esté formando, aunque tengas la mayoría de edad legalmente, que puedas confiar en ellos. La vida te vaya a cambiar muchísimo y que te queda un montón de mundo por descubrir. Es muy fácil que se te suba a la cabeza, porque estás en un contexto privilegiado, pero la vida real no es así», advierte el influencer en alusión directa a los jóvenes que llegan a dar el relevo. «Este documental está hecho también para padres. Debemos educar a la gente a que sea abierta sobre los demás, a no juzgar y a ver las redes sociales como como un espacio muy bonito que está plagado de referentes», alega.

‘Burn out’ por el ‘hate’

Estas nuevas figuras públicas han llegado a pulverizar todas las normas establecidas. Los profesionales de la comunicación aconsejan a los creadores cuidar su imagen pública y evitar pronunciarse sobre política, religión, tabaco, drogas o alcohol. Sin embargo, hay perfiles como el de Samantha Hudson (León, 22 años) que siempre se han mojado. «Cuando se me exige glamour, yo ofrezco basura. Suelo tener más morro que cara dura», dice con desparpajo. Más allá de la pose, hay un fondo contestatario que es lo que le ha llevado a conquistar a casi 300 mil seguidores en Instagram y alcanzar el éxito musical con Liquidación Total.

«Sigue existiendo gente como ella, como Inés Hernand o incluso te diré que, como yo, que también ocupamos ese cupo con mensajes más políticos, que hacen reflexionar. No creo que tengamos que obligar a las personas a tener siempre una responsabilidad de posicionamiento ideológico o de valores. Hay gente que simplemente quiere existir en estos espacios de una forma un poco más minimalista, contando su día a día, qué se ponen, cuál es la música que escuchan y creo que debemos respetarlo. Están en su derecho y, de hecho, esas personas son las que más prescriben, porque ya sabemos que muchas marchas no quieren significarse. Cada creador encuentra su vía y tiene que ser autónomo para comunicar y emprender sus propios proyectos», plantea el conductor de este documental. Sin embargo, esta libertad se ve coartada a menudo por las consecuencias de la sobreexposición y el coste de vivir de la propia imagen prácticamente 24 horas al día. Cuando los focos están constantemente sobre alguien, es difícil que su salud mental no se vea afectada.

En 2022, los representantes de la tiktoker Hurona Rolera (Valencia, 23 años) le recomendaron que hiciera un parón en su actividad antes de que acabara «saliendo en los periódicos». Se llama Dana y tiene más 13 millones de seguidores en Tik Tok, casi un millón en Instagram. Su éxito llegó en 2019, cuando se volcó en los directos, pero con la fama llegó una oleada de comentarios por su aspecto físico. La gota que colmó el vaso fue la filtración, en un chat que ella misma creó, de unas fotos suyas en las que aparecía desnuda. Aquello pudo con su equilibrio emocional, comenzó a perder peso rápidamente y necesitó recurrir a tratamientos antidepresivos y ansiolíticos.

No ha sido la única. A lo largo del documental, varios influencers relatan su lucha contra la depresión y la ansiedad, incluso recuerdan al meme maker Gabriel Chachi y a la influencer Celia Fuentes que decidieron quitarse la vida tras sufrir la insostenible presión de su profesión.

Anabel Lorente (29 años) decidió bajarse del carro antes de que le pasará por encima. El 26 de agosto de 2018, subió a sus redes sociales un vídeo animado en el que contaba una visita al ginecólogo en la que el doctor cuestionaba su alimentación, su consumo de alcohol y sus hábitos diarios. Ella se imaginaba lanzándole, en un arrebato, su copa menstrual. El vídeo se viralizó y acumuló cerca de 300.000 reproducciones. Un año y cuatro meses después del estrellato, tenía depresión diagnosticada, medicación y unos problemas de ansiedad que le hicieron dejar las redes sociales durante meses. El hate pudo con ella. «Solo deseo que tengas un accidente mortal y sufras antes de morir. ¡Guarra! Sionista asquerosa», le espetó un usuario en Facebook .»Me daban ataques muy bestias y veía que me ahogaba en un vaso de agua», recuerda.

Estas vivencias reflejan que el (intolerable) precio de la fama. «Yo siempre equilibro la balanza y, al final, siempre merece la pena. En mi caso, que he hecho contenido divulgativo sobre salud mental y derechos LGTB, siento que he podido cambiar la vida de algunas personas. Eso me reconforta tanto que creo que es la razón por la que sigo. Sin embargo, hay a personas a las que creo que no les renta, pero de eso no te das cuenta hasta que te ocurre. Me gustaría que el mensaje que se transmitiera del documental sea positivo, contar que, a pesar de las sombras, siempre brillan más las luces. Espero todos mis compañeros sientan que eso es así y, en el caso de que no, mi consejo es que dejen las redes sociales, porque si te hace más mal que bien, entonces no vale ni todo el dinero del mundo», concluye Loren.