Punto y seguido

¿Más Tayyeb Erdogan o una nueva Turquía?

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, saluda a la gente mientras asiste a la feria militar Teknofest, a 29 de abril de 2023, en Estambul (Turquía). Foto: Turkish Presidency / Dpa
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, saluda a la gente mientras asiste a la feria militar Teknofest, a 29 de abril de 2023, en Estambul (Turquía). Foto: Turkish Presidency / Dpa

El 15 de mayo, el "Día Después" de las elecciones presidenciales y parlamentarias de Turquía, nada será como antes: tras el fin del erdoganismo en 2015,  y sus últimos coletazos en 2019, el régimen unipersonal de Tayyip Erdogan y su partido de extremaderecha islamista de Justicia y el Desarrollo (AKP) serán historia. Buena parte de quienes durante dos décadas han sido tratados por el Führer turco como "rebaño-masa", reclaman su estatus de ciudadano y transformar el califato en un Estado de derecho.

A pesar de utilizar, como de costumbre, todos los medios del Estado en su favor y desacreditar a la oposición, el multimillonario presidente Tayyeb Erdogan puede perder el poder en favor de la plataforma centrista de la "Alianza de la Nación", liderada por el economista de 74 años, socialdemócrata de vida modesta, y de credo alevita, Kemal Kılıçdaroğlu.

Los motivos por los que Erdogan perdería

A) La recesión económica. El "Modelo turco", -nombre exótico para un neoliberalismo autoritario, que ha causado una inflación que ronda el 80%, la depreciación de la lira frente al dólar, el desempleo, un masivo empobrecimiento de los trabajadores, además de una continua migración del campo a la ciudad a causa de la destrucción de la agricultura-, es el principal motivo de la caída en desgracia del sultán turco ante aquellas masas que hace dos décadas ayudó a salir de la pobreza mediante la expansión de la seguridad social y los servicios públicos. La sociedad está agotada y los jóvenes exigen un cambio. Su oponente, Kılıçdaroğlu, ha incluido en su programa electoral:

- Restaurar el sistema parlamentario, sustituido por Erdogan por uno presidencial.

- Volver al Convenio de Estambul sobre la prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, del que salió el presidente islamista.

- Devolver la independencia a los tres poderes del Estado.

- Regular la migración. Turquía acoge a seis millones de refugiados, principalmente de Siria, Afganistán e Irán. Lo interesante es que ningún partido relevante ha convertido la xenofobia en su bandera.

- Abogar por un mundo multipolar donde las potencias medianas tengan más voz y voto.

B) El terremoto del pasado febrero sepultó a Erdogan bajo sus escombros, desde donde sigue culpando a la naturaleza y a los constructores por la muerte de al menos 50.000 personas, y un daño de 100 mil millones de dólares a la economía del país. Si la democracia se mide con sus respuestas ante las grandes crisis, el devastador terremoto le quitó la careta al país cuyos pashás corruptos  prometían una misión a la luna en el 2023, ahora piden ayuda humanitaria al mundo confesando el grado del subdesarrollo real del país.

C) La unidad de las fuerzas opositoras, contra todo pronóstico. La Alianza Nacional integra a seis formaciones, -entre ellas, el secular Partido Republicano Popular (CHP), que gobierna la alcaldía de Ankara y Estambul; el Partido Bueno (IYI), y dos partidos escindidos del AKP (el del Futuro liderado por el ex primer ministro Ahmet Davutoğlu y la Democracia y el Progreso del ex ministro de Asuntos Exteriores Ali Babacan), pondrían fin a esta etapa de la historia del país. La Alianza Nacional también cuenta con el respaldo del poderoso partido Democrático de los Pueblos (HDP). El Partido Comunista y otros dos movimientos de izquierda, por su parte, han formado la Unión Socialista del Poder. El comunista Fatih Mehmet Maçoğlu ganó las elecciones municipales del 2019 en Dersim, la Marinaleda turca.

D) Las mujeres, e incluso las conservadoras, por sufrir una brutal feminización de la pobreza (que, combinada con los discursos misóginos del régimen, han hecho disparar los matrimonios de niñas pequeñas); un feminicidio en aumento, especialmente por hombres carentes de honor. El índice de la Brecha de Género de Turquía es del 63.9%, que sitúa a Turquía en el puesto 124 entre 155 países del mundo (2022). España está en el número 17.

E) La oposición de la mayoría de los kurdos que forman el 20% de la población y se les trata como ciudadanos de segunda. Que Turquía se niegue a ser federal es por ser un Estado neofascista ultracentralizado.

F) Los enormes costes de la militarización de la política exterior turca: el pequeño estado imperialista tiene tropas en Azerbaiyán, Libia, Irak, Siria y Afganistán. Erdogan abandonó la diplomacia en favor de amenazas a los países rivales, y dejó de lado la cortesía y la sutileza para convertirse en el dirigente más impertinente y maleducado del mundo, lo de sofagate fue el colmo de su misoginia primitiva.

G) El mandatario turco se peleó con Siria, Armenia, Grecia, Chipre, Israel, Egipto y Arabia Saudí y solo cuando se vio aislado, empezó a pedir sal a los vecinos, haciendo paces, aunque ya era tarde.

H) EEUU, que con Erdogan ha perdido influencia en Turquía, -y que intentó deshacerse, físicamente, de Erdogan durante la presidencia de Barak Obama en 2016- le ve ya fuera del juego. El 20 de marzo, Turquía no estaba entre los 120 países invitados por Joe Biden a la Cumbre Mundial por la Democracia, y el 3 de abril, su embajador en Ankara Jeff Flake se reunió con Kemal Kiliçdaroglu, permitiendo con esta imprudencia que Erdogan volviese a acusar a sus críticos de "títeres del Occidente", y usar el victimismo ante su audiencia: ¡Mirad como Occidente me odia por ser un musulmán patriota!

Entre las razones de los demócratas de Washington, están:

- Que Erdogan fuese un autónomo dictador, y no un sumiso.

- Comprar artefactos militares al enemigo ruso y negarse a aislarlo por la guerra de la OTAN en Ucrania. Es más, acaba de inaugurar junto con el presidente Putin la primera planta de energía nuclear construida por Rusia en Turquía, por el valor de 20.000 millones de dólares. Esta guerra ha elevado la importancia geopolítica del país euroasiático para EEUU, de ninguna manera permitirá que salga de su órbita o que haya un Turquexite de la OTAN,  a pesar de sus choques con Francia (con la que compite en los Balcanes, Asia Central y África), Chipre o Grecia por el gas del Mediterráneo. Bajo la clave de Patria Azul, Turquía sigue expandiéndose.

Por otro lado, y a pesar de que el anuncio electoralista de Kılıçdaroğlu, de deportar a los refugiados sirios (cerca de 4 millones) a su país, preocupa a la UE, porque les empujaría a dirigirse a Europa, la simpatía alternativa que le demuestra al candidato no significa que levante su veto a la entrada de Turquía en el club europeo en caso de que gane las elecciones. El motivo no es sólo porque Turquía es demasiado musulmán y demasiado pobre, sino por ser el Estado tapón que le separa de un Oriente al que el propio Occidente destruyó con guerras y regímenes totalitarios (Irak, Siria, Irán o Afganistán).

- El culto a la personalidad de Erdogan, promovido durante dos décadas, impide al AKP presentar otro candidato, e incluso salvarse como partido tras la derrota de su principal figura.

Medidas preventivas anti-derrota de Erdogan

- Abusar aun más de los medios de comunicación y la administración pública por parte de AKP para el beneficio propio.

- Utilizar los recursos estatales para perseguir a sus rivales. Un juzgado ha condenado al alcalde socialdemócrata de Estambul, Ekrem Imamoglu, a cerca de tres años de prisión e inhabilitación política por insultar en 2019 a la Comisión electoral.

- Eliminar el requisito de la edad de jubilación, en diciembre, para unos dos millones de personas que se habían dado de alta en la seguridad social antes de septiembre de 1999, en vez de crear puestos de trabajo reparte una mísera pensión, estafando a la nación.

- Reclutar al "Estado profundo" turco, compuesto por el ejército, los servicios de inteligencia, el MIT, el poder judicial y la mafia, para impedir una Turquía de izquierdas.

- Reactivar el apoyo de los sectores reaccionarios que hoy controlan Turquía: las instituciones religiosas, y sus leales ultras y racistas, que presionan al Padre de Turquía alejarse aún más de la Europa cristiana, feminista, gay e inmoral. "No tenemos nada que ver con la comunidad LGTBI... luchamos contra estos pervertidos", dijo Erdogan en un mitin.

- Provocar pena y compasión en su electorado indeciso: la artimaña del victimismo de estar enfermo, de que el Occidente va a por él por ser "la voz de los musulmanes oprimidos" ¡siendo Turquía durante su mandato miembro de una OTAN que ha matado a cientos de miles de "musulmanes" en sus guerras!, son parte de este recurso.

- Mejorar los lazos de Turquía con Egipto, Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, lo cual, al menos en el caso de las dos petromonarquías del Golfo Pérsico le puede facilitar préstamos e inversiones que necesita para sacar adelante parte de la catástrofe económica (si la corrupción lo permite).

- Y ha estado entre sus planes, lanzar una campaña militar de distracción contra los kurdos de Siria u otro "enemigo extranjero". En junio de 2015, cuando AKP perdió la mayoría parlamentaria y no pudo formar gobierno, "de repente" hubo una ola de atentados atribuidos a los kurdos, los islamistas ganaron los comicios repetidos en noviembre. Nadie se sorprendió.

¿Y qué hará el Maquiavelo turco si pierde?

- Cambiar las papeletas durante el proceso de escrutinio:  El gobierno de Erdogan en los últimos años ha despedido a decenas de miles de funcionarios, bajo el pretexto de "apoyar al golpe de estado del 2016" para colocar a sus leales, capaces de cometer dichas jugadas.

- Impugnar los resultados la noche de las elecciones. En unas elecciones limpias, Erdogan perdería.

- Desatar a los Ottoman Hearths (Hogares Otomanes), paramilitares creados en 2009, compuestos por dos millones de lumpen de la sociedad turco-kurda. Su perfil es del fascio de Mussolini o los Guardianes de la Revolución Islámica (GRI) de Jomeini y sus subgrupos como Basich. Mediante actos de terror, -asaltando las sedes de los partidos políticos, sindicatos, medios de comunicación independientes, y activistas progresistas- el grupo pretende resucitar el imperio otomano sunnita, con Tayyeb Erdogan a la cabeza. Vestidos de mortaja blanca asisten a los actos del AKP mostrando su disposición de matar y morir por los proyectos de extremaderecha imperialista.

- Impedir una transición ordenada del poder "haciendo un Trump", salvo que la victoria del sultán sea tan evidente que no le fuese imposible.

- Recurrir a SADAT, la empresa de mercenarios militares turcos que opera en Siria, Libia y el Cáucaso sur, entre otros lugares donde hay negocio de guerra y muerte, es uno de los temores de la oposición. « Ayudar al mundo islámico a ocupar el lugar que le corresponde entre las superpotencias» es su lema.

- Utilizar las fuerzas policiales. El ministro del Interior, Süleyman Soylu, fue acusado de tener vínculos con el crimen organizado por el capo mafioso Atilla Peker, -quien además ha señalado al exministro del Interior, Mehmet Agar, y a su hijo, el diputado del AKP Tolga Agar,  por participar en el asesinato del periodista turcochipriota Kutlu Adali, en 1996. Este aparato hará todo lo posible para mantener el sistema.

Posibles escenarios poselectorales

- Que Erdogan ganase la presidencia y su partido perdiese la mayoría parlamentaria, en tal caso, el presidente del régimen presidencial no necesitará el voto de la cámara para formar su gabinete ni para sacar adelante sus proyectos.

- Ganar ambas instituciones, apoyado por partidos de extremaderecha, como el Nuevo Partido del Bienestar y el Partido de Causa Libre, "haciendo un Netanyahu", y así culminar el proceso fascista que inició el régimen islamista.

- Perder ambas elecciones, por lo que el nuevo presidente, Kemal Kilicdaroglu gobernaría con una frágil mayoría parlamentaria.

Pase lo que pase, ya hay una realidad contundente y es el fracaso del proyecto de un capitalismo dictatorial, en el nombre de Dios y en el siglo XXI.

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