Otras miradas

Logan Roy, Succession y el deseo de inmortalidad de las élites

Guillermo Zapata

Guionista y escritor

Una escena de Succession
Una escena de Succession

[Si no has visto Succession por aquí abajo hay spoilers menores de la serie y mayores de la tercera temporada. Lee con precaución]

El capítulo piloto de Succession nos muestra a Logan Roy, patriarca y magnate de la comunicación al mando de su gran compañía WayStar - RoyCo (La semana pasada caí en que RoyCo es, literalmente, la empresa de Roy) el día de su 80 cumpleaños. Está pensando en retirarse y ceder la batuta de mando a uno de sus hijos. Es probable que sea al inseguro Kendal, al fin y al cabo es el hijo varón más adulto (Connor no cuenta, nunca ha contado), Shiv es seguramente más lista y más determinada, pero es una mujer (Logan, insisto, es un patriarca), Roman es el pequeño y nunca se sabe bien si es brillante o está loco. Así que casi por eliminación queda Kendal. Todo está preparado, pero Logan se resiste, sus hijos le presionan en mil direcciones y todo escala hasta que Logan sufre un infarto.

El infarto no hace que Logan afiance su marcha, si acaso sucede lo contrario, la fragilidad de su salud le impulsa a seguir dirigiendo la empresa. Lo que sucede después son tres temporadas de huida hacia adelante en la que la serie consigue que te olvides de que Logan es un anciano con problemas graves de salud. El ejemplo más apabullante de esta negación de la fragilidad sucede cuando sus hijos descubren que tiene una nueva amante mucho más joven que él con la que tiene relaciones sexuales, sino que también fantasea con la idea de tener otro hijo. Uno que sea perfecto. Ojalá poderse clonar a sí mismo y ya estaría.

Esta semana comprobamos, en uno de los capítulos más incómodos y desasosegantes que servidor ha visto en su vida, que semejantes planes iban a tener que interrumpirse radicalmente porque otro infarto va a acabar con la vida de Logan mientras vuela en su jet privado.

La muerte de Logan Roy es, primero, un enigma. La serie se preocupa mucho de que puedas llegar a pensar que se trata de una perversa broma. Superada esa primera fase, se convierte en un golpe emocional brutal mientras sus hijos se van desmoronando ante la certeza de que es real. Logan ha muerto. El golpe de gracia de la serie es adelantar al capítulo 3 de la temporada lo que podría haber sido un cierre razonable, para contarnos después que el deseo de trascendencia infinita del patriarca ha hecho que su muerte no deje a su alrededor más que el caos más absoluto. Es lo que pasa con los imperios, su único objetivo es la permanencia y por eso nunca piensan en su final con lo que siempre les sucede, el caos.

Que las élites se resisten a morir y buscar perpetuar su existencia a partir de mil y un proyectos lo sabemos de siempre. No es que al común de los mortales nos haga gracia la muerte o la asumamos mansamente (que hay quién sí) sino que a partir de una cantidad de dinero y con una buena dosis de egocentrismo neoliberal se produce un simulacro por el que empiezas a creer que ya que todo está a tu disposición, ¿cómo no vas a poder resolver ese problema intrascendente que es que las cosas son finitas?

Desde esos rockeros que se cambian la sangre de tanto en tanto, a fantasías alucinatorias con ADN y explotación de mujeres pobres vía gestación subrogada. Desde el predicamento cienciológico en algunas estrellas de Hollywood hasta los muchos más actuales cultos a la post-humanidad y la trascendencia maquínica que pululan en torno a los profetas de Sillicon Valley. Nadie parece ponerse del lado de Luis Buñuel, al que la muerte le asustada, pero la eternidad le parecía una sandez y que lo que le gustaría sería, en todo caso, "una vez al año, resucitar, leer el periódico, ver que todo sigue hecho una mierda y volver al nicho".

Tampoco está muy alejado de esta idea de infinito el plan de Elon Musk de ir a Marte para salvar la humanidad y que incluye la increíble posibilidad de gastarse una millonada de dinero para "terraformar" un territorio hostil a nuestro organismo para conseguir el milagro de tener un puto huerto urbano (pero en Marte) Porque en el fondo no se trata tanto de resolver un problema, cómo de guiar a la humanidad a otro lugar, emanciparse. Pero el sentido de la emancipación nunca es el desarraigo, sino precisamente saber construir un lugar dónde vivir (durante un tiempo).

Lo curioso es que mientras se multiplican las fantasías de trascendencia infinita, en los últimos años la sociedad española ha empezado a morirse mejor (gracias al desarrollo del derecho a una muerte digna) y, sobre todo, a morirse más tarde. Desde 1991 hemos ganado 5 años de vida saludable para el conjunto de la sociedad. Una vez más, las fantasías narcisistas de quién quiere emanciparse de la sociedad y en este caso del tiempo mismo, estorban a los avances científicos y al refuerzo de nuestros sistemas de salud, que son los que, a la postre, nos salvan la vida a quienes aspiramos a vivir lo más posible y lo mejor posible y sabemos que para eso, necesitamos del resto.

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