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María Peláez
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María Peláe: «Han tenido que venir personas como Rosalía para posicionar el flamenco donde se merece, con fusión o como sea»

A esta artista malagueña nadie le tapa la boca. Ella, que admira el poderío y el talante de las grandes folclóricas como Lola Flores o Rocío Jurado, llena sus canciones de compás flamenco, acento andaluz y compromiso social. En esta entrevista, reivindica la visibilidad lésbica y el poder transformador del arte.

Aurora Muñoz

El Día de la Visibilidad Lésbica se conmemora cada 26 de abril desde 2008 en varios países; entre ellos, España. El objetivo de esta fecha es reclamar la importancia de luchar por la igualdad de derechos y oportunidades para las lesbianas, sobre todo, en el espacio público. Como reivindica Brigitte Vasallo en un artículo de opinión para Pikara Magazine, la efeméride nos da la excusa , necesaria, para hablar de nosotras y sobre la construcción de género. «Yo fui visible como lesbiana mucho antes de ser lesbiana; recibí corrección de género, odio, asco y violencia mucho antes de tener ningún tipo de deseo hacia nadie. Y, como yo, todas aquellas marimachos, camioneras, butchtomboys… que buscamos nuestras fotos de infancia y decimos, a modo de eureka ¿¡lo ves!? -alzando ese retrato de pequeña disidente, disgustada con los moños y los lazos, jugando con espadas o blandiendo llaves inglesas de juguete- a mí ya se me veía venir», relata la autora. Todas esas infancias incomprendidas necesitaban referentes, voces que cantaran a pleno pulmón que lo heteronormativo es solo un camino, no el único. La malagueña María Peláe ha sabido hacerlo y desmontar los estereotipos con temas que te levantan el día por su sentido del humor y la naturalidad con la que desliza apuntes autobiográficos.

Así nació La Niña, en septiembre de 2019, un single que fue subiendo hasta entrar en las listas de tendencia en Spotify España y alcanzar con su videoclip los dos millones de visualizaciones. Entonces, ya llevaba más de doce años de carrera musical a sus espaldas y su música comprometida ya era más que reconocible para el gran público. Colgó el cartel de sold out en la mítica sala de La Riviera de Madrid o la Plaza de Toros de Málaga y, este próximo mes de mayo, regresa al escenario del Fulanita Fest, que en su primera edición a más de cinco mil asistentes. El festival, que se celebra en Fuengirola, se reivindica como el mayor evento de visibilidad LGTBIQ+ femenino de España. Peláe tiene claro que la cita es imprescindible. Es hora de ponerse orgullosa. “¿Por qué un Orgullo? Porque nos han robado la adolescencia, el codazo, las mariposillas en el estómago. ¿Quién me devuelve a mí esos años? El desarrollo personal sin miedo y prejuicios, por mis hijas, tus hijes y nuestros hijos, por mucho que pique seguiremos haciendo este bendito ruido”, añadió la artista en el Pride de Torremolinos hace poco menos de un año. Ha llegado el momento de llenar de música todos esos silencios que aún rodean al término «lesbiana». Nadie le va a callar la boca.

El sistema patriarcal llega a todos los ámbitos y la industria musical no es diferente. El colectivo Mujeres y Música analiza cada verano la presencia de mujeres en festivales y, en el último año, no alcanzaron ni el 40%. ¿Crees que los carteles compuestos exclusivamente por mujeres artistas pueden ayudar a paliar la brecha o la incrementan?

Es absolutamente imprescindible. El resto de carteles de festivales mantienen un porcentaje de mujeres muchísimo más inferior. El Fulanita y otros festivales feministas te ponen esta realidad en toda la cara. ¡Imagínate! Es necesario total.

Siempre has defendido que hay que tener muy en cuenta a nuestras referentes, a las mujeres cantaoras, que fueron unas ‘modernas’ en su época. ¿Cómo llevas la etiqueta de ‘Lola Flores millennial’?

Una de las cosas que más se puede admirar de Lola Flores o de Rocío Jurado es la libertad que tenían en la boca, sobre todo teniendo en cuenta la sociedad y el momento en el que estaban. Habría que vernos a muchas de nosotras, que ahora somos como muy valientes, en aquel entonces. Son referentes, no son artísticamente, sino como medio de movilización social y de reivindicación. Si mi abuelo estuviera aquí, diría que eran diosas, así que me tomo la etiqueta con mucha humildad y con mucho cariño. Es verdad que asusta, ¿eh?. En el momento en el que empezó a sonar, yo dije: «Ay, madre mía, cómo se lo habrán tomado», pero es verdad que las conocí y ellas vieron que todos los homenajes que yo haya podido hacer a su madre han sido con el mayor de los respetos. Tampoco me he puesto yo misma este sobrenombre. Entiendo que los medios tengan que señalar algo conocido para reconocer características de alguien cuando se considera como nueva, aunque yo tenga más años ya en la música que la Tana.

El carnaval de Cádiz ha sido una de las primeras cosas que recuerdas haber escuchado en tu casa y has contado que lo primero que escribiste vino alumbrado por Carnecita de Gallina, aquel pasodoble de Los Piratas de Antonio Martínez Ares. Las letrillas de las agrupaciones gaditanas representan todo lo contrario a callarse la boca. En tu tema, Qué vengan a por mí, dices: «¿Quién eres tú pa’ taparme la boca, la historia y la mente? Que no hablen por mí». ¿Qué mensajito le dejarías a los que todavía andan con un rollo hater y mucho afán de cancelación en las redes sociales?

Bueno, en las redes te encuentras de todo. A mí me gusta confiar en la gente y quiero pensar que en el fondo la mayoría de los haters son buena gente, que están aburridos y te dicen cuatro cosas, pero luego ayudan a su abuela poner el puchero. En Qué vengan a por mí intento hablar de cosas más serias: de política, sobre todo, y de las libertades, en general.

Además de una flamenca, eres una contadora de historias. La niña es una narración preciosa de una ‘Mowgli’ disfrutona, que vive como le pide el cuerpo. ¿Crees que las canciones pueden ayudar a que deje de repetirse eso de ‘qué le pasa a la niña’ en entornos conservadores?

Lo primero que hay que aclarar es que esos cuchicheos no son cosas de pueblo. En las ciudades grandes te encuentras en las mismas, vas por la calle de la mano con tu pareja y hay quien te miraba mal. El punto clave de La niña demostrar que se pueden contar de manera amable cosas que pasan y que duelen. Encontramos ese punto intermedio, incluso el mismo videoclip aparecen cuatro señoras, que eran mis colegas, armando ese murmullo. Quisimos reflejar que todos estamos dentro de esa vorágine, hemos mamado hasta el tuétano un montón de prejuicios y de presuponer qué es lo normal sin darnos cuenta de que, en ese camino, hemos hecho que muchos niños no se sientan incluidos en la sociedad. Menos mal que, hoy día, se empieza a hablar poco a poco y tienen más referentes. De pequeña, yo veía una serie o una película y no aparecía por ningún lado una mujer lesbiana. Lo mismo algún hombre gay, pero no tenía referencias entonces. Seamos nosotras las que hablemos directamente de nuestra vida sin tener que inventando una vida paralela, como ya ha pasado tantos años, o o que directamente no haga falta ni hablarlo, porque no creo que sea motivo ni de noticia. Algún bien se está haciendo y a través del arte siempre se ayuda a avanzar a ese lado de la sociedad que va un poquito más tarde.

Ahora mismo tenemos a Blanca Paloma a menos de un mes de llevar a Liverpool una nana casi lorquiana, con tintes de bulería. Esto no pasaba en Eurovisión desde Remedios Amaya, en 1983. Antes comentamos el discurso de las folclóricas, adelantado a su tiempo, pero hablemos de flamenco. Años después de La Leyenda del tiempo, de Camarón, ¿está renaciendo el género y las nuevas generaciones están descubriendo por fin su capacidad de innovar?

Más moderno y heavy que Omega, de Enrique Morente, no se ha hecho nada. Fue la primera vez que se metió flamenco dentro de festivales que eran indie en aquel entonces. Las cosas buenas terminan teniendo su camino, simplemente. Hace poco, en una conversación con Israel Fernández, él decía que el flamenco es muy agradecido y es verdad. Todo lo que esté hecho con flamenco va a quedar bien. Hay mucha gente que se está dando cuenta de eso y los que hemos escuchado flamenco desde siempre nos hemos quitado los prejuicios o esas cosas que nos han metido como «no metas palmas que para salir en la radio va a estar complicado» o «no lo hagas muy flamenco». Ya vale, ¿no? Han tenido que venir otras personas que se han hecho más conocidas, como por ejemplo Rosalía para posicionar el flamenco donde se merece, ya sea fusionando o sea como sea. El compás se merece ser reconocido a nivel mundial y el caso de Blanca Paloma es un buen ejemoplo. Menos mal, ¡por fin a Eurovisión!.

La Folcrónica renació en vinilo el año pasado y traía cositas nuevas como ese Gato Marinero con mucha guasa y una tarta verde muy sospechosa en el videoclip. ¿Necesitamos más repostería alternativa para liberarnos de tanto currar en la casa o ya se está alzando la voz sin necesidad de ayuditas culinarias?

Yo soy, como lo máximo, de tomarme una tila. Otra cosa ni de coña, pero me dio por imaginarme que sería de mí si me tomara una tarta sospechosa. Cada uno que aliñe las cosas como quiera, mientras le venga bien. En el momento que no te viene bien, hay que ser lo suficientemente inteligente como para para que la tarta oficial sea de zanahoria y ya está.

 

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Este disco te ha llevado hasta el Billboard de Times Square y hace muy poquitos días se conoció su nominación al Mejor Álbum de Flamenco en los Premios MIN, la gran cita anual de la música independiente. Danos más alegrías, María. ¿Para cuándo se viene álbum con temitas nuevos?

Pues dentro de no mucho. Estoy muy contenta porque, de hecho, ahora me paso muchas horas en el estudio porque estamos currando en lo siguiente. Sacamos El Deshielo hace un par de meses, en un mesecito y poco vendrá otro single y todo eso va a culminar en algo que espero que la gente reciba bonito.

No puedo decir la fecha de salida al mercado, porque no depende de mí, pero sí es cierto que habrá varios adelantos de aquí a final de año unos cuantos y, por descontado los iremos metiendo en la gira Si se achucha, entra, pero esperemos que antes de que finalice el año o, como mucho, a principios del siguiente haya un nuevo disco.